Introducción

LAPERLA DE GRAN PRECIO MANUAL DEL MAESTRO, (2001), 1–3


Este manual será útil a los maestros para guiar a sus alumnos a través de un estudio secuencial de la Perla de Gran Precio.

Los pasajes de las Escrituras se presentan en bloques para facilitar su estudio. Los puntos negros que se encuentran al principio de cada bloque de Escrituras indican los principios y las doctrinas del Evangelio que los maestros deben tomar en cuenta al preparar y enseñar cada uno de estos bloques.

Cada bloque de Escrituras contiene sugerencias que los maestros pueden utilizar para ayudar a los alumnos a aprender las doctrinas y los principios del Evangelio. Los maestros deben emplear estos métodos de enseñanza, al igual que los suyos propios de acuerdo con las circunstancias y en armonía con los principios y la filosofía educativa que se explican en La enseñanza del Evangelio: Manual para los maestros y los líderes del SEI (1994; artículo 34829 002).

El curso de La Perla de Gran Precio para los institutos de religión puede enseñarse en un semestre o en un trimestre. El maestro debe adaptar la presentación de las lecciones de acuerdo con el número y la duración de las sesiones de clase (véanse la guía para la distribución del tiempo en las páginas 4–5).

Todo maestro debe tener este manual (artículo 34704 002). Los maestros también deben repasar periódicamente La enseñanza del Evangelio: Manual para los maestros y los líderes del SEI; y tanto el maestro como cada uno de los alumnos deben tener sus propios ejemplares de las Escrituras y el manual La Perla de Gran Precio Manual para el alumno (artículo 35852 002).

LA ENSEÑANZA DE LEVANGELIO

El principal objetivo de la enseñanza en la Iglesia es enseñar a “los alumnos el Evangelio de Jesucristo tal como se encuentra en los libros canónicos y en las palabras de los profetas” (La enseñanza del Evangelio: Manual para los maestros y los líderes del SEI, pág. 3). Este manual del maestro ayuda a los educadores a alcanzar ese objetivo al proporcionarles el material necesario para una enseñanza eficaz de la Perla de Gran Precio.

Las Escrituras contienen la palabra de Dios y han sido preservadas y han salido a la luz mediante Su poder. El enseñar las Escrituras es prestar un servicio sagrado y es una de las mejores maneras de “invitar a todos a venir a Cristo” (D. y C. 20:59).

LA ENSEÑANZA EFICAZ

El Espíritu Santo es un miembro de la Trinidad que actúa bajo la dirección de Jesucristo. Su función es enseñar, testificar, revelar, guiar, iluminar, consolar y santificar (véase La enseñanza del Evangelio: Manual para los maestros y los líderes del SEI, pág. 2). Cuando una persona enseña por el poder del Espíritu Santo y los alumnos también tienen el Espíritu, el Señor ha dicho que “se comprenden el uno al otro, y ambos son edificados y se regocijan juntamente” (D. y C. 50:22).

El maestro debe prepararse espiritualmente (véase La enseñanza del Evangelio: Manual para los maestros y los líderes del SEI, pág. 20). Para tener la compañía del Espíritu al enseñar, usted debe:

  1. 1.

    Vivir el Evangelio (véase Juan 14:15–17).

  2. 2.

    Orar (véase 2 Nefi 32:9; D. y C. 42:14).

  3. 3.

    Estudiar las Escrituras (véase D. y C. 11:21).

  4. 4.

    Ser humilde (véase Mosíah 4:10–11).

  5. 5.

    Tener fe en Jesucristo (véase Moroni 7:33).

  6. 6.

    Querer a sus alumnos (véase Juan 15:12).

CÓMO PREPARAR UNA LECCIÓN

La enseñanza eficaz requiere que se decida qué enseñar y cómo enseñarlo (véase La enseñanza del Evangelio: Manual para los maestros y los líderes del SEI, págs. 21–26). Al estudiar las Escrituras, determine los principios, las doctrinas y los acontecimientos que crea que interesarán a los alumnos y aquellos que el Espíritu le indique enseñar (esto es qué enseñar). Luego elija un método de enseñanza o una actividad de aprendizaje para cada principio, doctrina o acontecimiento que haya elegido (esto es cómo enseñar). A medida que prepare y presente cada lección, considere las siguientes sugerencias:

Qué se debe enseñar

  1. 1.

    Primero, estudie el bloque de Escrituras (los versículos o los capítulos que enseñará) hasta que crea que entiende los principios, las doctrinas y los acontecimientos que contiene dicho bloque (véase La enseñanza del Evangelio: Manual para los maestros y los líderes del SEI, pág. 34). Haga una lista de las enseñanzas que serán de mayor valor para los alumnos, incluso los pasajes de las Escrituras que enseñan acerca de Jesucristo y que motivarán a los alumnos a venir al Él.

  2. 2.

    A medida que lea, hágase preguntas que le ayuden a comprender y a aplicar los pasajes de las Escrituras, tales como: ¿Qué principios, doctrinas o acontecimientos se enseñan en estos pasajes de las Escrituras? ¿Qué lecciones del Evangelio podemos aprender de estos versículos? ¿Cómo me siento cuando leo estos versículos? ¿En qué forma los acontecimientos que se relatan en estos versículos son similares a lo que mis alumnos y yo experimentamos?

  3. 3.

    Elija las ideas que desee incluir en la lección. Esas ideas pueden provenir de diferentes fuentes, entre ellas:

    1. a.

      Los principios, las doctrinas y los acontecimientos que descubra al estudiar el bloque de Escrituras.

    2. b.

      Los principios, las doctrinas y los acontecimientos que se enumeran al principio de cada lección de este manual del maestro.

    3. c.

      La Perla de Gran Precio Manual para el alumno.

Escoja con criterio lo que vaya a incluir en la lección dado que no tendrá suficiente tiempo de clase para enseñar todo el material disponible.

Cómo enseñar

  1. 4.

    A continuación, decida cómo enseñar cada una de las ideas que haya elegido (véase La enseñanza del Evangelio: Manual para los maestros y los líderes del SEI, págs. 38–46). Esas ideas pueden provenir de diversas fuentes, entre ellas:

    1. a.

      Los métodos de enseñanza que se le ocurran a medida que estudia el bloque de Escrituras.

    2. b.

      Las sugerencias para la enseñanza que se indican en este manual del maestro.

    3. c.

      Las experiencias personales propias o de otras personas que ilustren los principios del Evangelio que vaya a enseñar.

  2. 5.

    Al decidir cómo enseñar cada idea, recuerde tres puntos importantes (véase La enseñanza del Evangelio: Manual para los maestros y los líderes del SEI, págs. 13–16).

    1. a.

      ¿Qué harán los alumnos durante la lección? Utilice métodos y actividades que motiven a los alumnos a participar.

    2. b.

      ¿Cómo puedo mantener el interés de los alumnos? Cambie los métodos de enseñanza con la frecuencia necesaria a fin de que los alumnos se mantengan interesados.

    3. c.

      ¿Qué ideas, soluciones o conductas resultarán de esta lección? Ayude a los alumnos a aplicar constantemente las enseñanzas de las Escrituras a su propia vida.

  3. 6.

    Organice las diferentes partes de la lección.

  4. 7.

    Decida cuánto tiempo utilizará para enseñar cada parte de la lección. Para hacerlo, asigne un orden de prioridad al material para de ese modo enseñar aquello que sea de mayor importancia para los alumnos. Evite pasar demasiado tiempo en actividades o instrucciones relacionadas con temas de menor importancia y, como consecuencia, deba por falta de tiempo sacrificar instrucción más importante.

  5. 8.

    Al enseñar, recuerde lo siguiente:

    1. a.

      Siga la inspiración del Espíritu en lo que dice y hace. Ayude a los alumnos a comprender que deben pedir que el Espíritu les acompañe y comportarse y vivir de manera que inviten Su compañía conforme participan en la clase.

    2. b.

      Escuche con atención a los alumnos y responda a sus comentarios (véase La enseñanza del Evangelio: Manual para los maestros y los líderes del SEI, págs. 28–30).

    3. c.

      Haga preguntas y comentarios que alienten el intercambio de ideas y fortalezcan la fe (véase D. y C. 38:23; 88:77–78, 122; véase también La enseñanza del Evangelio: Manual para los maestros y los líderes del SEI, págs. 40–41).

    4. d.

      Comparta su testimonio e invite a los alumnos a que compartan el suyo.

    5. e.

      Tenga fe en Dios y en el poder de Su palabra para despertar el interés de los alumnos y bendecirlos (véase 2 Nefi 32:3; Alma 31:5). Tenga confianza en los alumnos y en la capacidad del Señor para ayudarle a tener éxito como maestro.

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