El faro de Laie

“No se atrevan a simplemente mezclarse con el mundo de hoy: amoral, telestial y mundano”, desafió el élder Holland a los graduados de BYU-Hawái, que se encuentran en Laie, Hawái, durante un discurso de graduación.

“No vayan a su primer trabajo, a su primer vecindario o a su primera reunión de trabajo, y simplemente empiecen a comportarse como cualquier otra persona. Sean fuertes. Sean verídicos… Enseñen, en lugar de ser enseñados. No pueden controlar la moralidad de cada persona, pero pueden controlar la suya. No pueden controlar el vocabulario de cada persona, pero pueden controlar el suyo. No pueden controlar las normas personales de cada persona, pero pueden controlar las suyas. Y de esta manera la luz del Evangelio, el faro de Laie hablando metafóricamente, puede brillar en todas partes adonde ustedes vayan. No abandonen y no se rindan. Sean fuertes si son los únicos Santos de los Últimos Días a cien millas a la redonda. Sean íntegros, verídicos y firmes”.

Durante su discurso del 17 de diciembre de 2011, el élder Holland aconsejó a los alumnos a llevar lo mejor que se les haya dado, y a ser fuertes en un mundo donde muchos no tienen el evangelio de Jesucristo y no tienen las habilidades, las perspectivas y los principios morales que se han dado a los Santos de los Últimos Días. Animó a los graduados a “dar la bienvenida a sus humildes comienzos. Superen sus inseguridades. Llénense de fe en ustedes y en su futuro. Tengan integridad. Sean una influencia. Cumplan sus convenios”.

Vean el potencial divino

“Nos incumbe como alumnos, como Santos de los Últimos Días y como hijos de Dios, ver en nosotros el potencial divino, creer en nosotros y saber que con la ayuda de Dios no hay nada que prácticamente no podamos llegar a ser, si lo hacemos con rectitud”, dijo el élder Holland. “Ésta es la parábola de la historia de esta universidad y debería ser la parábola de la historia de ustedes”.

El élder Holland compartió dos lecciones de lo que él llamó la Parábola de BYU-Hawái.

Eleven sus expectativas

El élder Holland empezó la primera lección diciendo con franqueza: “Para los Santos de los Últimos Días en general y los estudiantes de BYU-Hawái en particular, no debería haber ‘confusión en cuanto a lo que es humanamente posible’. Nosotros más que nadie, no deberíamos ser culpables de ‘vivir por debajo de nuestra capacidad moral’ o, como a menudo mencionó Brigham Young, ‘vivir por debajo sus posibilidades’. En resumen, lo que quiero decir es que si carecen de confianza o si siempre parece que se están disculpando, o sienten que tienen un complejo de inferioridad, supérenlo”.

Cada persona empieza modestamente y con un sentimiento de no ser lo suficientemente bueno, dijo el élder Holland. Todos tenemos temores e inseguridades. Pero, al igual que las visiones que tuvieron los profetas de épocas anteriores a la nuestra, dijo el élder Holland, recuerden que Dios siempre necesita que elevemos nuestras expectativas.

El élder Holland aconsejó a los graduados a no detenerse en aquello que ven como desventajas personales, sino en hacer hincapié en las maravillosas bendiciones que han tenido y en el fabuloso mundo de posibilidades que se abre ante ellos. Y aún cuando algunos alumnos podrían disculparse por no estudiar lo suficiente, nunca deberían disculparse por la falta de oportunidades, la falta de posibilidades, la falta de amor divino que los guíe o la falta de sueños para convertirles en alguien mejor de lo que jamás pensaron que serían porque, dijo el élder Holland, éstos son regalos que están a disposición si quieren tomarlos.

Den el siguiente paso

La segunda lección, advirtió el élder Holland a los alumnos, es que no siempre vivirán, trabajarán o criarán a sus hijos en ambientes de rectitud.

“Como graduados se les empujará fuera de este ambiente, de este pequeño Jardín de Edén académico y pasarán algún tiempo, mucho tiempo, en el frío y triste ambiente mundano. No se resientan por eso. No luchen contra ese sentimiento. No luchen contra ese sentimiento más de lo que lo hicieron Adán y Eva. Es parte del ‘plan’ y ese mundo… les necesita desesperadamente”, dijo el élder Holland.

En lugar de eso, el élder Holland aconsejó a los graduados a ver su vida fuera de la universidad como “el siguiente paso, como una oportunidad, una ocasión para marcar la diferencia, una parte de su ‘misión’ en la vida”.

El élder Holland dijo que había mencionado la palabra “misión” a propósito, porque los misioneros cuando se van del CCM se enfrentan a la misma situación y salen al campo misional para llevar a cabo el arduo trabajo al que han sido llamados.

“Tienen que estar preparados para enfrentar el rechazo. Tienen que estar preparados para enfrentarse a confrontaciones incómodas. Tienen que estar preparados para hacer frente a la falta de amabilidad, desgraciadamente. En el caso de dos misioneros… tienen que enfrentarse incluso a ciertas crueldades”, dijo. “Es un hecho triste, pero es un hecho. De modo que, como nuevos graduados no podemos derrumbarnos o abandonar si la vida no es tan ideal como lo fue en BYU-Hawái. La vida idealizada que han tenido aquí no es permanente, sino que es para fortalecernos para el mundo que hemos sido preparados para integrarnos y que necesita nuestra vida, nuestro conocimiento y nuestro ejemplo… Es fácil hablar acerca del paraíso en Laie; hablamos muchísimo de ello en el campus de BYU-Hawái. La realidad es que podemos hacer que haya un paraíso en cualquier lugar al que vayamos”.