Enseñanzas de los Presidentes de la Iglesia
Introducción


Introducción

Cada capítulo de este libro contiene cuatro secciones: (1) una cita inicial que introduce en forma breve el tema central del capítulo; (2) “De la vida de John Taylor”, que es una introducción en la que se ilustran los mensajes del capítulo con un relato o consejo del presidente Taylor; (3) “Enseñanzas de John Taylor”, sección en la que se presentan doctrinas importantes de sus muchos mensajes y discursos; y (4) “Sugerencias para el estudio y el análisis”, que es la sección en la que, por medio de preguntas, se anima al lector al estudio y a la reflexión personales, se insta a un análisis más amplio y a la aplicación de las enseñanzas a nuestra vida en la actualidad.

Cómo emplear este libro

Para el estudio personal o familiar. Este libro tiene por objeto ampliar la comprensión individual de los miembros de la Iglesia con respecto a los principios del Evangelio que enseñó el presidente John Taylor. Mediante la lectura con oración y el estudio meditativo, cada miembro podrá recibir un testimonio personal de estas verdades. Además, este volumen se sumará a la biblioteca de textos sobre el Evangelio de los miembros de la Iglesia y les servirá de importante fuente de consulta tanto para la enseñanza de la familia como para el estudio en casa.

Para analizar en las reuniones dominicales. Este libro es el texto de estudio de las reuniones de quórum del Sacerdocio de Melquisedec y de las reuniones dominicales de la Sociedad de Socorro. El élder Dallin H. Oaks enseñó que los libros de la serie Enseñanzas de los Presidentes de la Iglesia “contienen doctrina y principios. Son valiosos y apropiados en cuanto a las necesidades de nuestros días y son magníficos para la enseñanza y el análisis”1. Los maestros deben concentrarse en el contenido del texto, en los pasajes de las Escrituras relacionados con él y deben aplicar esas enseñanzas a las circunstancias con las que los miembros de la clase estén familiarizados.

Los maestros deben valerse de las preguntas que aparecen al final del capítulo para animar el intercambio de ideas en la clase. El repasar las preguntas antes de estudiar las palabras del presidente Taylor les servirá para adquirir una comprensión más profunda de sus enseñanzas.

Las reuniones dominicales deben concentrarse en los principios del Evangelio, en ejemplos personales que enseñen esos principios y en testimonios de la verdad. Si el maestro busca con humildad el Espíritu tanto al preparar como al dirigir la lección, todos los que participen serán fortalecidos en su conocimiento de la verdad. Los líderes y los maestros deben animar a los miembros de la clase a leer los capítulos antes de tratarlos en las reuniones dominicales; además, deben recordarles que lleven a las reuniones sus respectivos ejemplares del libro y deben enseñar las palabras del presidente John Taylor a fin de respetar así la preparación que hayan realizado los miembros. Si los miembros de la clase leen el capítulo con anticipación, estarán preparados para enseñarse y edificarse los unos a los otros.

No es necesario ni se recomienda que los miembros compren textos adicionales de comentarios o referencias para complementar el material del libro. Se insta a los miembros a leer los pasajes de las Escrituras que se sugieren para ampliar el estudio de la doctrina.

Puesto que este texto está diseñado para el estudio personal y para referencia del Evangelio, muchos de los capítulos contienen más material del que se puede tratar en las reuniones dominicales. Por consiguiente, el estudio en casa es esencial para sacar el mayor provecho de las enseñanzas del presidente Taylor.

Fuentes que se citan en este libro

Las enseñanzas del presidente John Taylor que se encuentran en este libro son citas directas de diversas fuentes. En el texto original en inglés, se hicieron algunas modificaciones en la redacción a fin de mejorar la amenidad de la lectura. Por esa razón, el lector podrá advertir pequeñas faltas de uniformidad.

Notas

  1. “La enseñanza del Evangelio”, Liahona, enero de 2000, pág. 96.