Escuela Dominical: Doctrina del Evangelio
‘Fuera de mí no hay quien salve’


Lección 38

“Fuera de mí no hay quien salve”

Isaías 40–49

Objetivo

Hacer comprender a los miembros de la clase que la devoción de Jesucristo hacia Su pueblo no tiene paralelo y que Él tiene una gran obra para que ellos la realicen.

Preparación

  1. Estudie los pasajes de Isaías 40–49 que se analizan en esta lección, y ore al respecto.

  2. Si va a emplear la actividad para despertar la atención, escriba con anticipación en un cartel (pancarta) o en la pizarra las siguientes citas:

    1. “¿Qué pensáis del Cristo?” (Mateo 22:42).

    2. “¿Qué clase de hombres habéis de ser?” (3 Nefi 27:27).

    3. “¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre?… Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?” (Mateo 16:13, 15).

    4. “¿Quién está por Jehová?” (Éxodo 32:26).

    5. “¿Habéis recibido su imagen en vuestros rostros?” (Alma 5:14).

  3. Si tiene disponible el video La noche de hogar–suplemento en video (53736 002), quizás quiera mostrar a la clase el segmento “¿Qué pensáis del Cristo?”, como parte de esta lección.

Sugerencias para el desarrollo de la lección

Actividad para despertar la atención

Si lo desea, utilice una de las actividades siguientes (u otra de su preferencia) para comenzar la lección.

Pida a los miembros de la clase que se fijen en las citas que usted ha escrito en el cartel o en la pizarra (véase “Preparación”), y luego hágales las siguientes preguntas:

• ¿Qué tienen en común todas estas citas? (Todas son preguntas de las Escrituras que nos ayudan a evaluar el testimonio que tenemos del Salvador y nuestra determinación de ser Sus discípulos.) ¿Por qué habrá en las Escrituras tantas preguntas similares a éstas?

Explíqueles que parte de esta lección se concentra en preguntas de las Escrituras que hacen destacar la grandeza del Salvador.

Análisis de las Escrituras y conceptos para poner en práctica

Al enseñar los siguientes pasajes de las Escrituras, analice con la clase la forma en que se podrían poner en práctica en el diario vivir. Aliente a los miembros de la clase a relatar experiencias que se relacionen con los principios de las Escrituras.

1. Isaías enseña que el Salvador es incomparable.

• Por medio de Isaías, el Señor hizo repetidamente determinada pregunta con diferentes palabras. ¿Qué pregunta o afirmación se hace en cada uno de los versículos siguientes?

  1. Isaías 40:18 (“¿A qué, pues, haréis semejante a Dios?”).

  2. Isaías 44:8 (“No hay Dios sino yo”).

  3. Isaías 46:5 (“¿A quién me asemejáis, y me igualáis, y me comparáis?”).

• ¿Qué tienen de similar las preguntas anteriores? (Todas enseñan que el Salvador es más grande que cualquier persona o cosa con la que pudiéramos compararlo.) ¿Cómo contestarían ustedes esas preguntas? ¿Cómo se responden en el libro de Isaías? (Véanse los versículos que se indican a continuación, teniendo en cuenta que el Señor se dirigía a un pueblo idólatra que se hacía sus propios dioses con plata y oro.)

  1. Isaías 43:11 (“Fuera de mí no hay quien salve”).

  2. Isaías 44:6 (“Fuera de mí no hay Dios”).

  3. Isaías 45:5 (“No hay Dios fuera de mí”).

  4. Isaías 46:9 (“No hay otro Dios, y nada hay semejante a mí”).

• ¿Por qué se repetirán esas preguntas y respuestas tantas veces en el libro de Isaías? ¿Por qué son importantes y qué aplicación tienen en nuestra época esas preguntas y respuestas?

2. Isaías describe los atributos incomparables del Salvador.

• El profeta José Smith enseñó que a fin de tener fe en Dios, es preciso que tengamos “una idea correcta de Su carácter, Sus perfecciones y atributos” (Lectures on Faith, 1985, pág. 38). Isaías nos brinda muchas descripciones hermosas del carácter y de los atributos del Salvador. Pida a los miembros de la clase que lean algunos de los versículos que se mencionan a continuación, y, después de cada lectura, analicen las siguientes preguntas: ¿Qué atributo del Salvador se menciona en ese versículo? ¿De qué modo nos ayudará a aumentar la fe el saber que Él posee ese atributo? Si lo desea, vaya anotándolos en la pizarra.

  1. Isaías 40:13–14. (Nadie le aconseja ni le enseña.)

  2. Isaías 40:28–31. (No desfallece, y Él nos da fuerzas a nosotros.)

  3. Isaías 40:12, 21–22, 26; 45:12, 18. (Él concibió y creó el universo y conoce cada una de Sus creaciones.)

  4. Isaías 41:17–18. (Él nos escucha cuando tenemos problemas y nos bendice abundantemente.)

  5. Isaías 42:1, 4. (Él no se cansará ni desmayará hasta que cumpla Su propósito de establecer justicia.)

  6. Isaías 42:16. (Él ilumina y endereza el camino para los de Su pueblo que están perdidos.)

  7. Isaías 43:1–4. (Él ayudará a los Suyos cuando pasen por pruebas.)

  8. Isaías 43:25–26; 44:21–23. (Él borra nuestros pecados y no se acuerda más de ellos.)

  9. Isaías 44:2–4. (Él derrama Su Espíritu en nuestras familias como las aguas sobre la tierra seca.)

  10. Isaías 46:3–4. (Él sostiene a Su pueblo desde el nacimiento hasta la vejez.)

  11. Isaías 49:14–16. (Él jamás nos olvidará; nos lleva “esculpidos” en las palmas de las manos.)

Pida a los miembros de la clase que cuenten experiencias que hayan tenido y que les hayan fortalecido el testimonio de cualquiera de los mencionados atributos del Señor.

3. El mundo (Babilonia) rivaliza con el Salvador para atraerse nuestra devoción.

• ¿A quién se dirige el capítulo 47 de Isaías? (Véase el subtítulo y el versículo 1 del capítulo 47. Babilonia fue una importante ciudad del mundo antiguo que fue destruida por su iniquidad. En las Escrituras, el nombre de la ciudad se utiliza también como símbolo de la iniquidad del mundo.)

• En el capítulo 47, Isaías advirtió que Babilonia iba a ser destruida por causa de su iniquidad. Esas advertencias se pueden aplicar también a la destrucción final de nuestro mundo y de la maldad que reina en él. ¿Qué nos enseñan los versículos siguientes sobre los resultados de seguir las sendas inicuas del mundo?

  1. Isaías 47:1, 5. (El mundo se hundirá hasta el polvo, y habrá tinieblas y silencio.)

  2. Isaías 47:7–9. (A pesar de que el mundo piense que es invencible, será destruido y perderá las cosas que le son de mayor valor, simbolizadas en estos versículos por la viudez y la orfandad.)

  3. Isaías 47:10–11. (Debido a que el mundo se declara por encima de todo [o sea, que es más grande que Dios], vendrán sobre él quebrantamiento y destrucción.)

• En Isaías 47:8, 10, ¿qué afirma Babilonia (el mundo) que es lo mismo que declara el Salvador sobre Su persona? (“Yo soy, y fuera de mí no hay más”.) ¿Qué puede ofrecer el mundo que se compare con lo que ofrece el Salvador? ¿Por qué hay tanta gente que da su devoción al mundo en lugar de dedicarla al Salvador? ¿Qué podemos hacer para que los demás vean lo que ofrece el Salvador?

• En Isaías 48:17–18 se mencionan las grandes bendiciones que prometió el Señor a los que tratan de acercarse a Él en lugar de buscar las cosas del mundo. Al leer esas promesas, ¿qué sienten con respecto a seguir al Salvador de todo corazón?

4. Isaías describe la misión del Israel de los últimos días.

• El capítulo 49 de Isaías contiene muchas profecías sobre la misión del Israel de los últimos días, las cuales nos hacen entender mejor la obra importante que el Señor tiene para cada uno de nosotros. Pida a los miembros de la clase que lean algunos de los versículos que se indican a continuación, y, después de cada lectura, analicen la siguiente pregunta: ¿Qué nos enseña lo que hemos leído sobre las responsabilidades que tenemos en estos últimos días? (Indique que muchas de las profecías se aplican tanto a la obra del Salvador como a la de Sus siervos, la casa de Israel [Isaías 49:3].)

  1. Isaías 49:1, 5. “Jehová me llamó desde el vientre”. (Hemos sido llamados desde antes de nacer para llevar a cabo la obra del Señor en los últimos días; véase también Jeremías 1:5.)

  2. Isaías 49:2. “Y puso mi boca como espada aguda”. (Esta imagen da a entender que hablemos fuertes palabras de verdad, o sea, las palabras del Señor; véase también D. y C. 6:2.)

  3. Isaías 49:2. “Me cubrió con la sombra de su mano”. (El Señor nos ha protegido y nos ha preparado para nuestras grandes responsabilidades; véase también D. y C. 86:9.)

  4. Isaías 49:2. “Me puso por saeta bruñida”. (Las flechas o saetas pulidas van directamente al blanco; el Señor nos ha pulido a nosotros a fin de que vayamos directa y exactamente dondequiera que Él nos mande.)

  5. Isaías 49:6. “Para que seas mi salvación hasta lo postrero de la tierra”. (El Señor ha pedido a Sus siervos que levanten y restauren el remanente de Israel y que sean una luz para los gentiles. De ese modo podremos llevar la salvación “hasta lo postrero de la tierra”; véase también D. y C. 86:8–11.)

Conclusión

Testifique que los escritos de Isaías pueden contribuir a aumentar nuestro amor por el Salvador y nuestra comprensión de la obra que Él quiere que llevemos a cabo. Si lo desea, pida a la clase o a un pequeño grupo de miembros de la clase que canten “¡Grande eres tú!” (Himnos, Nº 41) o “Qué firmes cimientos” (Himnos, Nº 40).

Otros conceptos didácticos

El siguiente material complementa las sugerencias para el desarrollo de la lección. Si lo desea, utilice uno o más de estos conceptos como parte de la lección.

1. Los símbolos que utilizó Isaías

• Isaías muchas veces utilizó la ceguera como símbolo de la maldad y de la ignorancia espiritual (Isaías 29:10, 18; 32:3; 42:6–7, 16–18; 43:8; 44:9). Al meditar en estos versículos, recuerden que el Salvador proclamó repetidamente que Él era la luz del mundo (Juan 8:12). ¿Qué debemos hacer a fin de tener los ojos espirituales más abiertos para percibir mejor la Luz del Mundo?

• Isaías también empleó muchas veces la imagen del agua (Isaías 12:3; 32:2; 41:17–18; 43:19–20; 44:3–4; 48:18, 21; 49:10). ¿Por qué el tener en cuenta la enseñanza del Salvador de que Él es la fuente de agua viva nos hace comprender mejor esos versículos? (Véase Juan 4:7–14.)

2. Los que esperan al Señor

• ¿Qué quiere decir “los que esperan a Jehová” (Isaías 40:31)? ¿De qué manera renueva el Señor la fortaleza de los que tienen su esperanza puesta en Él? (Véase Isaías 41:10.) Anime a los miembros de la clase a contar experiencias que hayan tenido en las que el Señor haya renovado la fortaleza espiritual o física de una persona.

3. “Y no me invocaste a mí”

• ¿Por qué de vez en cuando algunos de nosotros pensamos que el Señor nos ha abandonado? Si creemos que Él se ha alejado de nosotros, ¿cuál será, probablemente, la causa? (Véase Isaías 43:22–26; Mosíah 5:13.) ¿Qué debemos hacer para acercarnos a Él nuevamente?

El presidente Spencer W. Kimball dijo lo siguiente: “He descubierto que cuando me he descuidado en mi relación con la Divinidad, cuando me parece que ningún oído divino me escucha y que ninguna voz divina me habla, me voy lejos, muy lejos. Pero si me sumerjo en las Escrituras, la distancia se acorta y la espiritualidad vuelve” (“Recuerda también las promesas”, Liahona, enero de 1993, pág. 90).