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La administración de las finanzas familiares


Lección 21

La administración de las finanzas familiares

El propósito de esta lección es ayudarnos a aprender y aplicar los principios básicos de una administración financiera sabia.

Introducción

Entre los numerosos pasajes de las Escrituras que hacen alusión al dinero y las riquezas, muchos de ellos advierten que no debemos codiciar las riquezas. Por tal motivo, muchas personas temen que el dinero es malo y que disgustarán al Señor si pasan tiempo y energía ganando y ahorrándolo, pero no es verdad. Es el amor al dinero lo que constituye la “raíz de todos los males”, no el dinero en sí (véase 1 Timoteo 6:10).

El presidente Spencer W. Kimball ha dicho: “No todo el dinero es mal habido. Hay dinero bien ganado, con el que compramos alimentos, ropa y refugio y hacemos contribuciones”. El presidente Kimball siguió explicando que el dinero bien ganado es la paga que recibimos por un trabajo honrado y que el dinero se convierte en mal habido sólo cuando lo obtenemos como consecuencia de cualquier falta de honradez (véase La fe precede al milagro, pág. 237).

Ni la riqueza ni la pobreza son indicaciones de la dignidad individual. Algunos grandes hombres de Dios han sido ricos y otros pobres. Lo importante no es la cantidad de dinero que tenemos, sino cómo lo obtenemos y utilizamos; por ejemplo, el utilizar dinero para satisfacer las necesidades temporales de nuestra familia no solamente es adecuado, sino que Dios nos lo ha mandado (véase 1 Timoteo 5:8). El mandamiento de proveer para nuestras familias se hace más fácil de obedecer si aprendemos y aplicamos los principios básicos de una sabia administración financiera.

Los principios de una sabia administración del dinero

Aunque todo cuanto hay en la tierra pertenece al Señor (véase Salmos 24:1), Él nos permite poseer y utilizar algunas de Sus cosas terrenales; sin embargo, se nos advierte que nos hará responsables por la forma en que administremos todo lo que nos permite utilizar. Por ejemplo, en la parábola de los talentos, el Salvador nos enseña la importancia de administrar sabiamente nuestras posesiones terrenales.

Pida al miembro de la clase previamente asignado que relate la parábola de los talentos que se halla en Mateo 25:14–30. (En la época de Jesús, un talento equivalía a una unidad monetaria.)

Hay varios principios básicos que debemos considerar al administrar nuestro dinero con sabiduría.

A medida que se mencionen, anote en la pizarra cada principio que corresponda a la sabia administración del dinero.

Poner al señor en primer lugar

El primer pago y el más importante que debemos hacer es el de los diezmos. El Señor ha prometido a quienes paguen fielmente sus diezmos que “abrir[á] las ventanas de los cielos, y derramar[á] sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde” (Malaquías 3:10). Aun cuando el Señor no nos promete grandes riquezas si pagamos los diezmos y las ofrendas, sí promete bendecirnos espiritual y temporalmente.

Trabajar

Lejos de ser una maldición, el trabajo es una bendición que nos permite proveer para nuestra familia. La seguridad material sólo puede llegarnos por medio de un trabajo estable (la lección 23 de este manual nos da consejos en cuanto al desarrollo y el mejoramiento de nuestras habilidades laborales).

Evitar las deudas innecesarias

Debemos ser honrados con nuestros semejantes. Si tenemos una deuda, debemos comenzar a liberarnos de ella por medio de pagos regulares, aunque sean pequeños. El presidente Ezra Taft Benson, del Consejo de los Doce, ha dicho: “No gastemos más de lo que ganemos; paguemos poco a poco… demos oídos al consejo de los líderes de la Iglesia. ¡Liberémonos de las deudas!” (“Pay Thy Debt, and Live”, Speeches of the Year, Universidad Brigham Young, 28 de febrero de 1962, pág. 12).

¿Cómo podemos evitar las deudas innecesarias?

Planificar antes de gastar

Lea Lucas 14:28. ¿Qué significa “calcular los gastos”?

Tal como nos dice este pasaje de las Escrituras, debemos planificar cuidadosamente antes de gastar nuestro dinero. Muchas personas contraen deudas porque no llevan un control de sus gastos. Si una familia planifica sus gastos, se conservará al margen de los percances financieros.

Ahorrar

Para muchas personas el ahorrar dinero es muy difícil; pero a nosotros, los miembros de la Iglesia, se nos ha aconsejado que debemos ahorrar regularmente una porción de nuestros ingresos. Si nos proponemos ahorrar aunque sea una pequeña cantidad de nuestras ganancias, ya sea en dinero o materiales, algún día nos alegraremos de haberlo hecho. Al establecer un programa de ahorro, debemos tener en cuenta que el ahorro es más fácil cuando hay un propósito especial para el mismo, tal como cumplir una misión o viajar al templo para sellarse como familia.

Gastar cuidadosamente

Necesitamos considerar con cuidado la importancia de cada compra antes de realizarla, ya que muchas de las cosas que compramos no resultan de valor para nosotros o nuestra familia. Si nos tomamos el tiempo necesario para pensar en el uso futuro de cada artículo antes de comprarlo, evitaremos el comprar cosas que realmente no necesitamos. Casi cada uno de nosotros puede mejorar en una o más de estas áreas, y el Señor nos ayudará a mejorar si lo ponemos a Él en primer lugar y seguimos los principios de la sabia administración del dinero.

Lea 2 Nefi 9:51. ¿Cuáles son algunas de las cosas “que no tienen valor” pero que nos sentimos tentados a gastar nuestro dinero en ellas?

Utilicemos consejos familiares para administrar el dinero

Muy a menudo, gastamos tanto dinero como ganamos. La cantidad de cosas que queremos parece aumentar tan rápidamente o más que nuestros ingresos, por lo que es muy importante que planeemos nuestro presupuesto con esmero. Aunque cada familia difiere en sus necesidades y deseos, la mayoría de ellas consideran que es de ayuda el seguir un plan como el siguiente:

Muestre la ayuda visual 21-a, “El consejo familiar es un buen momento para planificar un presupuesto”.

Todos los miembros de la familia deben analizar los asuntos financieros y ponerse de acuerdo en cuanto al sistema que se utilizará para administrar las finanzas, lo que puede llevarse a cabo en un consejo de familia en el cual el padre preside y los miembros de la familia participan. En ese consejo, la familia debe hacer una lista de todas las fuentes de ingresos para uso familiar. En esta puede incluirse el dinero ganado por los componentes de la misma, la verdura y los granos del huerto o los artículos hechos en casa para la venta.

A continuación, la familia debe escribir en una hoja todas sus necesidades y deseos, anotando en primer lugar los gastos más importantes y después los artículos que se desean pero que no son necesarios. En la lista se pueden incluir las contribuciones a la Iglesia, los ahorros (para cosas tales como ir al templo, servir en una misión y obtener una educación académica), los impuestos y el dinero presupuestado para alojamiento, comida, ropa, herramientas, transporte y recreo.

Finalmente, la familia debe estar de acuerdo en cuanto al dinero que debe separarse para cada artículo. Algunos de los que se hallan al final de la lista quizás nunca lleguen a adquirirse; pero es mejor comprar las cosas necesarias que adquirir las que no lo son y tener entonces que privarse de las primeras. En una oportunidad el presidente Brigham Young dijo: “Nuestros deseos son muchos, pero nuestras necesidades reales son muy pocas. Dejemos que nuestras necesidades gobiernen nuestros deseos y veremos que no nos sentiremos impelidos a gastar nuestro dinero en cosas innecesarias” (Discourses of Brigham Young, pág. 297). En otra ocasión, explicó que la falta de juicio sabio causa la pobreza, y señaló el hecho de que muchas personas que ganan muy poco lo gastan en cosas superfluas, hasta que se encuentran profundamente endeudadas (véase Discourses of Brigham Young, pág. 317).

Muestre la ayuda visual 21-b, “Una muestra de un presupuesto”.

Seremos grandemente bendecidos si presupuestamos cuidadosamente nuestro dinero. El establecer metas, efectuar planes y trabajar conjuntamente para alcanzarlos, nos permitirá ocuparnos de nuestra familia como el Señor lo ha mandado. Una bendición adicional que proviene de trabajar conjuntamente, es la mayor cantidad de amor y unidad que nuestra familia disfrutará.

Solicite al miembro de la clase previamente asignado que relate la historia que viene a continuación sobre uno de los santos de las Islas del Pacífico Sur, Vaha’ i’ Tonga.

“Les prometí a nuestros cuatro hijos que si ayudarían, iríamos juntos al templo. Yo pensaba dentro de mí: ‘¿cómo puedo decir, sé un buen niño o niña, si no estoy sellado a ellos en el templo?’. Sentía que no eran míos.

“Durante un período de dos años sacrificamos casi todo. Dividía entre cada uno mi sueldo de la escuela, y lo ahorramos; pero pagamos nuestros diezmos y ofrendas. Sólo nos quedaban 70 centavos cada mes. De esta manera viví con mi familia, con 70 centavos al mes por dos años. Vivíamos de lo que podíamos juntar y sembrar. Recuerdo que mi esposa se despertaba temprano en la mañana para preparar nuestra ensalada con plátanos y agua de coco. Mis hijos no podían comprar ni dulces, ni zapatos, ni ir al cine, porque estaban ahorrando para ir al templo…

“Por medio del sacrificio pudimos llevar a nuestra familia a Nueva Zelanda para sellarnos en el templo. Tuvimos que hacer cosas fuera de lo ordinario para lograr nuestras metas, pero fue una gran bendición para nosotros” (“We Lived on 70 Cents a Month for the Temple,” Ensign, febrero de 1976, pág. 31).

Conclusión

Nuestro Padre Celestial nos ha aconsejado que administremos nuestro dinero con el fin de que podamos velar por nuestra familia y ser felices. Si no nos ocupamos de nuestra familia, el Señor nos tendrá por responsables y nos pedirá cuentas. Para poder ocuparnos de nuestra familia, debemos seguir los pasos básicos y los principios directivos de una sabia administración monetaria. Si ponemos las cosas espirituales en primer lugar, el Señor nos ayudará a administrar nuestras finanzas.

Cometido

Analice cómo gasta su dinero y establezca un presupuesto factible siguiendo los principios que se bosquejan en esta lección.

Pasajes adicionales de las Escrituras

  • Proverbios 22:7 (el que toma prestado es siervo de quien presta).

  • Malaquías 3:8–11 (el pago de los diezmos y las ofrendas da bendiciones).

  • Jacob 2:18–19 (debemos buscar el Reino de Dios antes de buscar las riquezas).

  • D. y C. 56:16–17 (advertencias al rico y al pobre).

  • D. y C. 104:11–13 (todo hombre es responsable de su mayordomía sobre las bendiciones terrenales).

Preparación del maestro

Antes de presentar esta lección:

  1. Lea el capítulo 27 del manual Principios del Evangelio, intitulado “El trabajo y la responsabilidad personal”.

  2. Lea la lección 23 de este manual, intitulada “El desarrollo y mejoramiento de las habilidades laborales”.

  3. Consiga pizarra y tiza.

  4. Asigne a miembros de la clase para que relaten las historias y para que lean los pasajes de las Escrituras de la lección.