Ayudas para madres de niños con discapacidades

madre e hija cocinando juntas

Al igual que muchas otras personas, quizás sienta que no está preparada para los retos inherentes a criar un hijo con una discapacidad. En “La Familia: Una Proclamación para el Mundo” se nos recuerda que las madres tienen la responsabilidad especial del cuidado de sus hijos (véase Liahona, noviembre de 2010, última página). Debido a ello, el Señor ha bendecido a las madres con el entendimiento y la comprensión necesarios para tomar decisiones concernientes al bienestar de sus hijos.

Recuerde que el aprender a criar un hijo con una discapacidad es un proceso y no un suceso. Tal vez tome tiempo ajustarse a las exigencias y a los retos y aprender a cuidar de ese hijo en particular. Es probable que dichas exigencias cambien a medida que las necesidades del niño también lo hagan, tal y como lo hacen las exigencias de todos los hijos conforme crecen.

A menudo, las madres sienten que tienen la responsabilidad de que todos los integrantes de la familia logren la felicidad y el éxito. El lograr un equilibro entre las necesidades de salud y bienestar de un hijo, las de otros familiares y las propias puede constituir un gran reto.

Recuerde que Dios la ama a usted y a sus hijos. Él nunca los abandonará. Dios puede darle fortaleza y orientación.

El pasar por acontecimientos difíciles o dolorosos en la vida terrenal no significa que Dios la castigue a usted o a su hijo ni que los rechace. Incluso el Amado Hijo de Dios experimentó pesar y dolor durante Su vida terrenal (véase Isaías 53:3). Aunque Dios aún no nos ha revelado todas las cosas, confíe en que Él es un Dios amoroso y en que cuida de usted y de su hijo.

Otras sugerencias

  • Consulte a su esposo con frecuencia si está casada. Si no tiene cónyuge, busque el apoyo de otros familiares y de los líderes del sacerdocio.
  • Acuda a profesionales calificados para comprender y buscar consejo para atender la condición de su hijo o hija.
  • No excluya ni aparte a su cónyuge al cuidar de su hijo. En la proclamación para la familia se enseña que el padre y la madre, como compañeros iguales, están obligados a ayudarse el uno al otro (véase Liahona, noviembre de 2010, última página).
  • Dedique tiempo para recuperarse espiritual, física y emocionalmente. En ocasiones, el cuidado de un hijo con una discapacidad puede resultar extenuante. Recuerde que el Señor no le exige que corra más aprisa de lo que sus fuerzas le permitan (véase Mosíah 4:27; D. y C. 10:4).
  • Acepte el hecho de que tal vez usted no pueda satisfacer todas las necesidades de su hijo por sí sola. La crianza de un hijo con una discapacidad requiere un trabajo en equipo. Quizás se necesiten la participación y las aptitudes de muchas personas en cada etapa del desarrollo del niño. Esté dispuesta a recibir ayuda y a escuchar las sugerencias de otras personas que desean lo mejor para usted.
  • Si tuviera otros hijos, ayúdeles a comprender la discapacidad, las necesidades del hijo con la discapacidad y la razón de su comportamiento. Es probable que a veces los demás hijos enfrenten sentimientos encontrados. Ayúdeles a sentirse en confianza para expresar y comprender sus propios sentimientos sobre la familia y la discapacidad. Dedique tiempo a escuchar.
  • Con un espíritu de oración, considere maneras de fortalecerse, así como de afianzar el matrimonio y la vida familiar.
  • Esfuércese por mantener un equilibrio en la familia.

Otros recursos

  • “He ahí tu madre”, Thomas S. Monson, Liahona, abril de 1998, pág. 2
  • ¿No somos todas madres?”, Sheri L. Dew, Liahona, enero de 2002, pág. 112–114
  • Porque ella es madre”, Jeffrey R. Holland, Liahona, julio de 1997, pág. 38
  • “‘Mirad a vuestros pequeñitos’”, Gordon B. Hinckley, Liahona, marzo de 2001, págs. 2–7