Enseñanzas de los Presidentes de la Iglesia
Capítulo 10: Inundar la tierra con el Libro de Mormón y absorber sus enseñanzas nosotros mismos


Capítulo 10

Inundar la tierra con el Libro de Mormón y absorber sus enseñanzas nosotros mismos

“Hay un poder en [el Libro de Mormón] que empezará a fluir en la vida de ustedes en el momento en que empiecen a estudiarlo seriamente”.

De la vida de Ezra Taft Benson

En la conferencia general de abril de 1989, el presidente Thomas S. Monson leyó un mensaje del presidente Ezra Taft Benson para los niños de la Iglesia. En él, el presidente Benson dijo:

“Sé que están leyendo el Libro de Mormón porque he recibido cientos de cartas personales en las que ustedes me dicen que están leyendo este libro sagrado. Me hace llorar de gozo el saberlo…

“¡Cuánto me complace saber del amor que ustedes tienen por el Libro de Mormón! Yo también lo atesoro y el Padre Celestial desea que continúen aprendiendo de este libro todos los días. Es una dádiva especial de nuestro Padre Celestial para ustedes y si siguen sus enseñanzas aprenderán a hacer la voluntad de nuestro Padre Celestial”1.

Por toda la Iglesia, los Santos de los Últimos Días hicieron caso a ese consejo de su profeta. Los siguientes relatos son ejemplos de las bendiciones que recibieron los que respondieron al llamado del presidente Benson de “inundar la tierra con el Libro de Mormón y absorber sus enseñanzas ellos mismos”2.

“‘¡No es posible que esté hablando en serio!’, pensó Margo Merrill… cuando escuchó por primera vez que el presidente Ezra Taft Benson había pedido que los padres leyeran el Libro de Mormón con sus hijos. ‘Mis hijos apenas tienen seis, cinco y dos años de edad. Lo único que haría sería perder el tiempo y la paciencia’.

“Aún así, los hermanos Merrill decidieron tratar de leer el Libro de Mormón con sus hijos. Cuando llegaron al relato de que Nefi rompió su arco, Melissa, de seis años, enfermó de pulmonía.

“‘Melissa me rogó que la dejara ir a la escuela, aun cuando estaba enferma’, [dijo] Margo. ‘Dijo que si no regresaba, su amiga Pamela —que es miembro de otra iglesia— no se iba a enterar de lo que le había sucedido a Nefi, tras lo cual Melissa sollozó y se dejó caer en mis brazos. Le sequé las lágrimas y le sugerí que llamara a Pamela por teléfono y que le dijera lo que le había sucedido a Nefi.

“‘Al escuchar a Melissa relatar en detalle el incidente del arco roto de Nefi, recordé lo que había pensado anteriormente sobre perder el tiempo y la paciencia al leer el Libro de Mormón a mis hijos pequeños. ¡Realmente había subestimado su capacidad de aprender las lecciones del Libro de Mormón!’”3.

Howard J. McOmber II meditó sobre la exhortación del presidente Benson de inundar la tierra con el Libro de Mormón. Se preguntó: “¿De qué manera puedo yo personalmente ser una parte importante de una inundación de ese tipo?

“Entonces, una noche”, dijo el hermano McOmber, “al estar meditando en ese problema, me di cuenta de que podía dar a cada persona de mi cuadra la oportunidad de recibir un ejemplar del Libro de Mormón.

“Pero había un problema: ellos me conocían. Sabían que mi perro ladraba con demasiada frecuencia… y muy temprano en la mañana. Sabían que mi jardín no era el mejor cuidado del vecindario. Sabían cuáles eran mis faltas como vecino; probablemente me rechazarían.

“Decidí tener fe y proceder de todos modos. Les iba a ofrecer el libro, aunque lo tiraran a la basura o dejaran que acumulara polvo por años en algún estante. Sin embargo, me vi a mismo pensando negativamente; casi me había convencido a mí mismo de que nada resultaría de mis esfuerzos.

“Luego recordé que yo conocía a mis vecinos por lo menos tan bien como ellos me conocían a mí. Unos cuantos habían dicho chistes de carácter turbio en la última junta para el desarrollo de la comunidad, y otros habían tomado demasiado en el último asado del vecindario. Algunos parecían tener poco propósito en su vida. Me pregunté cómo hubiera sido yo si no fuera miembro de la Iglesia o si nunca hubiera escuchado sobre el Libro de Mormón. Indudablemente este libro podía ayudar a los que le dieran la oportunidad.

“De modo que me puse en contacto con todas las personas de mi cuadra y les ofrecí un ejemplar del Libro de Mormón; ¡y todos me lo agradecieron! Me fue tan bien que seguí con la siguiente cuadra, completé mi urbanización y me pasé a la siguiente. Cuando terminé, había ido a 104 casas y había entregado cuarenta libros.

“Comenzó a ser más fácil ofrecer ejemplares del Libro de Mormón a mis conocidos.

“Con el tiempo di ejemplares del Libro de Mormón a los 75 empleados de mi trabajo, de los cuales veintitrés recibieron las lecciones misionales; siete se bautizaron más adelante, y cuatro hijos de mis compañeros de trabajo también se unieron a la Iglesia. Un hombre recibió dos lecciones, pero luego perdió interés en investigar la Iglesia. Siete meses después, tras haberse cambiado de trabajo a otra compañía, me llamó para decirme que había estado leyendo el Libro de Mormón y que se había dado cuenta que estaba sintiendo la influencia serena y pacífica del Espíritu, tal como yo lo había descrito. Al poco tiempo, él también recibió todas las lecciones y se bautizó.

“Amo el Libro de Mormón. Lo considero como la tarjeta de presentación del Señor, y me ha maravillado lo fácil que es empezar con él una inundación espiritual en una escala personal. Cuando llevamos a cabo la obra del Señor, contamos con Su ayuda”4.

Otro miembro relató la transformación que tuvo su testimonio al seguir el consejo que dio el presidente Benson de leer el Libro de Mormón: “Cuando el presidente Benson nos desafió a leer el Libro de Mormón, yo tenía 15 años. Yo ya leía fielmente las Escrituras, y me centraba mayormente en el Nuevo Testamento. Pero, por recomendación del presidente Benson, comencé a estudiar el Libro de Mormón todos los días. Fue un momento decisivo para mí. El Nuevo Testamento me había enseñado sobre el ministerio terrenal de Jesucristo, y siempre estaré agradecido por ello; pero yo necesitaba la profundidad que obtuve del estudio del Libro de Mormón. Si bien la Biblia me ayudó a saber lo que Jesús hizo por las personas en la Tierra Santa, el Libro de Mormón me dio una comprensión más profunda de lo que Él ha hecho por mí. Mediante el estudio del Libro de Mormón, obtuve un testimonio de la expiación infinita de mi Salvador. Y más tarde, cuando hice frente a las crisis que pusieron a prueba mi fe, acudí al Libro de Mormón en búsqueda de consuelo y fortaleza. Ahora no dejo pasar un día sin leer el Libro de Mormón”5.

Imagen
Depicts the angel Moroni at left appearing to a kneeling Joseph Smith who has the newly unearthed gold plates lying at his right side. [Supplied title]

Millones de personas han venido a Cristo gracias a las verdades contenidas en el libro que Moroni entregó a José Smith.

Enseñanzas de Ezra Taft Benson

1

El Libro de Mormón fue escrito para nosotros.

El Libro de Mormón… fue escrito para nuestros días. Los nefitas nunca tuvieron el libro, ni tampoco los lamanitas de la antigüedad. Fue escrito para nosotros. Mormón escribió cerca del fin de la civilización nefita. Bajo la inspiración de Dios, que ve todas las cosas desde el principio, compendió siglos de registros, escogiendo las historias, los discursos y los acontecimientos que más nos serían de provecho.

Cada uno de los escritores principales del Libro de Mormón testificó que escribía para generaciones futuras … Si ellos vieron nuestros días y eligieron aquellas cosas que serían de máximo valor para nosotros, ¿no es pensando en ello que deberíamos estudiar el Libro de Mormón? Constantemente deberíamos preguntarnos: “¿Por qué inspiró el Señor a Mormón (o a Moroni o a Alma) para que incluyera esto en su registro? ¿Qué lección puedo aprender de esto que me ayude a vivir en este día y en esta época?”.

Y hay ejemplo tras ejemplo de cómo se contesta esa pregunta. Por ejemplo, en el Libro de Mormón encontramos un modelo para prepararnos para la Segunda Venida. Una gran parte del libro se centra en las pocas décadas antes de la venida de Cristo a América. Por medio de un estudio cuidadoso de ese período, podemos determinar por qué algunos fueron destruidos en los terribles juicios que precedieron a Su venida y qué indujo a otros a pararse ante el templo, en la tierra de Abundancia, y meter sus manos en las heridas de las manos y los pies del Señor.

Del Libro de Mormón aprendemos cómo viven los discípulos de Cristo en tiempos de guerra. Por el Libro de Mormón vemos las iniquidades de las combinaciones secretas expuestas en una gráfica y fría realidad. En el Libro de Mormón encontramos lecciones en cuanto a enfrentar la persecución y la apostasía. Aprendemos mucho sobre cómo hacer la obra misional. Y más que en cualquier otro lugar, en el Libro de Mormón vemos los peligros del materialismo y de poner nuestro corazón en las cosas del mundo. ¿Puede alguien dudar de que este libro sea para nosotros y de que en él encontramos gran poder, consuelo y protección?6.

2

A medida que estudiemos el Libro de Mormón diariamente, el poder del libro fluirá en nuestra vida.

No es sólo que el Libro de Mormón nos enseña la verdad, aunque en realidad así lo hace; no es sólo que el Libro de Mormón da testimonio de Cristo, aunque de hecho también lo hace; hay algo más que eso. Hay un poder en el libro que empezará a fluir en la vida de ustedes en el momento en que empiecen a estudiarlo seriamente. Encontrarán mayor poder para resistir la tentación, encontrarán el poder para evitar el engaño, encontrarán el poder para mantenerse en el camino estrecho y angosto. A las Escrituras se las llama “las palabras de vida” (D. y C. 84:85), y en ningún otro caso es eso más verdadero que en el caso del Libro de Mormón. Cuando ustedes empiecen a tener hambre y sed de esas palabras, encontrarán vida en mayor abundancia7.

Los hombres podrán engañarse los unos a los otros, pero Dios no engaña a los hombres. Por tal razón, el Libro de Mormón expone la mejor prueba para determinar su veracidad, es decir, lo leemos y luego preguntamos a Dios si es verdadero [véase Moroni 10:4]…

Esta es, entonces, la aseveración suprema para la persona de corazón sincero: saber por revelación personal de Dios que el Libro de Mormón es verdadero. Millones lo han puesto a prueba y saben, y millones más sabrán.

Ahora bien, el espíritu, de la misma manera que el cuerpo, tiene la necesidad de nutrición continua. La comida de ayer no es suficiente para proporcionar las necesidades de hoy. Por tanto, no basta con leer sólo de vez en cuando “el más correcto de todos los libros sobre la tierra”, como lo llamó el profeta José Smith (Enseñanzas de los Presidentes de la Iglesia: José Smith, pág. 67).

No todas las verdades son de igual valía, ni todas las Escrituras tienen el mismo valor. ¿Qué mejor forma de nutrir el espíritu que la de deleitarnos frecuentemente con la lectura del libro sobre el cual el Profeta José Smith dijo que “un hombre se acercaría más a Dios por seguir sus preceptos que los de cualquier otro libro”? (Enseñanzas de los Presidentes de la Iglesia: José Smith, pág. 67).8.

¿Habrá consecuencias eternas que dependan de nuestra reacción a este libro? Sí, ya sea para nuestra bendición o para nuestra condenación.

Todo Santo de los Últimos Días debe hacer del estudio de este libro una ocupación de toda la vida. De lo contrario, pondrá su alma en peligro y dejará a un lado lo que unificaría espiritual e intelectualmente su vida entera. Hay una diferencia entre el converso que se edifica sobre la roca de Cristo por medio del estudio del Libro de Mormón y que permanece firmemente aferrado a esa barra de hierro y el que no lo hace así9.

Hay un número cada vez mayor de personas que se han convencido, por medio del Libro de Mormón, de que Jesús es el Cristo. Ahora necesitamos que haya aún más personas que lo utilicen para dedicarse a Cristo. Es necesario que estemos convencidos y consagrados

… Mis amados hermanos y hermanas, leamos el Libro de Mormón y convenzámonos de que Jesús es el Cristo. Releamos constantemente el Libro de Mormón para que en forma más absoluta podamos acercarnos a Cristo, dedicarnos a Él, hacer de Él el centro de nuestra vida y entregarnos totalmente a Él.

Cada día encontramos al adversario a nuestro paso. Los retos de esta época son tanto o aún peores que los de épocas anteriores, y continuarán agravándose tanto en lo espiritual como en lo temporal. Debemos estar cerca de Cristo, debemos tomar a diario Su nombre sobre nosotros, recordarle siempre y guardar Sus mandamientos10.

3

Debemos inundar la tierra con el Libro de Mormón y absorber sus enseñanzas nosotros mismos.

Cada uno de nosotros necesita obtener su propio testimonio del Libro de Mormón mediante el Espíritu Santo, y luego ese testimonio y el Libro de Mormón se deben compartir con otros, a fin de que ellos también puedan saber de su veracidad a través del Espíritu Santo11.

¿Se imaginan lo que pasaría si hubiera muchos ejemplares más del Libro de Mormón en las manos de un número cada vez mayor de misioneros que hubieran nacido de Dios y que supieran cómo utilizarlos? Cuando eso suceda, obtendremos la cosecha abundante de almas que el Señor prometió12.

Imagen
Elder missionaries giving an elderly man a Book of Mormon.

“…tengo una visión de inundar la tierra con el Libro de Mormón”.

Tengo una convicción, y es que entre más enseñemos y prediquemos con base en el Libro de Mormón, más complaceremos al Señor y mayor será el poder que tengamos para hablar. Al hacerlo, aumentará en gran manera el número de conversos, tanto dentro de la Iglesia como de entre los que hacemos proselitismo … Nuestra comisión entonces es enseñar los principios del Evangelio contenidos en la Biblia y en el Libro de Mormón. “….y esto es lo que enseñarán, conforme el Espíritu los dirija” (D. y C. 42:13)13.

El Libro de Mormón es el instrumento que Dios ha designado para “inundar la tierra como con un diluvio, a fin de recoger a [Sus] escogidos” (Moisés 7:62). Es preciso que este sagrado libro de Escrituras ocupe un lugar de mayor importancia, tanto en nuestra predicación como en nuestra enseñanza y en nuestra obra misional

… En esta época de la comunicación electrónica y de la enorme distribución de la palabra impresa, Dios nos hará responsables si ahora no damos a conocer el Libro de Mormón de un modo monumental.

Tenemos el Libro de Mormón, tenemos los miembros, tenemos los misioneros, tenemos los medios y el mundo tiene la necesidad. ¡El momento es ahora!

Mis amados hermanos y hermanas, apenas vislumbramos el poder del Libro de Mormón, la función divina que todavía debe ejercer y el grado máximo con el que se debe difundir…

Insto a todos a que con oración consideremos los pasos que debamos dar en forma individual para integrar este nuevo testigo de Cristo de forma más plena en nuestra vida y en un mundo que tan desesperadamente lo necesita.

Tengo una visión de hogares en alerta, de clases que se avivan y de púlpitos que vibran de entusiasmo con el espíritu de los mensajes del Libro de Mormón.

Tengo una visión de maestros orientadores y maestras visitantes, de oficiales de barrio y de rama, de líderes de estaca y de misión que dan consejos a nuestra gente basándose en el más correcto de los libros de la tierra: el Libro de Mormón.

Tengo una visión de artistas que llevan a películas, al teatro, a la literatura, a la música y a la pintura los excelsos temas y los grandes personajes del Libro de Mormón.

Tengo una visión de miles de misioneros que van al campo misional habiendo memorizado cientos de pasajes del Libro de Mormón para satisfacer las necesidades de un mundo espiritualmente hambriento.

Tengo una visión de toda la Iglesia acercándose más a Dios al guiarse por los preceptos del Libro de Mormón.

De hecho, tengo una visión de la tierra inundada con el Libro de Mormón.14.

Quisiera elogiar a los santos fieles que están esforzándose por inundar la tierra con el Libro de Mormón y absorber sus enseñanzas ellos mismos. No sólo debemos sacar a luz, de manera extraordinaria, más ejemplares de este libro, sino que valerosamente debemos hacer penetrar en nuestra propia vida y en toda la tierra más de sus maravillosos mensajes15.

Sugerencias para el estudio y la enseñanza

Preguntas

  • En la sección 1, repase el consejo del presidente Benson sobre la forma de estudiar el Libro de Mormón. ¿De qué manera nos ayuda ese consejo a enfrentar desafíos? ¿Cuáles son algunos pasajes del Libro de Mormón que se relacionan con los desafíos que enfrentamos?

  • ¿De qué forma ha visto usted el cumplimiento de las promesas que se enumeran en la sección 2? ¿Qué cosas podemos hacer para compartir el Libro de Mormón con las personas que necesitan esas promesas en su vida?

  • ¿Qué cree que significa “inundar la tierra con el Libro de Mormón y también [nuestra] vida”? (Para consultar algunos ejemplos, véase la sección 3).

Pasajes de las Escrituras relacionados con el tema

2 Nefi 27:22; Mormón 8:26–41; Moroni 1:4; 10:3–5; véase también la introducción del Libro de Mormón.

Ayuda para el estudio

A medida que lea, “subraye y marque palabras y frases para distinguir entre los conceptos que se encuentran en un solo [pasaje] … En el margen escriba referencias de las Escrituras que aclaren los pasajes que esté estudiando” (Predicad Mi Evangelio, 2004, pág. 23).

Notas

  1. Véase “A los niños de la Iglesia”, Liahona, julio de 1989, págs. 97, 98; cursiva agregada.

  2. Véase “Cuidaos del orgullo”, Liahona, julio de 1989, pág. 4.

  3. LaRene Gaunt, “Does the Book of Mormon Count?”, Ensign, junio de 1991, pág. 20.

  4. Howard J. McOmber II, en “Finding Truth in the Book of Mormon”, Ensign, enero de 1996, págs. 10–11.

  5. Nombre omitido, manuscrito inédito.

  6. “El Libro de Mormón: La [piedra] clave de nuestra religión”, Liahona, octubre de 2011, págs. 55–56.

  7. “El Libro de Mormón: La [piedra] clave de nuestra religión”, pág. 57.

  8. Véase “Un nuevo testigo de Jesucristo”, Liahona, enero de 1985, pág. 5.

  9. Véase “El Libro de Mormón es la palabra de Dios”, Liahona, mayo de 1988, pág. 7.

  10. Véase “Venid a Cristo”, Liahona, enero de 1988, págs. 84–85.

  11. Véase “El Libro de Mormón y Doctrina y Convenios”, Liahona, julio de 1987, pág. 86.

  12. Véase “Nacidos de Dios”, Liahona, octubre de 1989, pág. 5.

  13. The Teachings of Ezra Taft Benson, 1988, pág. 58.

  14. Véase “Tenemos que inundar la tierra con el Libro de Mormón”, Liahona, enero de 1989, págs. 4, 5–6.

  15. “Cuidaos del orgullo”, pág. 4.