Escuela Dominical: Doctrina del Evangelio
‘Te he puesto en este día… como columna de hierro’


Lección 41

“Te he puesto en este día… como columna de hierro”

Jeremías 1–2; 15; 20; 26; 36–38

Objetivo

Animar a los miembros de la clase a mantenerse fieles a pesar de la oposición y de la adversidad.

Preparación

  1. Estudie los pasajes de Jeremías que se analizan en esta lección, y ore al respecto. La lección se concentra en el valor y la dedicación de Jeremías en medio de la oposición de todos los que lo rodeaban.

  2. Si va a utilizar la actividad para despertar la atención, lleve a la clase una barra de metal.

Sugerencias para el desarrollo de la lección

Actividad para despertar la atención

Si lo desea, utilice la actividad siguiente (u otra de su preferencia) para comenzar la lección.

Muestre a los miembros de la clase la barra de metal y pida a uno de ellos que trate de quebrarla. Luego, hágales las siguientes preguntas:

• Si esta barra representara las características de una persona, ¿qué nos indicaría sobre su personalidad?

• Pida a un miembro de la clase que lea Jeremías 1:17–19. ¿Qué frases emplea el Señor en el versículo 18 para describir a Jeremías? ¿Qué indican esas frases sobre la clase de persona que era ese Profeta? ¿Qué sentirían si en el momento de disponerse a cumplir un llamamiento o una asignación del Señor se utilizaran esas palabras para describirlos a ustedes?

Explique a la clase que los reyes, príncipes, sacerdotes y toda la gente de esa tierra se opusieron a Jeremías al tratar éste de cumplir su misión; pero él, valientemente, hizo lo que el Señor le había mandado. Señale la barra de hierro y diga que Jeremías era una “columna de hierro” que tenía gran fortaleza en los tiempos de adversidad, y que no se dobló ni se quebró.

Análisis de las Escrituras y conceptos para poner en práctica

Al enseñar los siguientes pasajes de las Escrituras, analice con la clase la forma en que se podrían poner en práctica en el diario vivir. Aliente a los miembros de la clase a relatar experiencias que se relacionen con los principios de las Escrituras.

Jeremías ejerció su ministerio durante el reinado de cinco reyes, desde Josías hasta Sedequías (626 a 586 a. C.). Junto con Josías, trató de alejar al pueblo de la idolatría y de la inmoralidad. Pero los reyes que reinaron después de Josías lo hicieron con iniquidad y el pueblo cayó en una apostasía total. La misión de Jeremías era levantar la voz de amonestación a esa gente, y las palabras con las que condenó sus iniquidades son de las más severas de las Escrituras. La suya fue una de las últimas voces de advertencia antes de que Judá fuese conquistada por los babilonios.

La vida de Jeremías estuvo llena de sufrimiento, pero su manera de hacer frente a las tribulaciones es una lección y una inspiración para nosotros. Lo golpearon y lo pusieron en prisión por profetizar en contra del reino de Judá; su vida estuvo constantemente amenazada; sin embargo, a través de toda la adversidad y de la oposición, Jeremías era “como columna de hierro” (Jeremías 1:18). El libro de Jeremías inspira fe al presentar un registro personal sobre la reacción del Profeta ante los pesares y las frustraciones de la vida.

1. Dios llama a Jeremías para ser Profeta.

Repase con los miembros de la clase el llamamiento de Jeremías para ser Profeta, tal como se relata en Jeremías 1:4–10.

• ¿Qué nos enseña el llamamiento de Jeremías sobre la doctrina de la preordenación? (Véase Jeremías 1:5.) ¿De qué forma habrá ayudado a Jeremías el saber que en la existencia preterrenal había sido preordenado para ser Profeta?

El profeta José Smith dijo lo siguiente: “Todo hombre que recibe el llamamiento de ejercer su ministerio a favor de los habitantes del mundo, fue ordenado precisamente para ese propósito en el gran concilio celestial antes que este mundo fuese” (Enseñanzas del Profeta José Smith, págs. 453–454).

• ¿Qué hizo el Señor cuando Jeremías se consideró inepto para cumplir su llamamiento? (Véase Jeremías 1:6–10.) ¿De qué forma los ha tranquilizado el Señor cuando ustedes se han sentido ineptos?

2. Muchas personas se oponen a Jeremías y tratan de impedirle cumplir su misión.

Utilice los siguientes pasajes de las Escrituras para hablar con la clase de la oposición que enfrentó Jeremías al cumplir la misión que el Señor le había encomendado:

  1. Jeremías 20:1–6. Pasur, que presidía como príncipe en el templo, disgustado por las profecías de Jeremías, lo hizo azotar y poner en el cepo. Jeremías profetizó que Pasur, su familia y todos sus seres queridos serían llevados cautivos por los babilonios y morirían en Babilonia.

  2. Jeremías 26:7–15. La mayoría de los habitantes de esa tierra, incluso los sacerdotes, se oponían a Jeremías y al mensaje que él llevaba (26:7–11); sin embargo, él comunicó valientemente el mensaje que el Señor le había mandado expresar (26:12–15). Hasta sus conocidos y parientes se oponían a él y lo odiaban (11:19–21; 12:6. Indique que Jeremías era de la ciudad de Anatot.)

  3. Jeremías 36:1–6, 20–32. Las palabras de las profecías de Jeremías se escribieron y se leyeron al pueblo (36:1–6). El rey quemó esos escritos y el Señor le mandó a Jeremías que hiciera escribir otra vez sus palabras (36:20–32).

  4. Jeremías 37:12–15; 38:4–13. Se acusó injustamente a Jeremías y se le puso en prisión (37:12–15); más adelante lo pusieron en una cisterna, donde se hundió en el barro (38:4–6). Después lo soltaron por orden del rey Sedequías y lo pusieron de nuevo en la prisión (38:7–13).

• Al leer Jeremías 20:14–18, ¿qué nos revelan esos versículos sobre lo que sentía Jeremías por tener que soportar una oposición tan abrumadora? ¿Qué aprendemos de él que pueda ayudarnos al pasar por adversidades? (Entre las respuestas, se podría mencionar que Jeremías continuó obedeciendo al Señor y cumpliendo su llamamiento, a pesar de la persecución y del desaliento; véase Jeremías 26:12–15.)

• En Jeremías 2:13, ¿qué dos males dijo el Señor que Su pueblo había cometido? (Lo habían abandonado a Él, la “fuente de agua viva”, se habían hecho para sí cisternas rotas que no podían contener el agua viva del Señor, o sea, habían buscado satisfacción y seguridad en las cosas mundanas.) ¿Por qué les habría sido difícil a las personas que tenían esas características aceptar las palabras de Jeremías? ¿Por qué serían incapaces de reaccionar ante la adversidad de igual forma que Jeremías? ¿Qué tipo de “cisternas rotas” nos creamos a veces que no pueden contener el agua viva del Salvador?

El élder Marion D. Hanks dijo lo siguiente:

“Los objetivos materiales consumen en demasía nuestra atención. La lucha por conseguir lo que necesitamos, o más de lo que necesitamos, agota nuestro tiempo y nuestras energías; procuramos placeres o diversiones, intervenimos demasiado en sociedades o en asuntos cívicos. Por supuesto que la gente necesita tener entretenimiento, alcanzar lo que busca, contribuir a la sociedad, pero si esto se obtiene a costa de una relación cercana con Cristo, el precio es excesivo.

“ ‘Porque dos males ha hecho mi pueblo’, dijo el Señor a Israel; ‘me dejaron a mí, fuente de agua viva, y cavaron para sí cisternas, cisternas rotas que no retienen agua’ (Jeremías 2:13).

“Los substitutos que nos creamos para ocupar el lugar de Dios en nuestra vida ciertamente no retienen agua. Al grado en que de ese modo rehusemos el ‘agua viva’, nos privaremos del gozo que habríamos podido tener” (en “Conference Report”, abril de 1972, pág. 127; o Ensign, julio de 1972, pág. 105).

Las profecías de Jeremías de que los babilonios iban a destruir Jerusalén se cumplieron, tal como está escrito en Jeremías 39–40. Jeremías había estado prisionero durante el sitio, pero después, los babilonios lo liberaron y le permitieron permanecer en la tierra de Judá, junto con un resto de los judíos. Johanán, jefe de los que habían quedado, le pidió a Jeremías que procurara saber cuál era la voluntad del Señor con respecto a ellos; todos prometieron que obedecerían (Jeremías 42:1–6). Por medio de Su Profeta, el Señor dijo a los del pueblo que permanecieran en la tierra de Judá y les prometió bendecirlos si lo hacían (Jeremías 42:9–22). Pero después, Johanán condujo a la gente a Egipto, donde la mayoría de ellos continuaron en la iniquidad (Jeremías 43–44).

3. Jeremías se fortalece en la adversidad a causa del amor que tiene por la palabra de Dios.

Analicen los siguientes versículos, en los que se describe la forma en que la palabra de Dios ayudó a Jeremías a mantenerse fiel en tiempos de adversidad.

• Según lo que está escrito en Jeremías 1:9, ¿qué puso el Señor en la boca de Jeremías? Y de acuerdo con lo que dice en Jeremías 15:16, ¿qué hizo Jeremías con las palabras del Señor? (Las comió, que en lenguaje poético quiere decir que las asimiló, que formaron parte de su ser.) ¿Qué sentía Jeremías por las palabras del Señor?

• ¿Cómo podemos nosotros asimilar las palabras del Señor del mismo modo que Jeremías? (Estudiando las Escrituras y los consejos de los Profetas de los últimos días.) El profeta Nefi, del Libro de Mormón, dijo: “…deleitaos en las palabras de Cristo” (2 Nefi 32:3). ¿Cómo nos fortalece el deleitarnos en las palabras del Señor?

• En Jeremías 20:9, ¿cómo describe el Profeta el efecto de la palabra del Señor dentro de sí? ¿Qué significará tener la palabra del Señor como un fuego ardiente metido en los huesos? ¿Por qué no habrá podido Jeremías contenerse (“sufrirlo”) de enseñar la palabra del Señor?

Conclusión

Exprese su manera de pensar en cuanto al ejemplo de Jeremías y a la importancia de mantenerse fiel en tiempos de adversidad. Aliente a los miembros de la clase a estudiar las palabras del Señor y meditar sobre ellas hasta que se conviertan en un fuego en sus huesos, fortaleciéndolos en sus labores en la obra del Señor. Si ha utilizado la actividad para despertar la atención, ponga a la vista la barra de metal y exhorte a los miembros de la clase a convertirse en una columna de hierro para el Señor, como Jeremías.

Otros conceptos didácticos

El siguiente material complementa las sugerencias para el desarrollo de la lección. Si lo desea, utilice uno o más de estos conceptos como parte de la lección.

1. “Como el barro en la mano del alfarero” (Jeremías 18:6)

• Repasen el relato de la visita que hizo Jeremías al alfarero, que se halla en Jeremías 18:1–4. ¿Qué enseñó el Señor a Su pueblo por medio de esa experiencia de Jeremías? (Véase Jeremías 18:5–10. El Señor les hizo ver que si se convertían de la maldad arrepintiéndose, Él haría de ellos algo mejor, tal como el alfarero había modelado otra vasija con la que era defectuosa; también les hizo notar que tenía el poder de destruirlos si no se arrepentían.)

• ¿Cómo se aplica a nosotros esa comparación? ¿Qué debemos hacer para convertirnos en un barro más maleable en las manos del Señor? (Ser humildes, obedecer, arrepentirnos, confiar en Él y procurar saber Su voluntad. Pida a los miembros de la clase que mencionen ejemplos que demuestren la forma en que el Señor haya modelado y preparado a ciertas personas para cumplir Sus propósitos.) ¿Qué sucede cuando nos resistimos a dejarnos modelar por el Señor?

El presidente Heber C. Kimball hizo las siguientes aclaraciones en cuanto a esa comparación que se hace en Jeremías 18:1–10:

“Todo aquel que sea maleable en las manos de Dios y obediente a Sus mandamientos es un receptáculo de honor, y Dios lo recibirá” (History of the Church, 4:478).

“Hay muchas vasijas que se destruyen después de haberlas modelado y haberles dado forma. ¿Por qué? Porque no se contentan con la forma que les ha dado el alfarero, sino que de inmediato toman otra forma que les complace más; por lo tanto, no pueden comprender los designios de Dios y se destruyen por el poder de su propio albedrío. Así, tienen que pasar por muchos moldes y formas, y luego… se les barniza y se les hornea; y aun en el proceso del horneado, algunas vasijas se agrietan” (citado por Stanley B. Kimball, en Heber C. Kimball: Mormon Patriarch and Pioneer, 1981, pág. 270).

2. Jeremías predicó al mismo tiempo que el profeta Lehi del Libro de Mormón

El profeta Jeremías enseñó y amonestó al pueblo de Judá al mismo tiempo que Lehi salía de Jerusalén. Tanto el uno como el otro profetizaron que Jerusalén iba a ser destruida.

• ¿Dónde estaba Jeremías cuando Lehi y su familia salieron de Jerusalén? (Véase Jeremías 37:15–16; 1 Nefi 7:14.)

• Jeremías dedicó mucho tiempo a aconsejar a Sedequías, rey de Judá, pero éste no quiso escuchar las palabras del Señor que el Profeta le comunicaba. ¿Qué le pasó a Sedequías como resultado de su desobediencia? (Véase Jeremías 39:4–7.)

• Por el Libro de Mormón, sabemos que hubo uno de los hijos de Sedequías a quien los babilonios no mataron. ¿Cómo se llamaba? (Véase Helamán 8:20–21.) ¿A dónde fue él? (Véase Omni 1:15.)