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Pornografía


Pornografía

La pornografía es cualquier material que muestre o describa el cuerpo humano o la conducta sexual en una forma que despierte deseos sexuales. Se distribuye por muchos medios de difusión, entre ellos, revistas, libros, televisión, películas, música e internet. Es tan dañina para el espíritu como lo son el tabaco, el alcohol y las drogas para el cuerpo. El uso de material pornográfico en cualquiera de sus formas es una violación de uno de los mandamientos de Dios: “No cometerás adulterio… ni harás ninguna cosa semejante” (D. y C. 59:6). El hacerlo puede llevar a otros pecados graves. Los miembros de la Iglesia deben evitar cualquiera de las formas de pornografía y deben oponerse a su producción, a su distribución y uso.

La pornografía es trágicamente adictiva. Al igual que otras adicciones, lleva a las personas a experimentar y a buscar una estimulación más potente. Si experimentas con ella y te permites permanecer atrapado en su trampa, te destruirá y te degradará la mente, el corazón y el espíritu; te robará tu respeto propio y el sentido que tienes por las bellezas de la vida; te destrozará y te producirá pensamientos inicuos y posiblemente te incite a cometer hechos inicuos y hará un daño terrible a tus relaciones familiares.

Debido a la naturaleza adictiva de la pornografía y a los daños que puede causar en el cuerpo y el espíritu, los siervos de Dios nos han advertido repetidamente que la rechacemos. Si estás atrapado(a) en la trampa de la pornografía, deja de verla de inmediato y busca ayuda. Por medio del arrepentimiento, podrás recibir el perdón y encontrar esperanza en el Evangelio. Acude al obispo o al presidente de rama, pide su consejo sobre la manera de superar el problema, y procura sanar a través de la expiación de Jesucristo. Pide al Señor que te dé fortaleza para vencer esa terrible adicción.