Creemos en ser castos


 

La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días tiene una única e inalterable norma de moralidad sexual: las relaciones íntimas son aceptables sólo entre un hombre y una mujer en la relación matrimonial prescrita en el plan de Dios. Esas relaciones no son una mera curiosidad para explorar, un apetito que satisfacer, ni un tipo de recreación o entretenimiento que debe procurarse egoístamente. No son una conquista que lograr ni simplemente un acto que realizar. Más bien, en la vida mortal son una de las máximas expresiones de nuestro potencial y naturaleza divinos, y un medio para fortalecer los lazos emocionales y espirituales entre esposo y esposa. Somos agentes bendecidos con el albedrío moral y lo que nos define es nuestra herencia divina como hijos de Dios y no las conductas sexuales, las actitudes contemporáneas ni las filosofías seculares.

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