8: Viva de conformidad con lo que enseña

"8: Viva de conformidad con lo que enseña," Parte A: Su llamamiento para enseñar—Prepárese espiritualmente, ()


Hablando ante un grupo de maestros del Evangelio, el presidente Spencer W. Kimball les amonestó diciendo:“Ustedes deben hacer todo lo que a sus alumnos les enseñan que deben hacer: ayunar, dar su testimonio, pagar los diezmos, asistir a todas las reuniones necesarias, asistir a las sesiones del templo en su debido tiempo, guardar con santidad el día de reposo, prestar servicio de buena gana en la Iglesia, llevar a cabo la noche de hogar y las oraciones familiares, mantenerse solventes y ser honestos y llenos de integridad. (Men of Example [discurso ante instructores de religión, 12 de septiembre de 1975], pág. 7).

El ejemplo personal es uno de los instrumentos más poderosos para la enseñanza. Cuando estamos realmente convertidos, todos nuestros pensamientos y motivaciones son guiados por los principios del Evangelio. En todo lo que hacemos damos testimonio de la verdad.

El élder Bruce R. McConkie enseñó que el testimonio incluye acciones rectas:

“Ser valiente en el testimonio de Jesús es creer en Cristo y Su Evangelio con inalterable convicción; es conocer la veracidad y divinidad de la obra del Señor en la tierra.

“Pero eso no es todo. Es algo más que creer y saber; debemos ser ‘hacedores de la palabra y no tan solamente oidores’. Es más que adorar con palabras, más que limitarse a confesar el divino origen del Salvador; es obediencia y conformidad y corrección personal” (“Sé valiente en la batalla de la fe”, Liahona, abril de 1975, pág. 38).

La influencia del ejemplo

Nuestra conducta puede influir positivamente en las actitudes de aquellos a quienes enseñamos. El presidente Thomas S. Monson relató la siguiente experiencia:

“Durante el servicio fúnebre de una noble Autoridad General, [el élder] H. Verlan Andersen, uno de sus hijos le rindió un tributo, el cual podemos poner en práctica en dondequiera que estemos o en lo que estemos haciendo…

“El hijo del élder Andersen relató que hacía algunos años, él pensaba salir un sá-bado por la noche con una chica de su escuela; y por ese motivo, le pidió a su padre que le prestara el auto. Cuando tuvo las llaves en su poder y se disponía a salir, su padre le dijo: ‘El auto va a necesitar gasolina para mañana; asegúrate de llenarle el tanque antes de regresar a casa’.

“El hijo del élder Andersen relató que las actividades de esa noche habían sido maravillosas: los amigos se reunieron, se sirvió un refrigerio y todos se divirtieron mucho. Sin embargo, con todo el alboroto, se le olvidó seguir las instrucciones de su padre de ponerle gasolina al auto antes de volver a casa.

“Llegó la mañana del domingo. El élder Andersen descubrió que la aguja del gas marcaba que el tanque estaba vacío. El hijo vio a su padre poner las llaves sobre la mesa. En la casa de la familia Andersen eldía de reposo era un día para adorar y dar gracias y no para hacer compras.

“A medida que continuaba su mensaje durante el funeral, el hijo del élder Anderson dijo: ‘Vi a mi padre ponerse el abrigo, decirnos adiós y caminar el largo recorrido hasta la capilla, a fin de asistir a una reunión que tenía esa mañana temprano’. El deber llamaba; la verdad no se sacrificó por la conveniencia.

“Al concluir su póstumo mensaje, el hijo del élder Anderson [comentó]: ‘Ningún hijo jamás ha recibido una mejor instrucción de su padre que yo en aquella ocasión. Mi padre no sólo conocía la verdad, sino que también la vivía’” (“Enseñemos a los hijos”, Liahona, enero de 1998, págs. 20–21).

Nuestra conducta puede asimismo tener una influencia negativa. Por ejemplo, cuando Coriantón, el hijo de Alma, salió en una misión para enseñar a los zoramitas, abandonó su ministerio y cometió graves pecados (véase Alma 39:3). Alma dijo que mucha gente se había descarriado a causa de las acciones de Coriantón, y le dijo:“Cuán gran iniquidad has traído sobre los zoramitas; porque al observar ellos tu conducta, no quisieron creer en mis palabras” (Alma 39:11).

El presidente Heber J. Grant dijo: “Pido a cada hombre y mujer que ocupe un cargo de responsabilidad cuyo deber sea el de enseñar el Evangelio de Jesucristo, que viva de conformidad con el mismo y que guarde los mandamientos de Dios, de modo que su ejemplo personal lo enseñe” (Gospel Standards, compilado por G. Homer Durham [1941], pág. 72).

A medida que usted dé un buen ejemplo al vivir lo que enseña:

  • Sus palabras vibrarán con el Espíritu y llevarán su testimonio al corazón de quienes enseñe (véase 2 Nefi 33:1). El presidente Joseph Fielding Smith escribió: “Ningún hombre o mujer puede enseñar por el Espíritu lo que no practique personalmente” (Church History and Modern Revelation, 2 tomos [1953], 1:184).

  • Ayudará a otros a darse cuenta de que las palabras de Cristo se pueden seguir en la vida diaria.

  • Se pondrán de manifiesto la paz y la felicidad que sienta al vivir el Evangelio. Se mostrará en su rostro, en sus palabras y en el poder de su testimonio.

  • Aquellos a quienes enseñe confiarán en usted y estarán más dispuestos a creer en lo que les esté enseñando.

  • Su propio testimonio crecerá. “El que quiera hacer la voluntad de [mi Padre]”, enseñó el Salvador, “conocerá si la doctrina es de Dios” (Juan 7:17). Quizás piense que usted carece de entendimiento en cuanto a un determinado principio que esté preparándose a enseñar. Sin embargo, al orar mientras lo estudia, al esforzarse por vivir en base a ese principio, al prepararse para enseñarlo y entonces al compartirlo con otros, su propio testimonio personal se fortalecerá y profundizará.

Esforzándose por vivir el Evangelio

Enseñar el Evangelio requiere algo más que prepararse y hacer presentaciones. El élder Richard G. Scott explicó lo siguiente:

“Su cometido de enseñar a los amados hijos de nuestro Padre Celestial no se relaciona solamente con las largas horas que dedique a preparar cada lección ni las muchas horas de ayuno y oración en procura de ser un maestromás eficiente. Es el cometido de vivir cada hora de su existencia conscientemente de acuerdo con las enseñanzas y el ejemplo del Salvador y de Sus siervos. Es el cometido de tratar constantemente de ser cada vez más espiritual, cada vez más dedicado y cada vez más merecedor de ser el conducto por el cual el Espíritu del Señor pueda llegar al corazón de aquellos a quienes se le han confiado a usted para darles un mayor entendimiento de Sus enseñanzas” (“Four Fundamentals for Those Who Teach and Inspire Youth”, en Old Testament Symposium Speeches, 1987, pág. 1).

Aunque no será perfecto en cada cosa, usted puede hacer el esfuerzo de ir siendo cada vez más perfecto en vivir las verdades que enseña. A medida que se esfuerce continuamente por vivir de acuerdo con los principios del Evangelio, encontrará una fortaleza y un poder mayores en su enseñanza de esos principios.