Las familias y el templo

Las familias y el templo

Las familias son sagradas

Las relaciones más dulces que podemos experimentar en la vida se hallan en las familias amorosas. Esposos y esposas, padres e hijos, hermanos y hermanas: esas son las personas que moldean nuestros corazones y llenan nuestras vidas.

El presidente Gordon B. Hinckley (1910–2008) reflexionó:

“¿Habrá habido algún hombre que haya amado verdaderamente a una mujer o una mujer que haya amado verdaderamente a un hombre, que no hayan orado para que su relación continúe más allá de la tumba? ¿Habrá habido padres que al enterrar a un hijo no hayan anhelado obtener la certeza de que este volvería a pertenecerles en el más allá? ¿Puede alguien que crea en la vida eterna dudar de que Dios concedería a Sus hijos e hijas el atributo más preciado de esta vida, que es el amor, el cual halla su expresión más viva en las relaciones familiares? No. La razón exige que esas relaciones familiares continúen después de la muerte. El corazón humano las anhela y el Dios de los cielos ha revelado la manera de lograrlo. Las ordenanzas sagradas de la Casa del Señor proporcionan ese medio” (“¿Por qué tener templos?”, Liahona, octubre de 2010, pág. 24).


Los siguientes pasajes se han adaptado del folleto Predicad Mi evangelio, Las familias y los templos.

¿Por qué es tan importante la familia?

Aun antes de nacer, usted formaba parte de una familia. Usted vivió con Dios antes de esta vida; es hijo de Padres Celestiales y es una parte importante de la familia eterna de Ellos, que lo aman y desean que sea feliz. Ellos desean que cuando termine su vida en la tierra, usted y sus seres queridos regresen a vivir con Ellos para siempre. La oportunidad de regresar a Dios se ha hecho posible mediante el sacrificio expiatorio de Su Hijo, Jesucristo.

La familia es ordenada por Dios y es esencial en Su plan para nuestra felicidad eterna. Las familias tienen por objeto ayudar a los hijos de Dios a aprender y crecer en rectitud. El matrimonio entre el hombre y la mujer también es ordenado por Dios. El esposo y la esposa tienen la sagrada responsabilidad de amarse y de cuidarse el uno al otro, así como a sus hijos. A medida que siga las enseñanzas de Jesucristo, Dios los bendecirá a usted y a su familia.

¿Cómo puede mi familia regresar a vivir con Dios?

Dios ha proporcionado un plan claro para que usted y su familia regresen con Él; ese plan es el evangelio de Jesucristo. Debido a que Dios ama a todos Sus hijos, cada persona finalmente tendrá la oportunidad de escuchar y aceptar el Evangelio, ya sea en esta vida o en la próxima. Usted acepta el Evangelio cuando ejerce fe en Jesucristo, se arrepiente y honra sus promesas a Dios.

Hacemos convenios con Dios mediante ordenanzas. Una ordenanza es una ceremonia religiosa sagrada realizada por alguien que tiene la autoridad de Dios. Cuando usted recibe una ordenanza, muestra su amor a Dios al hacerle promesas sagradas a Él y Él hacerle promesas sagradas a usted. Las promesas que usted hace cuando recibe una ordenanza se llaman convenios. Es necesario recibir ordenanzas y guardar convenios para poder regresar a la presencia de Dios.

Algunas ordenanzas, como el bautismo y la confirmación, son esenciales para que usted regrese con Dios. Otras ordenanzas esenciales incluyen recibir el Sacerdocio de Melquisedec (para los hombres), recibir la investidura del templo y sellarse como parte de una familia eterna en el templo.

¿Cuál es el propósito del templo?

Algunas ordenanzas y convenios del Evangelio son tan sagrados que Dios permite que los recibamos únicamente en lugares especiales llamados templos. Un templo es literalmente una casa del Señor, un lugar sagrado apartado del resto del mundo. En el templo, usted aprende más en cuanto al plan de Salvación y la manera de seguir el ejemplo perfecto de Cristo. Las mayores bendiciones de Dios están disponibles en Sus templos.

¿Qué es el sellamiento del templo?

El plan de felicidad de nuestro Padre Celestial es en definitiva lograr que usted y su familia vivan con Él para siempre. Las Escrituras llaman a la autoridad para unir a las familias por la eternidad el poder “para sellar”. Esa es la misma autoridad que Jesús otorgó al apóstol Pedro para dar bendiciones sobre la tierra que continuarán en el cielo (Mateo 16:19).

En las salas de sellamiento dentro del templo se efectúan matrimonios entre un hombre y una mujer. Allí, un hombre y una mujer se arrodillan y se dan la mano ante un altar para unirse en matrimonio por esta vida y por la eternidad. Durante la ceremonia, el oficiante (llamado sellador del templo) pide a la pareja que ratifique la promesa que se hicieron el uno al otro y a Dios, y les promete una unión eterna y otras bendiciones que enriquecerán el potencial divino de la relación.

Este matrimonio eterno se llama sellamiento en el templo y los niños que nacen dentro de ese matrimonio también están sellados a su familia para siempre. Los hijos adoptivos también pueden ser sellados a sus padres adoptivos. Los que se han casado por el civil antes de unirse a la Iglesia o antes de poder ir al templo también pueden ser sellados como esposo y esposa. Después de que una pareja se sella, todos los hijos que ya tienen pueden también ser sellados a ellos.

El ser sellados como familia es la ordenanza suprema del templo y la mayor de las bendiciones de Dios para Sus hijos.

Los cónyuges que se casan en el templo prometen mantener completa fidelidad el uno para con el otro. Atesoran su relación, lo cual representa el comienzo de su familia eterna.

El saber que las familias pueden estar juntas para siempre brinda paz y esperanza al enfrentar los desafíos de la vida, entre ellos el sufrimiento y la muerte de los seres queridos. Si usted está sellado a su familia y permanece fiel a sus convenios, sus relaciones familiares continuarán después de la muerte.

Usted también puede recibir la ordenanza del sellamiento a favor de sus antepasados. Al hacerlo, puede unir generaciones enteras de su familia por la eternidad. El esforzarse por tener una familia eterna traerá bendiciones maravillosas en esta vida y en la vida venidera.

A medida que los miembros de la Iglesia continúan asistiendo al templo, se les recuerdan los compromisos eternos que se han hecho el uno con el otro y con Dios, y sus relaciones se fortalecen cuando se comprometen a vivir vidas semejantes a la de Cristo y recuerdan la importancia de la ayuda de Jesucristo para mantener relaciones familiares sanas.

¿Y mi familia?

Muchas personas miran sus circunstancias familiares actuales y se preguntan cómo van a poder recibir la bendición de tener una familia eterna. Dios, su Padre Celestial, está al tanto de sus preocupaciones, y Él conoce y ama a su familia. Todas las familias se enfrentan a desafíos y ninguna es perfecta, pero el evangelio de Jesucristo puede sanar y ayudarnos a cada uno de nosotros. Cuando las familias se esfuerzan fielmente por vivir el Evangelio, pueden resolver los malentendidos, las contenciones y los desafíos. Todas las imperfecciones e injusticias de esta vida pueden sobrellevarse mediante la expiación de Jesucristo.

Dios ha prometido que las bendiciones del matrimonio, la familia y la vida eterna estarán al alcance de todos aquellos de Sus hijos que acepten y sigan fielmente Su plan de felicidad. La responsabilidad de usted es tener fe en esta promesa y seguir el ejemplo de Jesucristo.

A medida que continúe guardando sus convenios y ayudando a otras personas a hacer lo mismo, sentirá la paz y el poder de Dios en su vida. Su familia será bendecida por el ejemplo que usted dé, y el Espíritu Santo puede ablandar corazones y ayudarle a saber cómo construir mejores relaciones con los miembros de su familia. Tenga fe en que Dios está preparando a cada uno de los miembros de su familia, al igual que lo preparó a usted. También puede prestar servicio a su familia eterna al buscar a sus antepasados y efectuar las ordenanzas del templo por ellos. En Su propio tiempo y a Su manera, Dios cumplirá su deseo de obtener la bendición de tener una familia eterna.