Enseñanzas de los Presidentes de la Iglesia
Capítulo 17: Continuar con el gran proceso de aprendizaje


Capítulo 17

Continuar con el gran proceso de aprendizaje

“Debemos continuar progresando. Debemos aprender continuamente. Es un mandato divino el de continuar aumentando nuestro conocimiento”.

De la vida de Gordon B. Hinckley

“Me encanta aprender”, dijo el presidente Gordon B. Hinckley. “Disfruto de cada oportunidad en que puedo adquirir conocimiento. En realidad, creo en ello y he mantenido firmemente esa postura toda mi vida, que tanto yo como los demás debemos ir en pos de la educación… Desde mi punto de vista, el aprender es un asunto de carácter práctico así como espiritual”1.

Los líderes que servían con el presidente Hinckley como autoridades de la Iglesia se maravillaban de su capacidad de adquirir conocimiento y aplicarlo en su labor. El élder Robert D. Hales, del Cuórum de los Doce Apóstoles, observó: “No he conocido a nadie que pueda aprender más a través de la lectura y del contacto con las personas que él. Cuando asiste a una cena con una persona, al terminar ha adquirido algo de los conocimientos de su interlocutor”. El élder Neal A. Maxwell, también del Cuórum de los Doce Apóstoles, dijo: “Lo que hace que el presidente Hinckley sea único es que recuerda lo que lee y extrae aquello que desea retener. Dispone de un intelecto integrado. Es capaz de aplicar lo que sabe para tomar decisiones prudentes”2.

En su cometido de aprender y mejorar durante toda su vida, el presidente Hinckley siguió el ejemplo de sus padres. Contó lo siguiente acerca de su padre, Bryant S. Hinckley, y su empeño por aprender:

“Cuando él tenía aproximadamente la misma edad que yo ahora, ya se había jubilado; no obstante, se mantenía activo. Vivía en una casa sencilla pero cómoda en una zona rural. Tenía una huerta de árboles frutales y disfrutaba regalar fruta. En el patio de su casa había césped, arbustos y árboles. Había un muro de piedra de unos sesenta centímetros que separaba los dos niveles del terreno. Cuando el clima era bueno, solía sentarse sobre el muro llevando un sombrero para cubrirse del sol veraniego. Cuando íbamos a visitarle, yo me sentaba con él, y sin hacerse mucho rogar comenzaba a hablar de su vida…

“Había sido profesor y un exitoso hombre de negocios. Presidió la mayor estaca de la Iglesia, de más de 15.000 miembros. Sirvió como presidente de misión y en muchos otros llamamientos. Ahora, ya jubilado, se sentaba sobre el muro. Era un ávido lector y tenía una biblioteca estupenda. Era un excelente orador y un gran escritor. Prácticamente hasta el momento de su muerte, poco antes de cumplir 94 años, siguió leyendo, escribiendo y meditando en el conocimiento que había recibido.

“Descubrí que cuando él se sentaba en el muro, a veces durante horas si el día era cálido, reflexionaba en las cosas que había leído en sus libros.

“Pienso que llegó a la vejez magníficamente y con dignidad. Tenía sus libros, con los valiosos tesoros que contenían, las ideas de los grandes hombres y mujeres de todos los tiempos. Nunca dejaba de aprender, y cuando se sentaba en el muro, meditaba profundamente sobre lo que había leído la noche anterior…

“¿Por qué les estoy hablando de un hombre viejo que se sentaba sobre un muro? Se lo cuento porque pienso que encierra una lección para todos nosotros. Nunca debemos dejar de aprender; nosotros creemos en el progreso eterno y que esta vida forma parte de la eternidad, y hemos de vivirla provechosamente hasta su fin”3.

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mujer leyendo las Escrituras

“Buscad conocimiento, tanto por el estudio como por la fe” (D. y C. 88:118).

Enseñanzas de Gordon B. Hinckley

1

El Señor desea que estudiemos para que podamos progresar en lo personal y contribuyamos a la sociedad.

Pertenecen a una Iglesia que enseña la importancia de la educación; han recibido el mandamiento del Señor de educar su mente, su corazón y sus manos. El Señor ha dicho: “Enseñaos diligentemente… de cosas tanto en el cielo como en la tierra, y debajo de la tierra; cosas que han sido, que son y que pronto han de acontecer; cosas que existen en el país, cosas que existen en el extranjero; las guerras y perplejidades de las naciones, y los juicios que se ciernen sobre el país; y también el conocimiento de los países y de los reinos, a fin de que estéis preparados en todas las cosas” (D. y C. 88:78–80)4.

El Señor nos ha dado una maravillosa promesa a los de esta Iglesia. Él dijo: “Lo que es de Dios es luz; y el que recibe luz y persevera en Dios, recibe más luz, y esa luz se hace más y más resplandeciente hasta el día perfecto” (D. y C. 50:24).

Qué declaración tan extraordinaria. Es uno de mis versículos favoritos de las Escrituras. Habla del progreso, de la superación personal, del esfuerzo que conduce a la divinidad, y va de la mano con estas grandes declaraciones: “La gloria de Dios es la inteligencia, o en otras palabras, luz y verdad” (D. y C. 93:36); “y si en esta vida una persona adquiere más conocimiento e inteligencia que otra, por medio de su diligencia y obediencia, hasta ese grado le llevará la ventaja en el mundo venidero” (D. y C. 130:19)…

Qué desafío tan profundo se encuentra en estas maravillosas declaraciones. Debemos continuar progresando. Debemos aprender continuamente. Es un mandato divino el de continuar incrementando nuestro conocimiento…

El Señor les ha dicho a ustedes y a mí: “Buscad palabras de sabiduría de los mejores libros; buscad conocimiento, tanto por el estudio como por la fe. Organizaos… Cesad de ser ociosos” (D. y C. 88:118–119, 124)5.

El Señor desea que eduquen su mente y se adiestren en el campo de su elección. Ya sea para reparar refrigeradores o hacer complicadas cirugías, deben obtener preparación. Procuren la mejor educación posible; conviértanse en trabajadores íntegros en el mundo que tienen por delante… Ustedes traerán honor a la Iglesia y serán generosamente bendecidos debido a esa capacitación.

No hay duda, ninguna en absoluto, de que estudiar vale la pena. No arruinen su vida con atajos… si lo hacen, lo pagarán una, otra y otra vez6.

No basta solo con vivir, eso sería sobrevivir solamente. Es la responsabilidad de cada uno de nosotros el prepararnos para poder aportar algo digno a la sociedad; adquirir más y más luz, para que nuestra luz personal ayude a iluminar a un mundo entenebrecido; y esto se hace posible mediante el aprendizaje, educándonos, progresando y cultivando la mente así como el espíritu7.

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mujer leyendo a un niño

“Desde temprana edad, pongan a sus hijos en contacto con los libros”.

2

Mediante el planeamiento y la autodisciplina los padres pueden crear un ambiente de aprendizaje en sus hogares.

Qué maravilloso e interesante es ver cómo las mentes jóvenes se expanden y fortalecen. Yo soy una de esas personas que aprecian el tremendo potencial para el bien que tiene la televisión, pero también soy de los que censuran la terrible pérdida de tiempo y oportunidades cuando en algunos hogares los niños miran hora tras hora aquello que ni los instruye ni los fortalece.

Cuando era niño vivíamos en una casa grande y vieja; a una de las habitaciones la llamábamos la biblioteca. Contaba con una mesa resistente y una buena lámpara, tres o cuatro sillas cómodas bien iluminadas también, y estantes con libros que cubrían las paredes. Había muchos libros, los cuales mis padres habían adquirido en el transcurso de muchos años.

Nunca nos forzaron a leerlos, pero los ponían en lugares accesibles, donde pudiéramos tomarlos cuando quisiéramos.

Siempre había silencio en aquel salón, ya que se daba por sentado que era un lugar para el estudio.

También había revistas, las de la Iglesia y otras dos o tres revistas buenas. Había libros de historia y literatura, libros de temas técnicos, diccionarios, enciclopedias y un atlas mundial. No había televisión en aquellos tiempos, desde luego. La radio hizo su aparición cuando yo iba creciendo, pero en nuestro hogar prevalecía un ambiente propicio para el aprendizaje. No quiero que piensen que éramos grandes eruditos, pero sí estábamos rodeados de buena literatura, de las grandes ideas de pensadores famosos y del lenguaje de hombres y mujeres de pensamientos profundos que se expresaban hermosamente.

En muchos de los hogares actuales no se cuenta con las posibilidades económicas para formar una biblioteca así. La mayoría de las familias habitan en espacios bastante reducidos, pero con un poco de planeamiento se puede encontrar una esquina o lugar que pueda convertirse en un refugio de los ruidos del exterior, un lugar donde uno pueda sentarse a leer y meditar. Es algo maravilloso tener un escritorio o una mesa, por sencillos que sean, sobre los cuales podamos encontrar los libros canónicos de la Iglesia, algunos buenos libros, las revistas de la Iglesia y otras publicaciones dignas de nuestra lectura.

Desde temprana edad, pongan a sus hijos en contacto con los libros. La madre que no les lee a sus hijos no solo los perjudica a ellos sino que también se perjudica a sí misma. Esto requiere tiempo; sí, mucho tiempo. También exige autodisciplina, que organicemos y administremos los minutos y las horas de cada día; pero nunca resultará una carga al ver que esas mentes jóvenes llegan a conocer caracteres, expresiones e ideas. La buena lectura se puede convertir en una pasión mucho más productiva, en cuanto a sus efectos a largo plazo, que muchas de las otras actividades a las que los niños dedican su tiempo…

Padres y madres… permitan que sus hijos entren en contacto con mentes grandiosas, ideas sublimes, principios eternos y aquello que los edificará y motivará para bien… Traten de crear en sus hogares un ambiente propicio para el aprendizaje y el progreso que suscitará8.

3

La formación académica abre la puerta de las oportunidades para los jóvenes y los jóvenes adultos.

Este es el gran día de las oportunidades para ustedes, jóvenes; es un tiempo maravilloso para estar en la tierra. Se hallan en la cúspide de todas las épocas; tienen acceso a todo el conocimiento de las personas que les han precedido sobre la tierra, el cual está condensado en cursos de donde ustedes pueden adquirir conocimiento en un tiempo relativamente corto, ese conocimiento que los hombres se afanaron por acumular en los siglos anteriores. No se subestimen ni pierdan su gran oportunidad. Pónganse manos a la obra, trabajen en ello, estudien mucho9.

Es muy importante que ustedes, jovencitos y jovencitas, obtengan toda la instrucción posible… La formación académica es la llave que abre la puerta de las oportunidades, y vale la pena sacrificarse para obtenerla. Merece la pena esforzarse por ello, y si educan la mente y adiestran sus manos, serán capaces de realizar una gran contribución a la sociedad de la que forman parte, y su ejemplo honrará a la Iglesia de la que son miembros. Mis jóvenes hermanos y hermanas, hagan todo lo posible por aprovechar cada oportunidad que se les presente de recibir instrucción; y ustedes, padres y madres, animen a sus hijos e hijas a recibir la formación académica que bendecirá las vidas de ellos10.

Quizás no tengan los medios económicos para obtener todos los estudios que desean; hagan que su dinero les rinda lo más posible y aprovechen las becas, subvenciones y los préstamos dentro de sus posibilidades para reembolsarlos11.

No me preocupa lo que quieran ser en tanto que sea algo honorable. Podrían ser mecánicos de autos, albañiles, plomeros (fontaneros), electricistas, médicos, abogados o comerciantes, pero no ladrones. En la profesión que escojan, aprovechen la oportunidad de capacitarse para ello y saquen el máximo provecho de esa oportunidad. La sociedad les recompensará de acuerdo con lo que valen, conforme perciban ese valor. Hoy es el gran día de preparación para cada uno de ustedes. Si eso conlleva sacrificios, entonces sacrifíquense. Ese sacrificio se convertirá en la mejor inversión que hayan hecho, porque cosecharán beneficios de ello todos los días de su vida12.

Insto a cada jovencita a obtener toda la educación posible porque la necesitarán en el mundo al que se incorporarán. La vida es cada vez más competitiva… El mundo está cambiando, y es muy importante que nos preparemos para cambiar con él, y todo esto tiene su lado positivo: Ninguna otra generación en toda la historia ha brindado tantas oportunidades a las mujeres. Su objetivo primordial debe ser un matrimonio feliz, sellado en el templo del Señor, y luego, criar una buena familia; si obtienen una buena educación, estarán mejor preparadas para realizar esos ideales13.

Hay enormes responsabilidades para la mujer dentro de la Iglesia y en la comunidad, que son completamente compatibles con el matrimonio, la maternidad y la crianza de hijos buenos y capaces14.

Toda la gama de la iniciativa humana está actualmente a disposición de la mujer; no hay nada que ustedes no puedan hacer si se esfuerzan por lograrlo. En su sueño de la mujer que quisieran llegar a ser, podrían incluir la imagen de una que esté preparada para servir a la sociedad y aportar algo significativo al mundo del cual forma parte15.

Me siento agradecido porque las mujeres de hoy en día tienen las mismas oportunidades [que los hombres] de estudiar ciencias, profesiones y cualquier otro campo del conocimiento humano. Ustedes tienen tanto derecho como los hombres al Espíritu de Cristo, que ilumina a todo hombre y mujer que viene al mundo (véase D. y C. 84:46). Establezcan sus prioridades en términos del matrimonio y de la familia, pero también busquen formarse académicamente, lo que las llevará a obtener un trabajo satisfactorio y un empleo productivo en caso de que no se casen, o para tener un sentimiento de seguridad y satisfacción en el caso de que se casen16.

Ustedes [hombres jóvenes] tendrán que hacer frente a los grandes retos del futuro. Están entrando en un mundo extremadamente competitivo; deben adquirir la mayor educación posible. El Señor nos ha exhortado en cuanto a la importancia de la educación, la cual los calificará para mayores oportunidades; los preparará para hacer algo que valga la pena en el gran mundo de oportunidades que les espera. Si pueden ir a la universidad y desean hacerlo, háganlo. Si no tienen el deseo de asistir a la universidad, vayan entonces a un centro de estudios profesionales o de negocios a fin de mejorar sus habilidades y aumentar su capacidad17.

Espero que ustedes [jóvenes] valoren las oportunidades educacionales que tienen como una gran bendición. Sé que es monótono, sé que es difícil. Sé que a veces se sienten desanimados. Sé que a veces se preguntan por qué lo hacen, pero sigan haciéndolo, insistan y continúen aprendiendo. Nunca lo lamentarán mientras vivan, sino que lo considerarán una gran bendición18.

4

La educación del espíritu es tan importante, si no más, que la educación de la mente.

Estoy asombrado ante las grandes fuerzas del conocimiento que se manifiestan en nuestra época. Nunca antes se había instruido a tantas personas en el saber del mundo. Cuán poderosa es la formación intensiva que recibe un gran porcentaje de jóvenes en el mundo, quienes se reúnen a diario con profesores para obtener conocimiento de todas las épocas de la humanidad.

La dimensión de ese conocimiento es prodigiosa: Abarca las estrellas del universo, la geología de la tierra, la historia de las naciones, la cultura y los idiomas de los pueblos, el funcionamiento de los gobiernos, las leyes del comercio, el comportamiento del átomo, las funciones del cuerpo y las maravillas de la mente.

Con tanto conocimiento disponible, uno podría pensar que el mundo está cerca de la perfección. Sin embargo, constantemente se ve el otro lado de la moneda: la inmoralidad de la sociedad, los problemas y las contenciones que provocan miseria en la vida de millones de personas.

Cada día somos más conscientes de que la vida es mucho más que ciencia y matemáticas, más que historia y literatura. Es necesario otro tipo de formación, sin la cual la esencia del aprendizaje secular solo podrá llevar a la destrucción. Me refiero a la educación del corazón, de la conciencia, del carácter, del espíritu; esos aspectos indefinibles de nuestra personalidad que tan certeramente determinan lo que somos y lo que hacemos en nuestras relaciones con los demás…

Mientras servía como misionero en Inglaterra, fui a la casa central de la YMCA [Asociación de Jóvenes Cristianos] en Londres. Supongo que ese viejo edificio ya no está desde hace mucho tiempo, pero nunca olvidaré las palabras que encontraban los visitantes en el vestíbulo cada vez que entraban. Eran las palabras de Salomón: “Con todo lo que adquieras, adquiere entendimiento” (Proverbios 4:7).

¿Entendimiento de qué? ¡Entendimiento de nosotros mismos, de los propósitos de la vida, de nuestra relación con Dios, quien es nuestro Padre, de los grandes principios otorgados divinamente que durante siglos han proporcionado el vigor del progreso real de la humanidad!…

Al cursar nuestros estudios seculares, incluyamos en nuestra vida el cultivar el espíritu. Si lo hacemos, Dios nos bendecirá con esa paz y con las bendiciones que provienen solo de Él19.

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Jesucristo.

“Junto con todo lo que estudiamos, debemos procurar el conocimiento del Maestro”.

Jesús dijo: “Aprended de mí… Porque mi yugo es fácil y ligera mi carga” (Mateo 11:29–30).

Me gustaría sugerir que sigamos el mandamiento dado por el Hijo de Dios. Junto con todo lo que aprendemos, aprendamos también de Él. Junto con todo lo que estudiamos, debemos procurar el conocimiento del Maestro. Ese conocimiento complementará maravillosamente nuestra formación secular y nos proveerá el carácter y la vida plena que no se obtienen de ninguna otra forma20.

Les exhorto a que jamás olviden que la educación del espíritu es tan importante, si no más, que la educación de la mente21.

Nuestro gran programa educativo de la Iglesia sigue adelante. La labor de enseñar a los alumnos mediante el programa de Seminarios e Instituto aumenta constantemente… Quienes se han beneficiado de este programa conocen su enorme valor. Allá donde esté disponible, exhortamos a todos a hacer uso de él. No titubeamos en prometerles que aumentarán su conocimiento del Evangelio, fortalecerán su fe y desarrollarán maravillosas amistades”22.

Tomemos sobre nosotros el nombre del Señor y entonces vayamos con fe a compartir de un modo pertinente aquello que bendecirá la vida de la humanidad y traerá paz y gozo al mundo. El mundo necesita una generación de hombres y mujeres instruidos y con influencia, que puedan levantarse y declarar con sinceridad y sin ambigüedad que Dios vive y que Jesús es el Cristo23.

5

Sin importar nuestra edad, siempre podemos adquirir conocimiento, acumular sabiduría y seguir progresando.

Qué extraordinario es el aprendizaje, el proceso por el cual el conocimiento acumulado de los siglos se ha resumido y depurado de manera tal que en un breve periodo aprendemos aquello que llevó largos años de investigación, pruebas y errores.

La educación es el gran proceso de conversión por el cual el conocimiento abstracto se convierte en práctica útil y productiva. Es algo que nunca debe parar; sin importar nuestra edad, siempre podemos adquirir conocimiento y hacer uso de él, podemos acumular sabiduría y sacarle provecho. Podemos entretenernos con el milagro de la lectura y el contacto con las artes, magnificando así la bendición y la realización personal que aporta el vivir. Cuanto más avanzo en años, más disfruto de las palabras de los buenos escritores, tanto antiguos como modernos, y me complazco en leer lo que han escrito24.

Ninguno de nosotros… sabe lo suficiente. El proceso de aprendizaje no tiene fin. Debemos leer, debemos observar, debemos asimilar y debemos meditar en aquello a lo que exponemos nuestras mentes… Creo en el mejoramiento. Creo en el progreso…

Sigan progresando, mis hermanos y hermanas, ya sea que tengan treinta o setenta años. Su diligencia en ello hará que los años pasen más rápido de lo que desean, pero estarán llenos de un dulce y maravilloso placer que agregará sabor a su vida y poder a sus enseñanzas25.

Al este de la [Universidad Brigham Young, en Provo, Utah] se encuentra una montaña. Estoy seguro de que [muchos] al ver la montaña, habrán pensado: “Si tan solo lograra escalar hasta la cumbre, sería interesante contemplar el valle del otro lado”, pero quienes hayan escalado hasta allí, habrán descubierto que no hay tal valle, solo una depresión poco profunda, a la que le siguen montañas más altas para escalar.

Así espero que sea con ustedes… Se darán cuenta que aun cuando su experiencia con el estudio [puede haber] sido fantástica, aún les aguardan oportunidades y desafíos mayores. Aumenten su caudal de información, aumenten sus conocimientos, continúen con el gran proceso de aprendizaje26.

Sugerencias para el estudio y la enseñanza

Preguntas

  • ¿Por qué es importante “adquirir más y más luz” mediante la educación? (Véase la sección 1). ¿De qué manera la instrucción nos ayuda a progresar en forma individual? ¿De qué modo el aprendizaje nos ayuda a “iluminar a un mundo entenebrecido”?

  • Repase el relato del presidente Hinckley acerca de la manera en que sus padres crearon un ambiente de aprendizaje en su hogar (véase la sección 2). ¿Cómo podemos ayudar a los niños a desarrollar amor por el aprendizaje? ¿Cómo podemos ayudar a los niños a que deseen adquirir conocimiento de las fuentes que iluminan y motivan para el bien?

  • ¿De qué manera la educación “abre la puerta de las oportunidades” para los jóvenes y los jóvenes adultos? (Véase la sección 3). ¿De qué modo los jóvenes y los jóvenes adultos pueden tener la habilidad para aprovechar las oportunidades de obtener instrucción?

  • ¿Cómo explicaría el significado de la expresión “la educación del espíritu”? (Véase la sección 4). ¿Cómo podemos educar el corazón, el carácter y el espíritu? En su propia vida, ¿cómo se han complementado el aprendizaje espiritual y el secular?

  • ¿Por qué debemos continuar aprendiendo durante toda nuestra vida? (Véase la sección 5). ¿Cómo podemos mantener la pasión por el aprendizaje durante toda la vida? ¿Qué ha aprendido recientemente que le haya resultado especialmente valioso?

Pasajes de las Escrituras relacionados con el tema

Proverbios 1:5; 2 Pedro 1:1–8; 2 Nefi 9:28–29; 28:29–30; D. y C. 6:7; 90:15; 131:6; 136:32–33

Ayuda didáctica

Una idea que puede fomentar el análisis de las enseñanzas del presidente Hinckley es invitar a los participantes a que compartan lo que hayan aprendido durante su estudio personal del capítulo (para obtener ideas adicionales, véanse las páginas vi–vii de este manual).

Notas

  1. Véase Standing for Something: Ten Neglected Virtues That Will Heal Our Hearts and Homes, 2000, pág. 59.

  2. Véase Sheri L. Dew, Go Forward with Faith: The Biography of Gordon B. Hinckley, 1996, págs. 449–450.

  3. Véase Discourses of President Gordon B. Hinckley, Volume 1: 1995–1999, 2005, págs. 406–407.

  4. Véase “El consejo y la oración de un profeta en beneficio de la juventud”, Liahona, abril de 2001, pág. 34.

  5. Véase “Una conversación con los mayores solteros”, Liahona, noviembre de 1997, pág. 22.

  6. Véase “El consejo y la oración de un profeta en beneficio de la juventud”, págs. 35–36.

  7. Véase Standing for Something, pág. 67.

  8. Véase “El ambiente de nuestros hogares”, Liahona, octubre de 1985, págs. 2–3.

  9. Véase Teachings of Gordon B. Hinckley, 1997, págs. 171–172.

  10. Véase “Pensamientos inspiradores”, Liahona, junio de 1999, págs. 4–5.

  11. Véase “Permanezcan en el sendero de la rectitud”, Liahona, mayo de 2004, pág. 113.

  12. Véase Teachings of Gordon B. Hinckley, págs. 172–173.

  13. Véase “Seamos verídicos y fieles”, Liahona, julio de 1996, págs.102–103.

  14. Véase cita en Barbara W. Winder, “Los ángeles las acompañan”, Liahona, abril de 1989, pág. 16.

  15. Véase “¿Cómo puedo convertirme en la mujer en quien sueño?”, Liahona, julio de 2001, pág. 115.

  16. Véase “Diez dones del Señor”, Liahona, enero de 1986, pág. 72.

  17. Véase “Los conversos y los hombres jóvenes”, Liahona, julio de 1997, pág. 56.

  18. Véase Discourses of President Gordon B. Hinckley, Volume 1, pág. 370.

  19. Véase “With All Thy Getting Get Understanding”, Ensign, agosto de 1988, págs. 2, 5.

  20. Véase “With All Thy Getting Get Understanding”, pág. 5.

  21. En “President Hinckley Visits New Zealand, Australia, and Mexico”, Ensign, agosto de 1997, pág. 77.

  22. Véase “Un milagro hecho posible por la fe”, Liahona, julio de 1984, pág. 85.

  23. Véase “With All Thy Getting Get Understanding”, pág. 5.

  24. Véase “Yo creo”, Liahona, marzo de 1993, pág. 4.

  25. Véase Teachings of Gordon B. Hinckley, págs. 298–299.

  26. Véase Teachings of Gordon B. Hinckley, pág. 299.