Recursos para la familia
La enseñanza de los hijos por medio del ejemplo y de la instrucción


Lección 12

La enseñanza de los hijos por medio del ejemplo y de la instrucción

Objetivo

Ayudar a los participantes a entender que los padres son responsables de enseñar a sus hijos por medio del ejemplo y de la instrucción, y de buscar la inspiración divina en todos sus esfuerzos por enseñar.

Preparación

  1. A medida que usted se prepara para enseñar, busque la forma de seguir los principios que se dan bajo “Sus responsabilidades como maestro” (páginas X–XIII de este manual).

  2. Lea los encabezamientos de la lección que se encuentran en negrilla, los que dan una reseña de las doctrinas y los principios de ésta. Como parte de su preparación, medite con respecto a las formas de ayudar a los participantes a aplicar estas doctrinas y principios. Busque la guía del Espíritu para decidir en qué debe hacer hincapié a fin de satisfacer las necesidades de los participantes.

  3. Si tiene a disposición el Manual de sugerencias para la noche de hogar (31106 002), estudie “La enseñanza por medio del ejemplo”, en las páginas 266–268 y “Razonemos con los niños”, en la página 269. Considere el referirse a esos artículos durante la lección.

Sugerencias para el desarrollo de la lección

Los padres son responsables de enseñar a sus hijos.

Comparta la siguiente historia relatada por el presidente Gordon B. Hinckley, decimoquinto Presidente de la Iglesia:

“Poco después de que mi esposa y yo nos casamos, edificamos nuestra primera casa. Teníamos muy poco dinero e hice yo mismo gran parte del trabajo… El jardín tuve que hacerlo yo solo. El primero de los muchos árboles que planté fue una acacia negra sin espinas… Era un arbolito pequeño, quizás de unos dos centímetros de diámetro, y era tan flexible que podía doblarlo con facilidad en cualquier dirección. No le presté mucha atención al pasar los años.

“Hasta que un día invernal en que el árbol no tenía hojas, lo vi casualmente al mirar por la ventana; me fijé entonces en que se inclinaba hacia el poniente, que estaba deforme y desequilibrado. Me costó creerlo. Salí y traté con todas mis fuerzas de enderezarlo, pero el tronco ya medía casi 30 centímetros y mi fuerza no era nada en contra de él…

“Cuando lo planté, un pedacito de cuerda lo hubiera mantenido derecho en contra de la fuerza del viento. Yo habría podido y debí haberle puesto esa cuerdecita con tan poco esfuerzo; pero no lo hice, y se dobló ante las fuerzas que cayeron sobre él” (“Instruye al niño en su camino…”, Liahona, enero de 1994, págs. 68–69).

• ¿Se aplica la experiencia del presidente Hinckley a la responsabilidad de los padres de enseñar a sus hijos? ¿Por qué? (A medida que los participantes analicen esta pregunta, lea con ellos Proverbios 22:6.)

Al referirse a esa experiencia con el árbol, el presidente Hinckley dijo: “He visto algo similar, muchas veces, en niños cuyas vidas he observado. Los padres que los trajeron al mundo virtualmente abdicaron su responsabilidad y los resultados han sido trágicos. Unos pocos y sencillos soportes les habrían dado la fortaleza para resistir las fuerzas que han dado forma a su vida” (Ibíd, pág. 69).

Explique que el Señor ha dado a los padres el deber sagrado de enseñar a sus hijos. Esa responsabilidad no se debe tomar a la ligera ni dejar a cargo de otras personas. El élder M. Russell Ballard, del Quórum de los Doce Apóstoles, recalcó:

“No podemos y no debemos permitir que la escuela, la comunidad, la televisión e inclusive las organizaciones de la Iglesia establezcan los valores de nuestros hijos. El Señor ha depositado ese deber en las manos de padres y madres y no podemos librarnos de él ni delegarlo. A pesar de que otras personas colaboren, los padres son los responsables. Por tanto, debemos proteger la santidad de nuestros hogares ya que es allí donde los niños adquieren sus valores éticos y forman sus actitudes y hábitos para toda la vida” (“Eduquemos a los niños”, Liahona, julio de 1991, pág. 86).

• ¿Por qué es esencial que los padres enseñen a sus hijos en vez de dejar esa responsabilidad en otras manos? ¿Cuál es el riesgo que se corre cuando los padres no cumplen esa responsabilidad?

• ¿En qué forma pueden los familiares, por ejemplo los abuelos y los tíos, apoyar los esfuerzos de los padres por enseñar a sus hijos?

Los padres pueden recibir inspiración para enseñar a sus hijos.

Pida a los participantes que abran sus ejemplares de las Escrituras en Doctrina y Convenios 42:14 y explique que ese versículo tiene una clave importante para los padres en relación con la enseñanza de sus hijos. Luego lea el versículo con los participantes.

• ¿Cuál es la clave que se encuentra en este versículo? (Debemos enseñar por el Espíritu.) ¿Qué significa enseñar por el Espíritu?

Lea 2 Nefi 32:5 y 33:1 con los participantes. Haga notar que el Espíritu Santo nos puede ayudar a saber lo que debemos hacer y decir. Cuando los padres enseñen de acuerdo con lo que dicte el Espíritu Santo, el Espíritu Santo llevará el mensaje al corazón de los hijos.

Comparta el siguiente consejo que da el presidente Gordon B. Hinckley:

“Padres, amen a sus hijos y valórenlos. ¡Son tan preciosos y tan extremadamente importantes! Ellos son el futuro. Para criarlos, necesitan algo más que su propio conocimiento, necesitan la ayuda del Señor; oren para obtenerla y obedezcan la inspiración que reciban” (“La trama de la fe y del testimonio”, Liahona, enero de 1996, págs. 102–103).

• ¿Por qué necesitan los padres inspiración en sus esfuerzos por enseñar a sus hijos? ¿Qué pueden hacer los padres para tener la influencia del Espíritu Santo al enseñar a sus hijos?

Comparta el siguiente relato del élder F. Enzio Busche, de los Setenta:

“En una ocasión en que las circunstancias hicieron necesario que yo me encontrara en mi hogar a una hora fuera de lo normal, pude oír a mi hijo de 11 años, que en ese momento llegaba de la escuela, dirigirse a su hermana menor con palabras poco alabadoras. Esas palabras me ofendieron, porque nunca pensé que las oiría de un hijo mío. En mi enojo, mi reacción natural fue levantarme de la silla y disciplinarlo. Afortunadamente, para poder ir a donde él estaba, tenía que cruzar el cuarto y abrir la puerta. Recuerdo que en esos segundos que me llevó atravesar la corta distancia, oré fervorosamente a mi Padre Celestial para que me ayudara a resolver esa situación. Una gran calma me sobrevino y dejé de sentirme enojado.

“Mi hijo, sorprendido al verme en casa, se mostró atemorizado cuando me acerqué. Me sorprendí yo mismo al oírme decirle: ‘¡Bienvenido a casa, hijo!’ y le extendí la mano para saludarlo. Y en un estilo muy formal lo invité a sentarse junto a mí en la sala para que pudiéramos tener una pequeña conversación. Le expresé mi amor y hablamos de las batallas que cada uno de nosotros debe enfrentar a diario.

“Cuando le estaba manifestando la confianza que le tenía, él comenzó a llorar, me confesó sus debilidades y se sintió sumamente culpable. Me correspondió a mí entonces poner sus sentimientos de culpabilidad en un plano adecuado y ofrecerle mi apoyo y consuelo. Un hermoso espíritu se apoderó de nosotros y terminamos llorando, abrazados en amor y finalmente en gozo. Lo que pudo haber sido una desagradable confrontación entre padre e hijo se convirtió, por medio del poder de ese amor al cual me he estado refiriendo, en una de las más hermosas experiencias que hemos tenido” (véase “Los lazos familiares se fortalecen con amor”, Liahona, julio de 1982, pág. 140.).

• ¿Qué habría sucedido si ese padre se hubiera dejado llevar por su impulso y hubiera actuado con ira?

Pida a los participantes que relaten alguna experiencia en la que el Espíritu Santo les haya guiado a enseñar o a ayudar a un hijo de una forma distinta a la que quizá habían planeado originalmente.

• ¿Qué pueden hacer los padres para prepararse para recibir la guía del Espíritu Santo? (A medida que los participantes analicen esta pregunta, invítelos a leer algunos o todos los siguientes pasajes de las Escrituras: Alma 17:2–3; D. y C. 11:21; 20:77; 121:45–46; 136:33.)

Los padres enseñan por medio del ejemplo y de la instrucción.

Explique que los padres enseñan a los hijos en dos formas generales: por medio del ejemplo y por medio de las palabras.

• ¿De qué forma el ejemplo de los padres da un significado adicional a lo que enseñan en forma verbal a sus hijos?

Pida a los participantes que lean la siguiente declaración que dio el élder JamesE. Faust mientras servía en el Quórum de los Doce Apóstoles (página 49 de Matrimonio y relaciones familiares, Guía de estudio para el participante):

“Cuando los padres enseñan a sus hijos a evitar el peligro, no es apropiado decirles: ‘Tenemos más experiencia y conocimiento que ustedes sobre las cosas del mundo; nosotros podemos arriesgarnos’. La hipocresía de los padres puede hacer que los hijos… duden de lo que éstos les enseñen. Por ejemplo, cuando los padres van a ver películas que prohiben a sus hijos, éstos luego dudan de las enseñanzas de sus progenitores. Si se espera que los hijos sean honrados, los padres también deben serlo. Si se espera que los hijos sean virtuosos, los padres también deben serlo. Si se espera que los hijos sean honorables, los padres deben serlo” (“Lo más difícil del mundo: ser buenos padres”, Liahona, enero de 1991, pág. 38).

• ¿Qué pueden hacer los padres para enseñar los principios del Evangelio por medio del ejemplo?

Mientras servía como Obispo Presidente, el obispo Robert D. Hales dijo: “Al meditar sobre mi… relación con los miembros de mi propia familia, recuerdo sin querer el ejemplo que recibí de mis padres” (“¿Cómo nos recordarán nuestros padres?”, Liahona, enero de 1994, pág. 8). Los siguientes recuerdos muestran la forma en que el obispo Hales aprendió de sus padres:

“Mi padre me enseñó a respetar el sacerdocio. Mientras desempeñaba mis deberes en el Sacerdocio Aarónico, solíamos pasar la Santa Cena en bandejas de aluminio, las cuales a menudo estaban opacas con manchas de agua que se derramaba. Como poseedor del sacerdocio, yo tenía la responsabilidad de ayudar a preparar la Santa Cena. Papá me pidió que llevara las bandejas a casa, y juntos las limpiamos hasta que quedaron relucientes. Cuando repartía la Santa Cena, sabía que habíamos ayudado a hacer esa ordenanza un poco más sagrada” (Ibíd, pág. 8).

“Estoy agradecido por una madre que vivía dedicada a su marido y a sus hijos, una madre que nos enseñó con el ejemplo; agradecido por su abnegado servicio en la Sociedad de Socorro durante más de treinta años. Cuando tenía dieciséis años, tuve el privilegio de aprender de ella porque me llevaba consigo mientras ayudaba al obispo a cuidar de los pobres y necesitados” (“Gratitud por la bondad de Dios”; Liahona, julio de 1992, pág. 71).

• ¿Qué oportunidades tienen los padres de enseñar a sus hijos por medio de la palabra?

A medida que los participantes analizan esta pregunta, explique que en la lección 16 se hablará de la oración familiar, del estudio de las Escrituras en familia y de la noche de hogar para la familia. Además de esas oportunidades establecidas para enseñar hay muchas otras imprevistas que se presentan durante la vida diaria. Esas oportunidades pueden ser momentos de enseñanza poderosos debido a que están estrechamente relacionados con lo que están experimentando en ese momento los hijos. Dado que tales oportunidades van y vienen en forma rápida, los padres tienen que saber reconocerlas a tiempo y estar preparados para enseñar los principios que sus hijos estén en condiciones de aprender.

• ¿Cuáles son algunos de los momentos propicios para la enseñanza, aun cuando no sean planificados, que los padres pueden aprovechar y de los cuales deben estar pendientes? (Si los participantes tienen dificultades en contestar, considere mencionar las siguientes sugerencias para iniciar el análisis.)

Los padres encontrarán momentos propicios para la enseñanza cuando los hijos tengan dudas y preocupaciones o problemas para llevarse bien con sus amigos, cuando se les presenten oportunidades de tomar decisiones o cuando tengan dudas con respecto a ideas que se exponen en los medios de comunicación. Otras oportunidades para la enseñanza se presentan cuando los hijos tienen que aprender de sus errores, cuando prestan algún servicio, cuando tienen que controlar su ira o cuando necesitan ayuda para reconocer la influencia del Espíritu Santo.

• ¿En qué forma algunas rutinas familiares, como la hora de comer o de ir a la cama, presentan oportunidades para enseñar?

• ¿En que forma el pasar tiempo a solas, con cada uno de sus hijos en forma individual, brinda oportunidades a los padres para enseñar? ¿Qué pueden hacer los padres para asegurarse de que pasen tiempo a solas con cada uno de sus hijos?

• ¿Qué han podido enseñar a sus hijos durante esos momentos imprevistos pero propicios para la enseñanza?

Explique que las próximas cuatro lecciones de este curso tratarán principios que los padres deben enseñar a sus hijos y las oportunidades que tienen los padres de enseñar.

Conclusión

Ponga de relieve que cuando los padres buscan la dirección del Señor, Él les guiará en sus esfuerzos por enseñar a sus hijos. Los padres deben ser diligentes y constantes en sus esfuerzos por enseñar por medio del ejemplo y de la palabra.

De acuerdo con lo que le dicte el Espíritu, testifique sobre las verdades analizadas durante la lección.

Refiérase a las páginas 48–53 de Matrimonio y relaciones familiares, Guía de estudio para el participante. Aliente a los participantes a repasar las doctrinas y los principios de esta lección al: 1) seguir por lo menos una de las sugerencias de “Ideas para poner en práctica” y: 2) leer los artículos “Lo más difícil del mundo: ser buenos padres”, por el presidente James E. Faust y “Una mesa rodeada de amor familiar”, por el élder LeGrand R. Curtis. Haga notar que los matrimonios pueden recibir grandes beneficios al leer y analizar juntos los artículos de la guía de estudio.