Paz personal: La recompensa a la rectitud


 

Todos anhelamos la paz. La paz no es simplemente seguridad o que no haya guerra, violencia, conflictos ni contención. La paz viene del conocimiento de que el Salvador sabe quiénes somos, sabe que tenemos fe en Él, que lo amamos y guardamos Sus mandamientos, aun y especialmente durante las devastadoras pruebas y tragedias de la vida. La respuesta del Señor al profeta José Smith en la cárcel de Liberty trae solaz al corazón:

“Hijo mío, paz a tu alma; tu adversidad y tus aflicciones no serán más que por un breve momento;

“y entonces, si lo sobrellevas bien, Dios te exaltará…” (D. y C. 121:7–8).

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