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Los diezmos y las ofrendas


Lección 30

Los diezmos y las ofrendas

Esta lección está diseñada para ayudarnos a guardar la ley de los diezmos y ser generosos con nuestras ofrendas.

Introducción

Escriba esta pregunta en la pizarra: “¿Robará el hombre a Dios?”

En las Escrituras se nos hacen preguntas muy importantes. Por ejemplo, cuando Cristo visitó el continente americano después de Su resurrección, le preguntó a los nefitas lo mismo que había hecho Malaquías, el Profeta del Antiguo Testamento: “¿Robará el hombre a Dios?”. (3 Nefi 24:8; Malaquías 3:8.)

¿Cómo es posible robar a Dios?

Lea 3 Nefi 24:8.

La ley de los diezmos

La ley de los diezmos es más que un mandamiento del Señor. A través de ella tenemos la oportunidad de devolverle al Señor parte de todo lo que nos ha dado. Mediante los diezmos, también podemos ayudar a construir Su reino y demostrar nuestra fe en Él.

Muy a menudo se hace la pregunta: “¿Qué es un diezmo honrado y completo?”. Un diezmo es la décima parte de nuestro interés (D. y C. 119). Esto significa que debemos dar la décima parte de nuestros ingresos; o, si nuestra ganancia es en ganado, rebaños, o cosechas, en lugar de dinero, debemos dar una décima parte de esas cosas. (Véase Principios del Evangelio, págs. 191–193.)

Pagamos nuestro diezmo entregándoselo al representante del Señor, el obispo o el presidente de rama. Él, a su vez, envía estos fondos a las Oficinas Generales de la Iglesia, donde se guarda un registro de nuestros diezmos y de otras ofrendas.

Una vez al año se le pide a cada miembro que fije una cita para tener una entrevista especial con el obispo o con el presidente de rama. En esa oportunidad, él revisa en forma privada nuestros registros de diezmo y nos pregunta si hemos pagado un diezmo completo del año. Esta reunión se llama “ajuste de diezmos”.

El Señor considera que pagar los diezmos es tan importante que no podemos recibir una recomendación para el templo a menos que paguemos un diezmo completo. Aún más, los hombres o los jóvenes que vayan a ser avanzados en el sacerdocio deben pagar un diezmo fiel antes de ser avanzados.

El élder Matthew Cowley, que era miembro del Quórum de los Doce, contó el caso de una buena hermana maorí que vivía en una remota aldea en Nueva Zelanda, y quien obedecía el espíritu de la ley de diezmos:

“En una ocasión, como siempre lo hacía cuando estaba por aquellos lugares, visité a una anciana ciega de más de ochenta años. No vivía cerca de una rama organizada, y no tenía contacto con el sacerdocio, excepto con los misioneros que iban de visita por el lugar…

“Entré y la encontré en el patio, cerca del fogón; quise saludarla al estilo maorí, con un apretón de manos y frotando mi nariz contra la de ella, pero me dijo: ‘No me salude aún’…

“Acto seguido se agachó, arrastrándose penosamente hacia la esquina de su pequeña casa, donde había una pala. La tomó y se arrastró en otra dirección midiendo la distancia que recorría. Finalmente llegó a un punto y comenzó a cavar con la pala; al fin tocó algo duro. Retiró la tierra con las manos y extrajo un frasco… Lo abrió y metió la mano hasta el fondo para sacar algo que me entregó: era dinero de Nueva Zelanda y sería el equivalente a unos cien dólares.

“ ‘Aquí está mi diezmo’, me dijo. ‘Ahora puedo estrecharle la mano al Sacerdocio de Dios’.

“Me asombré de aquella cantidad. ‘Usted no debe tanto dinero de diezmos’, le dije yo.

“Y Ella me contestó: ‘Lo sé. No lo debo ahora, pero quiero pagar algo por adelantado, porque no sé cuándo volverá por aquí el Sacerdocio de Dios’.

“Entonces me incliné y froté mi nariz y mi frente contra las de ella, mientras las lágrimas de mis ojos corrían por las mejillas de ella” (véase “…y derramaré sobre vosotros bendición”, Liahona, diciembre de 1974, pág. 44).

¿Cómo es que el pago de los diezmos puede demostrar nuestro amor por el Señor? ¿Cómo es que demuestra nuestra fe?

Las ofrendas

Para construir el reino del Señor podemos contribuir con más dinero aparte de los diezmos. Estas contribuciones se llaman ofrendas.

Nuestro obispo, presidente de rama o líder de grupo nos informará de nuestras oportunidades para pagar ofrendas. Nos hará saber cuándo debemos pagar ofrendas de ayuno y cuándo debemos contribuir dinero para otros fondos de la Iglesia.

La siguiente historia relatada por el élder Boyd K. Packer nos ayuda a comprender la importancia de pagar nuestros diezmos y ofrendas:

“Hace algunos años… dos de nuestros misioneros estaban enseñando a una buena familia que había manifestado interés en bautizarse; pero de pronto ese deseo pareció enfriarse. El padre, al oír hablar de los diezmos, había cancelado todas las visitas de los misioneros.

“Muy tristes, los dos élderes informaron al presidente de rama… que la familia no pasaría a formar parte de su congregación. A los pocos días éste los persuadió para que lo acompañaran a visitar a la familia.

“—Entiendo —le dijo al padre— que ha decidido no unirse a la Iglesia.

“—Así es —respondió éste.

“—Me dicen los élderes que usted no está de acuerdo con el pago de los diezmos.

“—Sí. No nos habían dicho nada al respecto, y cuando me enteré, pensé que eso es demasiado. Nuestra iglesia nunca nos exigió algo así. Opinamos que es demasiado para nosotros y hemos decidido no bautizarnos.

“—¿Le hablaron los misioneros sobre la ofrenda de ayuno? —preguntó el presidente.

“—No. ¿En qué consiste?

“—Ayunamos durante un día todos los meses y donamos lo que hubiéramos gastado en la comida, para ayudar a los necesitados.

“—No nos dijeron nada al respecto —dijo el hombre.

“—Es extraño que no lo mencionaran.

“—¿Y le mencionaron algo sobre el programa de bienestar?

“—No. ¿Qué es?

“—Creemos que debemos ayudarnos mutuamente. Si hay alguien que esté necesitado, sin trabajo o enfermo, estamos organizados para ayudarle.

“¿Le dijeron que el nuestro no es un clero pago? Todos contribuimos con tiempo, talentos y medios económicos para ayudar en la obra. Y no recibimos a cambio remuneración alguna.

“—Los misioneros no nos explicaron nada de eso.

“—Bueno, —continuó el presidente— si usted se desanima por algo tan pequeño como el diezmo, es obvio que no está preparado para esta Iglesia. Quizás haya tomado la decisión más apropiada y no debería unirse.

“Al partir, casi como despedida, agregó: —¿Se ha preguntado por qué hay personas dispuestas a hacer todo eso por voluntad propia? A mí nunca me han enviado una cuenta por los diezmos, ni se mandan cobradores a recogerlos. Pero pagamos eso y todo lo demás, y lo consideramos un privilegio.

“Si usted descubriera el porqué, estaría a un paso de alcanzar esa perla de gran precio…

“Pero la decisión es suya. Sólo espero que ore al respecto.

“Pocos días después, el hombre fue a la casa del presidente… Quería hacer los arreglos para el bautismo de toda su familia” (véase “Donde mucho es dado, mucho es requerido”, Liahona, abril de 1975, pág. 3).

¿Qué hizo que este hombre quisiera unirse a la Iglesia? Hablen de las diferentes ofrendas que se mencionan en el relato. (Ofrendas de ayuno y bienestar.)

En la actualidad, además de las ofrendas de ayuno podemos dar dinero al fondo misional y a otros fondos de la Iglesia.

Escriba “ofrendas de ayuno”, “fondo misional” y “otros fondos” en la pizarra.

Cómo se usan los diezmos y las ofrendas

Los diezmos y las ofrendas que damos a la Iglesia se usan en la obra del Señor, y ese dinero lo distribuyen los líderes del sacerdocio en la manera que el Señor lo ha designado. Estas contribuciones ayudan a que nuestros hermanos y hermanas vuelvan a nuestro Padre Celestial.

¿Por qué se necesita dinero para llevar a cabo la obra del Señor?

Algunas de las formas en que se usan los diezmos y las ofrendas son:

  1. Para ayudar al programa misional.

  2. Para ayudar a construir y mantener capillas, templos y otros edificios de la Iglesia.

  3. Para ayudar a educar a la juventud en las escuelas de la Iglesia y en los seminarios e institutos.

  4. Para ayudar a imprimir y a distribuir los materiales didácticos.

  5. Para ayudar a llevar adelante la genealogía y la obra por los muertos.

  6. Para ayudar a aquellos que lo necesitan y que no pueden ayudarse a sí mismos.

  7. Para ayudar a financiar los gastos de las conferencias generales.

Bendiciones originadas en el pago de los diezmos y las ofrendas

¿Por qué es un privilegio dar diezmos y ofrendas al Señor?

Cuando pagamos nuestros diezmos y ofrendas, debemos hacerlo de buen grado. Las Escrituras nos piden que demos “no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre” (2 Corintios 9:7), y si un hombre “lo hace de mala gana… le es contado como si hubiese retenido la ofrenda” (Moroni 7:8).

En una oportunidad, el presidente Marion G. Romney tuvo una experiencia que nos ayuda a comprender esta escritura:

“Hace como un cuarto de siglo, la hermana Romney y yo nos mudamos a un barrio donde se comenzaba la construcción de una capilla. El monto de la contribución que el obispo pensó que yo debía dar me dejó asombrado; era por lo menos el doble de lo que a mi parecer debiera haber pedido. Sin embargo le dije: ‘Voy a pagarlo, obispo, pero tendré que pagarlo en cuotas porque no tengo el dinero’. Y así lo hice hasta que me faltaban más o menos tres pagos para alcanzar la suma total. Pero un día, como es mi costumbre, estaba leyendo el Libro de Mormón y llegué a la escritura que dice, ‘si un hombre… presenta una ofrenda, [y] lo hace de mala gana… le es contado como si hubiese retenido la ofrenda; por tanto, se le tiene por malo ante Dios’ (Moroni 7:8).

“Esto me conmovió porque ya había pagado alrededor de mil dólares. Entonces, después de terminar lo que había prometido pagar, pagué más… para convencer al Señor que lo había hecho de buena voluntad” (Relief Society Magazine, febrero de 1969, págs. 84–85).

El Señor ha prometido que Él nos bendecirá cuando donemos de buen grado en el pago de los diezmos y de las ofrendas.

Leer 3 Nefi 24:10–12.

¿Qué nos promete el Señor cuando pagamos nuestro diezmo?

El presidente Joseph F. Smith relata la siguiente historia acerca de las bendiciones originadas en el pago de los diezmos:

“Recuerdo vivamente una circunstancia que sucedió en mi niñez. Mi madre era viuda y tenía que mantener a una familia numerosa. Una primavera, al abrir nuestro depósito de papas, mandó a sus hijos hacer una carga con las mejores papas y las llevó a la oficina de diezmos. Habían escaseado las papas esa temporada. Yo era todavía pequeño en esa época y me tocó guiar el tiro de caballos. Cuando llegamos a la entrada de la oficina de diezmos, en el momento de descargar las papas, uno de los secretarios dijo a mi madre: ‘Hermana Smith, es una vergüenza que usted tenga que pagar diezmos’ …y reprendió a mi madre por pagar sus diezmos, llamándola todo menos sabia y prudente; y dijo que había otros que eran fuertes y aptos para trabajar, los cuales recibían su sostén de la oficina de diezmos. Mi madre se volvió a él y dijo: ‘…¿no le da vergüenza? ¿Quiere negarme una bendición? Si no pagara mis diezmos, yo esperaría que el Señor me retuviera sus bendiciones. Pago mis diezmos, no sólo porque es la ley de Dios, sino porque espero una bendición de ello. Guardando ésta y otras leyes espero prosperar y poder sostener a mi familia’. …Prosperó porque obedeció las leyes de Dios; tuvo lo suficiente para sostener a su familia. Nunca estuvimos tan necesitados como otros… Esa viuda tenía derecho a los privilegios de la Casa de Dios. No se le podía negar ninguna ordenanza, porque fue obediente a las leyes de Dios” (Doctrina del Evangelio, págs. 222-223).

¿Por qué pidió la hermana Smith a sus niños que eligieran las mejores patatas para pagar con ellas su diezmo?

¿Cómo ayudó esta experiencia a que los niños entendieran la importancia de los diezmos?

¿Qué bendiciones recibió la hermana Smith por pagar sus diezmos?

Un líder de la Iglesia dijo lo siguiente acerca de las bendiciones que recibimos cuando pagamos nuestras ofrendas y diezmos:

“El Señor cumple Sus promesas. Verdaderamente abre las ventanas de los cielos y derrama bendiciones sobre los que son fieles y obedecen Sus mandamientos… Estas bendiciones pueden venir en forma material o pueden cumplirse en forma espiritual, trayéndonos fuerza, paz y tranquilidad” (Henry D. Taylor, “…y derramaré sobre vosotros bendición”, Liahona, diciembre de 1974, pág. 44).

Conclusión

El Señor nos ha dado la ley del diezmo al igual que el mandamiento de contribuir con ofrendas. A medida que lo hacemos, estamos construyendo el Reino de Dios. Llevamos así la felicidad a muchas personas sobre la tierra, y ayudamos a los muertos a recibir las bendiciones del Evangelio.

Cuando obedecemos estas leyes, demostramos amor por nuestro Padre Celestial, por Su Hijo Jesucristo, y por nuestros hermanos y hermanas. También demostramos nuestra fe en Dios y recibimos a cambio bendiciones temporales y espirituales que valen mucho más que el dinero que demos.

Cometidos

  1. Si aún no lo está haciendo, comprométase a pagar un diezmo fiel y a asistir a la reunión de ajuste de diezmos este año.

  2. Considere cuidadosamente sus ofrendas a la Iglesia. Si piensa que debe donar más, hágalo. Decídase a hacer todo lo que pueda para fomentar la obra del Señor en este sentido.

  3. Enseñe a su familia las bendiciones del pago de diezmos y ofrendas. Ayude a su familia a obedecer estas leyes.

Pasajes adicionales de las Escrituras

  • Génesis 14:19–20 (Abraham pagaba diezmos).

  • 2 Crónicas 31:5–6 (los israelitas pagaban diezmos).

  • Nehemías 10:37–38 (los hijos de Israel pagaban diezmos).

  • Alma 13:13–16 (Abraham pagaba diezmos).

  • D. y C. 64:23 (el que es diezmado no será quemado).

Preparación del maestro

Antes de presentar esta lección:

  1. Escriba en la pizarra: “¿Robará el hombre a Dios?”

  2. Repase el capítulo 32 de Principios del Evangelio. “El diezmo y las ofrendas”.

  3. Pida a algunos miembros de la clase que lean o presenten las historias y los pasajes de las Escrituras que se encuentran en esta lección.