Enseñanzas de los Presidentes de la Iglesia
Introducción


Introducción

La Primera Presidencia y el Cuórum de los Doce Apóstoles han establecido la serie Enseñanzas de los Presidentes de la Iglesia para que usted se acerque más a nuestro Padre Celestial y tenga una comprensión más profunda del evangelio restaurado de Jesucristo. A medida que la Iglesia vaya agregando más tomos a esta serie, usted podrá reunir en su hogar una colección de libros de referencia del Evangelio. Estos libros se han preparado para el estudio personal y como recursos para la enseñanza. También pueden servirle para preparar lecciones de noche de hogar, otras lecciones o discursos, y para contestar preguntas en cuanto a la doctrina de la Iglesia.

Este libro presenta las enseñanzas del presidente Gordon B. Hinckley, quien prestó servicio como Presidente de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días desde el 12 de marzo de 1995 hasta el 27 de enero de 2008.

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President Gordon B. Hinckley
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Estudio personal

Al estudiar las enseñanzas del presidente Gordon B. Hinckley, busque la inspiración del Espíritu Santo con espíritu de oración. Las preguntas que figuran al final de cada capítulo le ayudarán a meditar, comprender y aplicar las enseñanzas del presidente Hinckley. Las siguientes ideas también pueden resultarle útiles:

  • Escriba los pensamientos y sentimientos que reciba del Espíritu Santo durante su estudio.

  • Subraye los pasajes que desee recordar. Considere memorizar esos pasajes o anotarlos en sus Escrituras junto a los versículos relacionados.

  • Lea un capítulo o un pasaje varias veces para entenderlo más profundamente.

  • Hágase preguntas como las siguientes: “¿Cómo aumentan las enseñanzas del presidente Hinckley mi comprensión de los principios del Evangelio?”, o bien, “¿Qué desea el Señor que aprenda de esas enseñanzas? ¿Qué desea que haga?”.

  • Pregúntese cómo le pueden ayudar las enseñanzas de este libro en sus desafíos y preocupaciones personales.

  • Comparta lo que aprenda con familiares y amigos.

Cómo enseñar con este libro

Las siguientes pautas pueden serle de utilidad para enseñar con este libro tanto en casa como en la Iglesia.

Prepárese para enseñar

Procure la guía del Espíritu Santo conforme se prepare para enseñar. Estudie el capítulo para sentir confianza en cuanto a su comprensión de las enseñanzas del presidente Hinckley y con espíritu de oración seleccione las que sienta que serán de mayor utilidad.

Quizá desee instar a las personas a las que enseñe a que estudien ellos mismos el capítulo y que presten atención especial a la sección “Sugerencias para el estudio y la enseñanza” que figura al final de cada capítulo.

Fomente el análisis en grupo de las enseñanzas del presidente Hinckley

A medida que enseñe de este libro, invite a los demás a compartir sus ideas, a hacer preguntas, a testificar y a enseñarse mutuamente. Cuando las personas participan activamente, están más preparadas para aprender y para recibir revelación personal.

Permita que los buenos análisis continúen en vez de tratar de cubrir todas las enseñanzas. Dirija los análisis de manera que ayude a los participantes a leer las enseñanzas del presidente Hinckley y a descubrir maneras de poner en práctica dichas enseñanzas en su vida.

Las preguntas al final del capítulo son un valioso recurso para fomentar los análisis. Usted también podría formular sus propias preguntas dirigidas específicamente a las personas a quienes enseña. Las siguientes opciones podrían brindarle ideas adicionales para fomentar el análisis en grupo:

  • Pida a los participantes que compartan lo que hayan aprendido durante su estudio personal del capítulo.

  • Dé asignaciones a los participantes para que lean preguntas seleccionadas del final del capítulo (ya sea en forma individual o en pequeños grupos) y pídales que busquen enseñanzas del capítulo que se relacionen con las preguntas. Después invítelos a compartir sus pensamientos y percepciones.

  • Lean juntos algunas de las enseñanzas del presidente Hinckley que aparecen en el capítulo. Pida a los participantes que den ejemplos de las Escrituras y de sus propias experiencias que ilustren esas enseñanzas.

  • Pida a los participantes que escojan una sección y que la lean en silencio. Luego, invítelos a juntarse en grupos de dos o tres personas que hayan escogido la misma sección para conversar acerca de lo que aprendieron.

Aliente a los participantes a poner en práctica y a compartir las enseñanzas

Las enseñanzas del presidente Hinckley tendrán más significado para los participantes que las pongan en práctica en su vida y las compartan con otras personas. Podría utilizar una o varias de las siguientes ideas:

  • Pregunte a los participantes cómo pueden poner en práctica las enseñanzas del presidente Hinckley en el ámbito de sus responsabilidades en el hogar, en la Iglesia y en otros contextos.

  • Invite a los participantes a compartir experiencias que hayan tenido conforme hayan seguido los consejos del presidente Hinckley.

  • Anime a los participantes a compartir algunas de las enseñanzas del presidente Hinckley con sus familiares y amigos.

Concluya el análisis

Resuma brevemente la lección o pida a uno o dos participantes que lo hagan. Testifique de las enseñanzas que hayan analizado e inste a los participantes a poner en práctica lo que hayan aprendido. Quizá también desee invitar a otros a compartir su testimonio.

Datos sobre las fuentes que se citan en este libro

Las enseñanzas que se presentan en este libro son citas directas de los sermones, escritos y entrevistas del presidente Hinckley. En las citas que provienen de fuentes publicadas, se ha conservado [en el manual en inglés] la puntuación, la ortografía, el uso de mayúsculas y la disposición de los párrafos de las fuentes originales, a menos que haya sido necesario hacer cambios editoriales o tipográficos a fin de facilitar la lectura. Por esta razón, quizá se observen ciertas faltas de uniformidad en el texto.

Además, el presidente Hinckley con frecuencia usaba términos como hombres, hombre, o humanidad o género humano para referirse tanto a hombres como a mujeres. Con frecuencia utilizaba el pronombre personal él para referirse a ambos sexos. En su época eran comunes esas convenciones del idioma.