El perdón

Mujeres Jóvenes, Manual 1, 1994


Objetivo

Que las jovencitas comprendan la importancia que tiene el perdonar a los demás.

Preparación

  1. 1.

    Lleve a la clase un papel y un lápiz para cada alumna.

  2. 2.

    Prepare un cartel (pancarta) con el siguiente versículo: “…Sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo” (Efesios 4:32).

  3. 3.

    Copie en una hoja de papel las palabras del presidente Spencer W. Kimball, que se encuentran en la segunda sección de la lección, y entregue el papel a una de las alumnas, con anticipación a la clase, para que tenga tiempo de estudiarlo a fin de leerlo en voz alta.

  4. 4.

    Asigne a las jóvenes los pasajes de las Escrituras, los relatos o las citas que desee que se lean en la clase en voz alta.

Sugerencias para el desarrollo de la lección

Introducción

Casos para analizar

Entregue a cada joven una hoja de papel y un lápiz, y diga a la clase que usted les describirá dos situaciones y que, al terminar la descripción de cada una, ellas deben escribir lo que harían si estuvieran en una situación similar.

Caso para analizar 1

Mariana le contó una confidencia a su amiga Silvia, confiando en que ella mantendría el secreto de la conversación. Más tarde, se enteró de que Silvia había repetido la conversación a otra persona, y no sólo eso, sino que había agregado detalles que no eran la verdad. Mariana sintió mucha tristeza porque la amiga había faltado a su palabra y había traicionado su confianza; también se quedó muy enojada con ella, tanto, que pensó que no volvería a dirigirle la palabra.

Pida a las jóvenes que escriban lo que harían si estuvieran en el lugar de Mariana.

Caso para analizar 2

Durante los ejercicios de apertura de las Mujeres Jóvenes, Andrea colocó su cartera (bolsa) sobre el banco; cuando se separaron para las clases, se le olvidó llevarla, pero al volver a buscarla se encontró con que había desaparecido. Al día siguiente, Silvana, una chica que hacía muy poco se había mudado al vecindario, fue a verla a su casa y le confesó que se había llevado la cartera; se la devolvió, le explicó cuánto lamentaba lo que había hecho y le pidió perdón. Ella le dijo que no se preocupara más, que la perdonaba y que olvidaría el asunto. Pasaron unos días, y Andrea se encontró con un grupo de amigas con las que se puso a conversar; de pronto, una de ellas les preguntó a las demás si conocían a Silvana.

Dé a las alumnas tiempo para escribir lo que ellas harían si estuvieran en el lugar de Andrea. Dígales que guarden las hojas de papel para otra parte de la lección.

El Salvador enseñó el perdón por medio de la palabra y del ejemplo

Análisis de pasajes de las Escrituras

Explíqueles que Jesucristo enseñó a las personas lo que deben hacer si alguien las ofende.

Dígales que presten atención al pasaje que se leerá y que se fijen en lo que dijo Jesús al respecto. Pida a una de ellas que lea Mateo 5:43–44.

• ¿Cómo deben tratar a alguien que las ofenda?

Jesús enseñó que a Sus seguidores se les exige perdonar a toda persona, que deben amar a sus enemigos y bendecir aun a los que los maldicen. Incluso enseñó que el que no es capaz de perdonar comete un pecado mayor que el del ofensor. Pida a una de las alumnas que lea Doctrina y Convenios 64:9–10.

• ¿Cuán serio es no estar dispuesto a perdonar?

• ¿A quiénes debemos perdonar?

Cita y análisis

Jesús estableció el ejemplo supremo de perdonar a los que nos ofenden y lastiman. Uno de los líderes de la Iglesia, miembro del Quórum de los Setenta, explicó lo siguiente:

“La historia bíblica nos hace saber que no ha habido ningún mortal que haya estado nunca sujeto a la humillación, el dolor y la angustia que experimentó el Salvador del mundo en las últimas horas de Su vida terrenal.

“Después de recibir varias acusaciones falsas, fue traicionado por uno de los que se consideraban parte del círculo de Sus amigos más íntimos; después, lo sometieron a un seudo juicio del cual salió una sentencia dictada más bien por la conveniencia política y por la opinión pública que por la justicia”.

Detenga la lectura de la cita y pregunte a la clase:

• ¿Qué sentirían si se vieran traicionadas por una amiga?

• ¿Cómo tratarían a una persona que las hubiera acusado falsamente de un crimen?

Dígales que los sufrimientos de Jesús no llegaron a su fin con la acusación falsa ni con la traición de uno de Sus amigos. Continúe leyendo:

“Después, en sucesión rápida y atormentadora, siguieron los otros hechos: el largo camino al Calvario cargando la pesada cruz; las injurias de la multitud que le gritaba y lo escupía a lo largo del camino; el vinagre que le dieron a beber y las crueles espinas con que lo ‘coronaron’; y, finalmente, Su cuerpo colgado de la cruz, todo herido y sangrante, y Sus enemigos todavía burlándose de El. Y fue en medio de toda esa aflicción que Jesús rogó, tal vez con profunda reverencia: ‘Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen…’ (Lucas 23:34)” (Robert L. Simpson, “Conference Report”, octubre de 1966, pág. 128).

A fin de obtener el perdón de Dios, debemos aprender a perdonar a nuestros semejantes

Cita y análisis

Explíqueles que cuando ellas perdonan, le dan al Señor la oportunidad de perdonarlas a ellas. El élder Marion D. Hanks, del Quórum de los Setenta, hizo el siguiente comentario: “¿No parece un supremo descaro el esperar que Dios nos perdone cuando nosotros no somos capaces de perdonar abiertamente y en lo íntimo de nuestro corazón?” (“Conference Report”, octubre de 1973, pág. 15).

• ¿Cómo se perdona a una persona “abiertamente” y “en lo íntimo” del corazón?

• ¿Qué debemos hacer para librarnos de los sentimientos de rencor, enojo y revancha hacia los que nos han ofendido, a fin de poder perdonar sinceramente?

• ¿En qué forma nos ayuda la oración a perdonar?

• El comprender al Salvador y llegar a conocerlo mejor, ¿cómo puede influir en ustedes para que sean capaces de perdonar a los demás?

Hágales notar que nuestro Padre Celestial explica en las Escrituras que cuando una persona se arrepiente sinceramente, El le perdona sus pecados y no los recuerda más (véase D. y C. 58:42). Cuando una de ellas haya perdonado a alguien, debe decírselo abiertamente a la persona y luego olvidar la ofensa, no volviendo a mencionarla jamás.

Cita

Pida a la jovencita a quien haya asignado la cita del presidente Spencer W. Kimball que la lea en voz alta.

“…¿Acaso significa que debo perdonar aun cuando mi enemigo permanece frío e indiferente y mal intencionado? No hay ninguna duda.

“Un error muy común es el concepto de que el ofensor debe exculparse y humillarse hasta el polvo antes que se requiera otorgar el perdón. Ciertamente, el que causa el agravio debe hacer su ajuste en forma completa, pero en cuanto al ofendido, éste debe perdonar al ofensor a pesar de la actitud del otro” (El milagro del perdón, La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Ultimos Días, 1976, pág. 288).

• ¿Cómo deben tratar a una persona que las haya herido u ofendido pero que no les haya pedido perdón? ¿Y si ni siquiera demostrara estar arrepentida de lo que hizo?

• ¿Cómo deben tratar a alguien que cometa repetidamente la misma ofensa contra ustedes? (Véase Mateo 18:21–22.)

Cartel (pancarta)

Coloque a la vista de las jóvenes el cartel que haya preparado con este pasaje de las Escrituras: “…Sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo” (Efesios 4:32).

Casos para analizar

Refiérase a los casos para analizar que estudiaron al principio de la clase y pida a las alumnas que reflexionen sobre lo que escribieron como solución para cada uno. Si lo desean, permítales hacer cambios en los comentarios que hayan escrito.

• Si estuvieran en el lugar de Mariana, ¿cómo tratarían a Silvia la próxima vez que la vieran?

• Si tanto Mariana como Andrea perdonaron sinceramente, ¿qué deberían sentir dentro de su corazón?

• Cuando Andrea perdonó a Silvana, le dijo que no se preocupara porque ella olvidaría el asunto. ¿Cuál tendría que ser su comportamiento si de verdad la había perdonado?

El perdón trae consigo amor y bendiciones

Relato y análisis

“Estaba en una iglesia de Munich cuando lo vi, un hombre robusto, con una calvicie incipiente; llevaba puesto un sobretodo gris y tenía un sombrero marrón apretado entre las manos. La gente había comenzado a salir del salón del subsuelo, donde yo acababa de hablar, y se movía a lo largo de las filas de sillas de madera encaminándose hacia la puerta que había en la parte de atrás del cuarto. Era el año 1947, y yo había ido desde Holanda a visitar la derrotada Alemania y llevar el mensaje de que Dios perdona.

“Esa era la verdad que más les hacía falta oír en aquella tierra amargada y destruida por las bombas, y yo les había presentado mi imagen preferida. Quizás sea porque el mar está siempre presente en la mente de un holandés, pero me gustaba imaginar que ahí era donde se arrojaban las transgresiones que habían sido perdonadas. ‘Cuando confesamos nuestros pecados’, les había dicho, ‘Dios los arroja a lo más profundo del océano y desaparecen para siempre…’

“Los rostros solemnes fijaron en mí sus miradas sin atreverse a creer completamente lo que oían. En el año 1947, cuando se pronunciaba un discurso en Alemania, no había nadie que hiciera preguntas al final; la gente se ponía de pie en silencio, en silencio juntaba sus cosas y en silencio salía del cuarto.

“Fue entonces cuando lo vi, caminando hacia adelante, en dirección opuesta a los demás. En un instante divisé el sobretodo y el sombrero marrón; al instante siguiente, vi un uniforme azul y la gorra de visera con la calavera y los huesos cruzados. El recuerdo me inundó como una catarata: el salón enorme, con luces brillantes que dañaban los ojos; el patético montón de vestidos y zapatos en el centro de la sala; la vergüenza de caminar desnudas frente a aquel hombre. Distinguí las frágiles formas de mi hermana que iba delante de mí, con las costillas sobresaliendo debajo de la piel reseca. ¡Qué consumida estabas, Betsie!

“Betsie y yo habíamos sido arrestadas por esconder judíos en nuestra casa durante la ocupación nazi en Holanda y aquel hombre era uno de los guardias del campo de concentración de Ravensbruck, adonde nos habían mandado.

“Y en ese momento se acercaba a mí con la mano extendida: ‘¡Hermoso mensaje, señorita!’, me dijo. ‘¡Qué bueno es saber que, como usted dice, todos nuestros pecados están en el fondo del mar!’

“Y yo, que acababa de hablar tan elocuentemente sobre el perdón, empecé a buscar algo en mi libreta de bolsillo en lugar de tomar la mano que se me extendía. Por supuesto, él no podría acordarse de mí. ¿Cómo iba a recordar a una prisionera entre los miles de mujeres?

“Pero yo sí lo recordaba y me acordaba también del látigo de cuero que colgaba de su cinturón. No tenía dudas de que me encontraba cara a cara con uno de mis carceleros. Me pareció sentir que la sangre se me helaba en las venas. “ ‘En su discurso, usted mencionó Ravensbruck’, me estaba diciendo. ‘Yo era uno de los guardias allá’. No, era indudable que no me recordaba.

“ ‘Empero, después de eso me convertí al cristianismo’, continuó. ‘Sé que Dios me ha perdonado los actos crueles que cometí allí, pero me gustaría oírlo también de sus labios, señorita’. Y otra vez extendió la mano. ‘Usted, ¿me perdona?’

“Y ahí estaba yo —yo, que necesitaba recibir perdón para los pecados que cometía una y otra vez—, y no podía perdonar. Betsie había muerto en aquel lugar. ¿Podía él borrar su lenta y terrible muerte con el mero hecho de pedir perdón?

“No podría haber pasado muchos segundos él de pie, frente a mí, con la mano extendida; pero esos momentos en que tuve que luchar con la decisión más difícil que había tomado en mi vida me parecieron horas.

“Ciertamente, tenía que hacerlo, lo sabía. El mensaje de que Dios perdona lleva una condición inherente: que nosotros perdonemos a los que nos hayan herido. ‘…Si no perdonáis a los hombres sus ofensas’, dijo Jesús, ‘tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas’.

“Conocía también el resultado del perdón, no sólo como un mandamiento de Dios sino como una experiencia diaria. Después de la guerra, había tenido en Holanda un hogar para refugiar a víctimas de la brutalidad nazi, y había observado que los que eran capaces de perdonar a sus enemigos del pasado también eran capaces de regresar al mundo y rehacer su vida, fueran cuales fueran las cicatrices que llevaran. Por otra parte, aquellos que seguían alimentando su rencor se convertían en inválidos. Era terrible, pero era sencillamente así.

“A pesar de ello, allí estaba paralizada, sintiendo que un frío me oprimía el corazón. No obstante, también sabía que el perdonar no es una emoción, sino un acto de la voluntad, y que es posible hacer funcionar la voluntad sea cual sea la temperatura del corazón. ‘…¡Ayúdame!’, rogué silenciosamente. ‘Yo puedo levantar la mano y extenderla; eso puedo hacer. ¡Por favor, haz tú el resto!’

“Entonces, rígida, mecánicamente, extendí la mano y tomé la que se me ofrecía. Al hacerlo, ocurrió algo increíble. Sentí una corriente que me bajaba desde el hombro por el brazo y fluía sobre nuestras manos unidas; y después, la sensación de un cálido bálsamo que inundaba todo mi ser y me llenaba de lágrimas los ojos.

“ ‘¡Lo perdono, hermano!’, exclamé. ‘¡Lo perdono de todo corazón!’

“Por un largo instante nos quedamos frente a frente, el guardia y la prisionera de antaño. Jamás he sentido el amor de Dios con tanta intensidad como lo sentí en aquel momento” (tomado de “I’m Still Learning to Forgive”, por Corrie ten Boom. Publicado con permiso de la revista Guideposts. Derechos de autor reservados por Guideposts Associates, Inc., 1972, Carmel, Nueva York 10512).

Conclusión

Pasaje de las Escrituras y testimonio

Dé conclusión a la lección leyendo a la clase Doctrina y Convenios 64:8–10. Para ilustrar esta enseñanza, hable de un ejemplo personal o cuente una experiencia que otra persona haya tenido. Exprese su testimonio de que si deseamos obtener las bendiciones que el Señor nos ha prometido, debemos vivir de acuerdo con el principio del perdón.

Pasaje de Escrituras Vuelvan a leer el cartel con Efesios 4:32. Exhorte a las jóvenes a ser bondadosas y tener buenos sentimientos hacia los demás, aprendiendo a perdonar y a seguir el ejemplo del Salvador.