Estar anhelosamente consagrados


 

Imaginen lo que millones de Santos de los Últimos Días podríamos lograr en el mundo si funcionáramos como una colmena en nuestro compromiso centrado y concentrado en las enseñanzas del Señor Jesucristo.

El Salvador enseñó que el primer y gran mandamiento es:

“Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma y con toda tu mente …

“Y el segundo es semejante a éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.

“De estos dos mandamientos dependen toda la ley y los profetas” (Mateo 22:37, 39–40).

Las palabras del Salvador son sencillas pero profundas en significado y de gran importancia. Debemos amar a Dios y cuidar a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Imaginen el bien que podríamos hacer en el mundo si todos nos integramos, unidos como discípulos de Cristo, y anhelosa y diligentemente respondemos a las necesidades de los demás y prestamos servicio a las personas a nuestro alrededor: a nuestras familias, nuestros amigos, nuestros vecinos y conciudadanos.