La atracción hacia personas del mismo sexo


La atracción hacia personas del mismo sexo se refiere a la atracción emocional, física o sexual hacia personas del mismo género. La experiencia de sentir atracción hacia personas del mismo sexo no es igual para todos. Algunas personas tal vez se sientan atraídas hacia personas del mismo sexo mientras que otras se sientan atraídas hacia los dos sexos.

La Iglesia hace una distinción entre la atracción hacia las personas del mismo sexo y el comportamiento homosexual. Las personas que sienten atracción hacia las personas del mismo sexo o que admiten ser homosexuales, lesbianas o bisexuales pueden hacer y guardar convenios con Dios y participar plena y dignamente en la Iglesia. El darse a conocer como homosexual, lesbiana o bisexual o sentir atracción hacia personas del mismo sexo no es un pecado y no prohíbe a nadie participar en la Iglesia, tener llamamientos ni asistir al templo.

La pureza sexual es una parte esencial del plan de Dios para nuestra salvación. Las relaciones sexuales se reservan para un hombre y una mujer que estén casados y prometen total fidelidad el uno al otro. Las relaciones sexuales entre un hombre y una mujer que no estén casados, o entre personas del mismo sexo, son una violación a una de las leyes más importantes de nuestro Padre Celestial e interfieren en nuestro progreso eterno. Las personas de cualquier orientación sexual que violan la ley de castidad pueden reconciliarse con Dios por medio del arrepentimiento. Como seguidores de Cristo, resistimos el comportamiento inmoral y procuramos llegar a ser como Él; buscamos la guía del Espíritu Santo y la ayuda del Salvador, que sabe cómo socorrernos cuando somos tentados (véanse 1 Corintios 10:13; D. y C. 62:1). Si cedemos a las tentaciones sexuales y transgredimos la ley de castidad, podemos arrepentirnos, ser perdonados y participar con plenos derechos en la Iglesia. 

Tal vez no sepamos exactamente por qué algunas personas se sienten atraídas hacia otras del mismo sexo, pero para algunas es una realidad compleja y parte de la experiencia humana. El Salvador Jesucristo comprende perfectamente todo desafío que afrontamos aquí sobre la tierra y podemos dirigirnos a Él para recibir consuelo, gozo, esperanza y dirección (véase Alma 7:11–12). No importa cuáles sean los desafíos que afrontemos en la vida, todos somos hijos de Dios y merecemos la bondad y la compasión mutua (Romanos 8:16–17). Cuando creamos un entorno de apoyo, fomentamos la caridad y la empatía el uno por el otro y nos beneficiamos de nuestra fe y de nuestras perspectivas combinadas.

La Iglesia proporciona los siguientes recursos para ayudar a las personas y a las familias a vivir la plenitud del Evangelio y procurar el Espíritu al navegar por este aspecto de la mortalidad: Enseñanzas de la Iglesia, Preguntas frecuentes y mormonandgay.ChurchofJesusChrist.org (solo en inglés).