Cómo Jesucristo puede cambiar su vida


Dallin H. Oaks, “Él sana a los que están cargados”, Liahona, noviembre de 2006

El poder sanador del Señor Jesucristo… está a nuestro alcance para toda aflicción de la vida terrenal.

“El poder para cambiar”, Liahona, junio de 2010

Había participado en varios programas de recuperación; había intentado dejar el vicio, tanto para mi propio beneficio como para el de mi familia. Todas esas cosas dieron resultado por un corto tiempo, pero siempre volvía a las mismas. Ese versículo de Alma me brindó esperanza en Jesucristo, esperanza en que incluso si yo no tenía el poder de cambiar (y sabía que no lo tenía), Él podría cambiarme.

Jeffrey R. Holland, “La expiación de Jesucristo”, Liahona, marzo de 2008

La expiación del Unigénito Hijo de Dios en la carne es el fundamentocrucial sobre el cual descansa toda la doctrina cristiana y la expresión más grandiosa de amor divino que ha recibido este mundo en toda su existencia.

Richard G. Scott, “Para quedar libre de las pesadas cargas”, Liahona, noviembre de 2002

Debes confiar en que el Salvador ha dado Su vida para que tú puedas hacer los cambios necesarios en la tuya; esos cambios que traerán la paz.

Yoshihiko Kikuchi, “El arte del Sanador”, Liahona, marzo de 2011

El Salvador puede sanar corazones heridos, malos entendidos y odio, si ponemos la mira en Su palabra y en Su expiación.

Joshua J. Perkey, “Navegar seguro en las Islas Marshall”, Liahona, abril de 2011

Al navegar por los escollos de la vida, todos nos beneficiamos con la guía de miembros fieles que nos ayudan a regresar a nuestro hogar celestial.

Neil L. Andersen, “Dime la historia de Cristo”, Liahona,mayo de 2010

Una fe personal más firme en Jesucristo preparará [a sus hijos] para los retos que sin duda enfrentarán.

Dieter F. Uchtdorf, “A la espera en el camino a Damasco”, Liahona, mayo de 2011

Quienes busquen diligentemente aprender acerca de Cristo, con el tiempo llegarán a conocerlo.

Jane Bleak, “Él sufrió mis dolores”, Liahona, junio de 2011

“Ciertamente él ha llevado nuestros pesares y sufrido nuestros dolores” (Mosíah 14:4).

Jacob Frandsen, “Tomar sobre mí Su nombre”, Liahona, agosto de 2011

“No hay otro nombre dado por el cual venga la salvación; por tanto, quisiera que tomaseis sobre vosotros el nombre de Cristo” (Mosíah 5:8).