La vida en la tierra es parte del plan de Dios

Todas las personas que ve a su alrededor son hijos e hijas de Dios, nuestro Padre Celestial. Él es el Padre de nuestros espíritus. El venir a la tierra es parte de Su plan de felicidad para nosotros, el cual nos permite recibir un cuerpo físico semejante al de Él y continuar aumentando en sabiduría y fe.

Dios prometió que Su Espíritu ayudaría al guiarnos

Al nacer olvidamos nuestra vida preterrenal, lo cual significa que tenemos que vivir por la fe en lugar de por nuestros recuerdos de Dios. Para ayudarnos en esta vida, Dios prometió que Su Espíritu nos guiaría y fortalecería. Cada vez que sentimos el consuelo apacible de Su Espíritu, recordamos que Dios nos ama y se preocupa por nosotros.

Durante nuestro tiempo en la tierra, tomamos decisiones y distinguimos lo correcto de lo incorrecto. Somos más felices y nos asemejamos más a nuestro Padre Celestial cuando tomamos buenas decisiones.

Ya que Dios nos ama y desea que obtengamos las bendiciones que se reciben al seguir Su plan, Él ha proporcionado maneras para que nos mantengamos en comunicación con Él. La oración es una manera importante de mantenernos en comunicación con nuestro Padre Celestial. Cuando le hablamos con sinceridad, Él nos responderá por medio de Su Espíritu y nos ayudará con nuestros problemas, sin importar lo grandes o pequeños que sean.

Otras maneras de mantenernos en contacto incluyen leer las Escrituras y escuchar a los profetas, quienes han sido escogidos por Dios para enseñar Su plan.

Nuestra vida en la tierra tiene un propósito. El venir a la tierra es parte del plan que Dios tiene para nosotros, con el fin de obtener un cuerpo físico y aprender a elegir entre el bien y el mal.

 

Sigamos el plan de Dios

Nuestra vida no comenzó con el nacimiento ni tampoco terminará con la muerte. Puesto que Dios se preocupa por nosotros, no necesitamos vagar por la vida preguntándonos de dónde venimos, quiénes somos y a qué deberíamos dedicar nuestra existencia.

Nuestras vidas tienen sentido porque nuestro Padre Celestial creó un plan que podemos seguir para volver a vivir con Él. Se le llama el plan de salvación o el plan de felicidad, el cual es como un mapa que traza nuestro curso a seguir.

Si seguimos las indicaciones de Dios, llegaremos a nuestro destino. A aquellos que siguen este plan se les promete “la inmortalidad y la vida eterna”, o una felicidad sin fin en el cielo junto a Dios y a nuestras familias. Esto es lo que Dios desea para todos nosotros.

El plan de Dios es fácil de comprender, pero requiere toda una vida aplicarlo. Seguir el plan de felicidad es más fácil cuando hacemos las cosas sencillas, tales como leer las Escrituras, ir a la iglesia, orar y servir a los demás. Jesucristo fue el ejemplo perfecto de seguir el plan de Dios. Se requiere de fe y obras para que seamos como Jesús, pero vale la pena hacerlo ahora y en la eternidad.

Puesto que Dios se preocupa por nosotros, no necesitamos vagar por la vida preguntándonos cuál es el propósito de nuestra existencia.

Podemos comunicarnos personalmente con nuestro Padre Celestial por medio de la oración.