Divorcio


Cuando un hombre y una mujer se casan, hacen convenios sagrados entre sí y con Dios. Deben esforzarse al máximo por cumplir dichas promesas y preservar el matrimonio. Cuando se produce un divorcio, los cónyuges tienen la obligación de perdonarse en lugar de condenarse, tener una actitud que eleve y ayude.

Información adicional

La santidad del matrimonio y de la familia se enseña en forma reiterada en las Escrituras, y la han reafirmado los profetas y apóstoles modernos. A pesar de las verdades que se han enseñado sobre la santidad del matrimonio, el divorcio se ha convertido en algo muy habitual en el mundo. Dado el carácter central de la familia en el Plan que nuestro Padre Celestial tiene para Sus hijos, Satanás procura destruir los matrimonios y las familias. A causa de las decisiones erróneas y el egoísmo de uno o de ambos cónyuges, en ocasiones los matrimonios acaban en conflictos, separación y divorcio.

Si, en lugar de recurrir al divorcio, cada una de las partes velara por la comodidad y el bienestar de su cónyuge, el amor y la unidad de los matrimonios aumentarían. El evangelio de Jesucristo―que incluye el arrepentimiento, el perdón, la integridad y el amor―proporcionan el remedio para los conflictos matrimoniales.

Los que hayan causado un divorcio por sus elecciones desacertadas pueden arrepentirse y recibir el perdón. Las personas cuyos matrimonios hayan fracasado por culpa de las acciones de otros pueden recibir fortaleza y consuelo del Señor que prometió: “Venid a mí, todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. . . . Porque mi yugo es fácil y ligera mi carga” (Mateo 11:28, 30).

Véanse también Amor; Caridad; Familia; Matrimonio; Templos

Materiales adicionales para el estudio