Bienestar de la Iglesia: Un toque personal

Durante la conferencia general, varios mensajes se centraron en el 75º aniversario del programa de bienestar de la Iglesia, el cual fue revelado a los profetas por inspiración. De hecho, ha supuesto el cumplimiento de profecías durante muchos años en la vida de los Santos de los Últimos Días, y ha sido una bendición para gente de muchos países en momentos de necesidad y en tiempos de crisis.

Algunos podrán pensar en el programa de bienestar de la Iglesia como un medio para ayudar a los miembros que necesitan alimentos, ropa o refugio. Mientras que eso es parte del programa de bienestar de la Iglesia, dicho programa, que surgió de la inspiración de los líderes de la Iglesia, como el presidente Heber J. Grant (1856-1945) y el presidente Harold B. Lee (1899-1973), se ha convertido en una bendición para comunidades y pueblos de muchas naciones, independientemente de su afiliación religiosa, nivel de creencia o la ausencia de la misma.

Salvar la vida de un bebé

Por ejemplo, durante una visita a un remoto hospital en Sudamérica, el élder Jeffrey R. Holland del Quórum de los Doce Apóstoles, supo de un bebé, cuya vida había sido salvada recientemente, gracias a la capacitación de reanimación neonatal ofrecida por LDS Charities, una faceta del programa de bienestar de la Iglesia. “De no ser por la capacitación de reanimación neonatal que nuestra gente acababa de ofrecer”, dijo el élder Holland, “otro bebé hubiera sido parte de una estadística más; y la diferencia fue que, seis meses antes, no hubiesen sabido qué hacer”.

Muchos esfuerzos en muchas tierras

La capacitación de reanimación neonatal es uno de los varios esfuerzos humanitarios que se encuentran en el programa de bienestar de la Iglesia. Otros programas incluyen: ayuda en emergencias, iniciativas de agua potable, ayuda en la búsqueda de empleo, terapia familiar, ayuda para la adopción, servicios de rehabilitación, y más. Los misioneros de servicios de bienestar y humanitarios están repartidos por todo el mundo para servir a los hijos del Señor.

Ayudando a las personas a ser más fuertes

El programa de bienestar de la Iglesia se estableció hace 75 años, durante la Gran Depresión de Estados Unidos, cuando el presidente Heber J. Grant (1856-1945) se levantó en el tabernáculo y presentó un nuevo programa a la Iglesia. El objetivo inicial fue satisfacer las necesidades básicas de los miembros de la Iglesia que estaban sufriendo, a través de un “un sistema de regalos voluntarios en efectivo o mercancía" para crear un sistema mediante el cual se acabara con la maldición de la ociosidad y la dependencia de la ayuda gubernamental, y que restableciera una vez más “la independencia, la industria, la frugalidad y el amor propio... entre nuestra gente”. Al explicar los objetivos del programa de bienestar de la Iglesia, llamado entonces el Plan de Seguridad de la Iglesia, él prometió que en respuesta a esta “gran proeza”, el Señor “continuaría derramando sus bendiciones, siempre y cuando que el pueblo cumpla su deber para con los pobres”.

Rescatando todo aquello que sea de valor

El presidente J. Reuben Clark (1871-1961), entonces miembro de la Primera Presidencia, dijo que “el verdadero objetivo a largo plazo del Plan de Bienestar es la edificación del carácter de los miembros de la Iglesia, tanto de los que dan como de los que reciben, rescatando desde lo más profundo de su ser todo lo mejor y haciendo florecer y fructificar la riqueza latente del espíritu, que, después de todo, es la misión, el propósito y la razón de ser de esta Iglesia”.

El presidente Lee, aprendió mucho acerca de fortalecer a los necesitados, mientras servía como presidente de la Estaca Salt Lake Pioneer, durante la Gran Depresión, continuó con esa labor después de ser llamado al Quórum de los Doce Apóstoles, ayudando a la Iglesia a ampliar sus esfuerzos de bienestar a las personas y comunidades en muchos países.

Desde entonces, los esfuerzos de la Iglesia continúan utilizando principios divinos, para satisfacer las necesidades básicas de los miembros de la Iglesia; dichos esfuerzos también han llegado más allá de la Iglesia a las comunidades donde viven los miembros de la Iglesia. En muchas maneras, el programa de bienestar ha cambiado la imagen de la Iglesia en el mundo, al tener sus miembros oportunidades de contribuir y servir, y muchos dentro y fuera de la Iglesia son bendecidos por los resultados de la inspirada guía profética. Se salvan vidas, se restaura la esperanza y se elevan espíritus al compartirse el amor. Ése es el programa de bienestar de la Iglesia.

Visite el sitio web de bienestar de la Iglesia, providentliving.org y Humanitarian Services para saber más al respecto.Lea un reportaje sobre el 75º aniversario del programa de bienestar.