Historia de la Iglesia
Traducción e historicidad del libro de Abraham


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Papiro del libro de Abraham

Traducción e historicidad del libro de Abraham

Reseña

La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días acepta el libro de Abraham como libro de Escrituras. Este libro, que es un registro del profeta y patriarca bíblico Abraham, relata cómo Abraham procuró las bendiciones del sacerdocio, rechazó la idolatría de su padre, hizo convenios con Jehová, se casó con Sarai, se mudó a Canaán y a Egipto, y recibió conocimiento acerca de la Creación. El libro de Abraham sigue, en gran medida, la narración bíblica, pero agrega información importante en cuanto a la vida y a las enseñanzas de Abraham.

El libro de Abraham se publicó por primera vez en 1842 y se canonizó como parte de la Perla de Gran Precio en 1880. Este libro procedió de papiros egipcios que José Smith tradujo a partir de 1835. Hubo muchas personas que vieron los papiros, pero no se ha conservado ningún relato de un testigo presencial de la traducción, lo cual hace que sea imposible reconstruir el proceso. Actualmente, solamente existen pequeños fragmentos de los largos rollos de papiros que en su día pertenecieron a José Smith. La relación entre esos fragmentos y el texto que tenemos hoy es mayormente cuestión de conjeturas.

Hay ciertas cosas que sí sabemos acerca del proceso de traducción. La palabra traducción suele suponer un conocimiento experto de varios idiomas; no obstante, José Smith no afirmó ser experto en ninguno, reconoció sin reparos que formaba parte de “lo débil del mundo”, y que fue llamado a hablar palabras enviadas “desde los cielos”1. Refiriéndose a la traducción del Libro de Mormón, el Señor dijo: “… no puedes escribir lo que es sagrado a no ser que lo recibas de mí”2. El mismo principio puede aplicarse al libro de Abraham. Para el Señor, no era necesario que José Smith tuviera conocimientos del idioma egipcio; mediante el don y el poder de Dios, José recibió conocimiento acerca de la vida y las enseñanzas de Abraham.

En muchos aspectos, el libro de Abraham coincide con el conocimiento histórico que se tiene acerca del mundo antiguo3. Parte de este conocimiento, el cual se analiza más adelante en este ensayo, todavía no se había descubierto o era escasamente conocido en 1842; pero incluso esa evidencia de su origen antiguo, por muy sólida que sea, no puede demostrar la veracidad del libro de Abraham, del mismo modo que las pruebas arqueológicas no pueden demostrar el éxodo de los israelitas de Egipto o la resurrección del Hijo de Dios. La calificación del libro de Abraham como libro de Escrituras en definitiva depende de la fe en las verdades salvadoras que se encuentran en el libro, y de las cuales se recibe un testimonio por medio del Espíritu Santo.

El libro de Abraham como libro de Escrituras

Hace miles de años, el profeta Nefi llegó a saber que uno de los propósitos del Libro de Mormón era “establece[r] la verdad” de la Biblia4. De manera similar, el libro de Abraham apoya, amplía y aclara el relato bíblico de la vida de Abraham.

En el relato bíblico, Dios establece con Abraham el convenio de hacer de él “una nación grande”5. El libro de Abraham aporta el contexto a ese convenio al mostrar que Abraham buscaba ser poseedor de “gran conocimiento” y era un “seguidor de la rectitud” que eligió el camino correcto a pesar de grandes tribulaciones. Rechazó la maldad de la casa de su padre y despreció los ídolos de la cultura que lo rodeaba, pese a la amenaza de muerte6.

En la Biblia, el convenio de Dios con Abraham parece originarse durante la vida de Abraham. Según el libro de Abraham, el convenio comenzó antes de la fundación de la Tierra y se pasó de una generación a otra mediante Adán, Noé y otros profetas7. En consecuencia, Abraham ocupa su lugar en una larga línea de profetas y patriarcas cuya misión consiste en preservar y extender el convenio de Dios en la Tierra. El elemento clave de ese convenio es el sacerdocio, mediante el cual se transmiten “las bendiciones de salvación, sí, de vida eterna”8.

El libro de Abraham aclara varias enseñanzas que no están claras en la Biblia. La vida no comenzó con el nacimiento, como se cree habitualmente; antes de venir a la Tierra, las personas existían como espíritus. En una visión, Abraham vio que uno de los espíritus era “semejante a Dios”9. Ese ser divino, Jesucristo, dirigió a otros espíritus para organizar la Tierra a partir de “materiales” o materia preexistente, no ex nihilo o a partir de la nada, como muchos cristianos llegaron a creer más tarde10. Abraham también llegó a saber que la vida mortal era crucial en el plan de felicidad que Dios proporcionaría a Sus hijos: “… con esto los probaremos”, declaró Dios, “para ver si harán todas las cosas que el Señor su Dios les mandare”, con el agregado de la promesa de aumentar gloria a los fieles para siempre11. No hay ninguna parte de la Biblia donde se declare con tanta claridad el propósito y el potencial de la vida sobre la Tierra como en el libro de Abraham.

Origen del libro de Abraham

Las poderosas verdades que se hallan en el libro de Abraham surgieron a partir de una serie de acontecimientos históricos únicos. En el verano de 1835, un empresario llamado Michael Chandler llegó a la sede de la Iglesia en Kirtland, Ohio, con cuatro momias y varios rollos de papiros12. Chandler encontró una audiencia interesada. Debido en parte a las hazañas del emperador francés Napoleón, los objetos antiguos desenterrados en las catacumbas de Egipto habían causado fascinación por todo el mundo occidental13. Chandler sacó partido de ese interés viajando a diferentes ciudades y cobrando dinero a las personas que deseaban ver los objetos antiguos egipcios.

Estos objetos habían sido descubiertos por Antonio Lebolo, antiguo soldado de caballería del ejército italiano. Lebolo, que supervisó algunas de las excavaciones en representación del cónsul general de Francia, retiró 11 momias de una tumba situada no lejos de la antigua ciudad de Tebas. Envió los objetos a Italia, los cuales, tras su muerte, terminaron en Nueva York. En algún momento, las momias y los rollos fueron adquiridos por Chandler14.

Para cuando la colección llegó a Kirtland, ya se había vendido todo, salvo cuatro momias y varios rollos de papiro. Un grupo de Santos de los Últimos Días de Kirtland compró los objetos restantes para la Iglesia. Una vez que José Smith analizó los papiros y comenzó “la traducción de algunos de los caracteres o jeroglíficos”, según relata su historia, “tuvimos la gran alegría de constatar que uno de los rollos contenía los escritos de Abraham”15.

La traducción y el libro de Abraham

José Smith trabajó en la traducción del libro de Abraham durante el verano y el otoño de 1835; para entonces ya había terminado, por lo menos, el primer capítulo y parte del segundo16. La siguiente mención que se hace en su diario sobre la traducción de los papiros fue en la primavera de 1842, una vez que los santos se habían mudado a Nauvoo, Illinois. Los cinco capítulos del libro de Abraham, junto con tres ilustraciones (actualmente conocidas como los facsímiles 1, 2 y 3) fueron publicados en Times and Seasons, el periódico de la Iglesia en Nauvoo, entre marzo y mayo de 184217.

El libro de Abraham fue el último trabajo de traducción de José Smith. En estas traducciones inspiradas, José Smith no afirmó conocer los antiguos idiomas de los registros que estaba traduciendo. De manera muy similar a lo que sucedió con el Libro de Mormón, la traducción del libro de Abraham realizada por José fue registrada utilizando el lenguaje de la Biblia del Rey Santiago. Ése era el tipo de expresión de las Escrituras con el que estaban familiarizados los primeros Santos de los Últimos Días, y su uso era coherente con el modelo del Señor de revelar Sus verdades “según [la] manera de hablar [de Sus siervos], para que alcanzasen conocimiento”18.

Las traducciones de José adoptaron diversas formas. En algunas de sus traducciones, como la del Libro de Mormón, utilizó antiguos documentos que estaban en su posesión. Otras veces, sus traducciones no se basaron en ningún registro físico conocido. Su traducción de porciones de la Biblia, por ejemplo, consistió en restaurar el texto original, armonizar contradicciones internas de la Biblia, y agregar comentarios inspirados19.

Existen algunos indicios de que José estudió los caracteres de los papiros egipcios e intentó aprender el idioma egipcio. Su historia indica que, en julio de 1835, se encontraba “dedicado continuamente a traducir un alfabeto para el libro de Abraham, y preparando una gramática del idioma egipcio según la empleaban los antiguos”20. Esta “gramática”, según era conocida, consistía en columnas de caracteres jeroglíficos seguidos de traducciones al inglés registradas en un gran cuaderno por el escriba de José, William W. Phelps. Otro manuscrito de José Smith y Oliver Cowdery contiene caracteres egipcios seguidos de explicaciones21.

La relación de estos documentos con el libro de Abraham no se conoce plenamente. Ni las reglas ni las traducciones que contiene el libro de gramática se corresponden con las que están aceptadas por los egiptólogos hoy en día. Fuera cual fuera la función del libro de gramática, parece que José Smith comenzó a traducir fragmentos del libro de Abraham casi inmediatamente después de la compra de los papiros22. Aparentemente, Phelps consideraba que José Smith tenía la habilidad especial de comprender los caracteres egipcios: “Dado que nadie sabía traducir estos escritos”, le dijo a su esposa, “le fueron presentados al presidente Smith, quien no tardó en saber lo que eran”23.

Los papiros

Cuando los Santos de los Últimos Días abandonaron Nauvoo, los objetos egipcios quedaron allí. La familia de José Smith vendió los papiros y las momias en 1856. Los papiros se dividieron y se vendieron a diversas partes interesadas. Los historiadores consideran que la mayoría de ellos se quemaron en el gran incendio de Chicago de 1871. Diez fragmentos de papiro, que José Smith tuvo en su poder en algún momento, terminaron en el Museo Metropolitano de Arte de la Ciudad de Nueva York24. En 1967, el museo transfirió esos fragmentos a la Iglesia, la cual, los publicó seguidamente en la revista de la Iglesia: Improvement Era25.

El descubrimiento de los fragmentos de papiro reavivó el debate acerca de la traducción de José Smith. Los fragmentos contenían una viñeta, o ilustración, la cual aparece en el libro de Abraham como el facsímile núm. 1. Mucho antes de que los fragmentos fueran publicados por la Iglesia, algunos egiptólogos habían expresado que las explicaciones de José Smith de los diversos elementos de estos facsímiles no coincidían con las interpretaciones que ellos daban a esos dibujos. José Smith había publicado los facsímiles como dibujos separados, sin los jeroglíficos o caracteres hieráticos que inicialmente rodeaban las viñetas. El descubrimiento de los fragmentos implicaba que los lectores ya podían ver los jeroglíficos y los caracteres que rodeaban la viñeta que se convirtió en el facsímile núm. 126.

Ninguno de los caracteres de los fragmentos de papiro mencionaba el nombre de Abraham ni de ninguno de los acontecimientos registrados en el libro de Abraham. Tanto los egiptólogos mormones como los no mormones coinciden en que los caracteres que figuran en los fragmentos no coinciden con la traducción que se presenta en el libro de Abraham, aunque no existe unanimidad, incluso entre los eruditos no mormones, en cuanto a la interpretación correcta de las viñetas de esos fragmentos27. Los eruditos han determinado que los fragmentos de papiro formaban parte de textos funerarios estándar que se depositaban con cuerpos momificados. Estos fragmentos datan de entre el tercer siglo a. C. y el primer siglo d. C., mucho después de la época en que vivió Abraham.

Claro está, que los fragmentos no tienen que ser tan antiguos como Abraham para que el libro de Abraham y sus ilustraciones sean auténticos. Los registros antiguos se suelen transmitir como copias o reproducciones de copias. El registro de Abraham podría haber sido revisado o redactado por escritores posteriores, del mismo modo que los profetas-historiadores Mormón y Moroni, del Libro de Mormón, revisaron los escritos de personas anteriores28. Es más, documentos inicialmente elaborados para un contexto se pueden reorganizar para otro contexto o propósito29. Ilustraciones que en cierto momento guardaban relación con Abraham podrían haberse desviado o desprendido de su contexto original y ser reinterpretadas cientos de años más tarde en el ámbito de las prácticas de enterramiento en un momento posterior de la historia egipcia. También podría darse la situación contraria: Ilustraciones, que no tienen un vínculo claro con Abraham en la antigüedad, podrían, mediante la revelación, arrojar luz sobre la vida y las enseñanzas de esa figura profética.

Algunos han supuesto que los jeroglíficos adyacentes al facsímile núm. 1, y los que lo rodean, deben ser una fuente del texto del libro de Abraham. No obstante, esa afirmación se basa en la suposición de que una viñeta y su texto adyacente deben tener significados relacionados. Lo cierto es que era frecuente que las viñetas egipcias antiguas se colocaran alejadas de sus comentarios asociados30.

Ni el Señor ni José Smith explicaron el proceso de traducción del libro de Abraham, pero se puede aprender algo de las instrucciones del Señor a José en cuanto a la traducción. En abril de 1829, José recibió una revelación para Oliver Cowdery, la cual enseñaba que para traducir registros antiguos sagrados, tanto el trabajo intelectual como la revelación resultaban esenciales. Era necesario “estudiarlo en [la] mente” y después buscar una confirmación espiritual. Los registros indican que José y otras personas estudiaron los papiros y que los observadores cercanos también creían que la traducción llegó mediante la revelación. Como observó John Whitmer: “José, el vidente, vio estos registro[s] y, mediante la revelación de Jesucristo, pudo traducirlos”31.

Probablemente sea de poca utilidad evaluar la capacidad de José para traducir papiros, en vista de que ahora solamente tenemos una parte de los papiros que él tenía en su posesión. Los testigos hablaron de “un rollo largo” o varios “rollos” de papiro32. Dado que solamente se han preservado fragmentos, es probable que gran parte de los papiros que José tenía a su disposición cuando tradujo el libro de Abraham no se encuentren entre estos fragmentos. La pérdida de una parte importante de los papiros significa que la relación de los papiros con el texto publicado no puede establecerse de manera concluyente basándose en ellos.

También es posible que el estudio de José de los papiros haya conducido a una revelación acerca de acontecimientos y enseñanzas clave en la vida de Abraham, de manera muy similar al modo en que anteriormente recibió una revelación acerca de la vida de Moisés mientras estudiaba la Biblia. Esta perspectiva supone una definición más amplia de las palabras traductor y traducción33. De acuerdo con ese punto de vista, la traducción de José no sería una interpretación literal de los papiros como lo sería una traducción convencional. Más bien, los objetos físicos ofrecieron una ocasión para meditar, reflexionar y recibir revelación; aceleraron un proceso mediante el cual Dios le dio a José Smith una revelación acerca de la vida de Abraham, aun cuando esa revelación no guardara una relación directa con los caracteres de los papiros34.

El libro de Abraham y el mundo antiguo

Un estudio riguroso del libro de Abraham proporciona una mejor indicación de los méritos del libro que cualquier hipótesis que trate el texto como una traducción convencional. La evidencia sugiere que los elementos presentes en el libro de Abraham se corresponden perfectamente con el mundo antiguo y apoyan la afirmación de que el libro de Abraham es un registro auténtico.

El libro de Abraham describe y desaprueba los sacrificios humanos que se ofrecían en un altar en Caldea. Se colocaba a algunas personas como víctimas en el altar de sacrificios porque rechazaban los ídolos que sus dirigentes adoraban35. Investigaciones recientes han encontrado casos concretos en los que se administró ese tipo de castigo en los tiempos de Abraham. Las personas que se oponían al orden religioso dominante, ya fuera en Egipto o en las regiones bajo su influencia (como Canaán), podían ser ejecutadas, y lo fueron, por sus ofensas36. El conflicto en torno a la religión del faraón, como se describe en Abraham 1:11–12, es un ejemplo del castigo que ahora se sabe que se administraba durante la era abrahámica.

El libro de Abraham contiene otros detalles que coinciden con descubrimientos modernos acerca del mundo antiguo. El libro habla de “la planicie de Olishem”, un nombre que no se menciona en la Biblia. Una antigua inscripción, que no se descubrió ni se tradujo hasta el siglo XX, menciona una población llamada “Ulisum”, situada en el noroeste de Siria37. Además, Abraham 3:22–23 está escrito con una estructura poética más característica de los idiomas del Cercano Oriente que del estilo de escritura de los primeros estadounidenses38.

Las explicaciones de José Smith de los facsímiles del libro de Abraham contienen otros signos distintivos del mundo antiguo. El facsímile núm. 1 y Abraham 1:17 mencionan al dios idolátrico Elkénah. Esa deidad no se menciona en la Biblia, pero los eruditos modernos la han identificado entre los dioses que adoraban los antiguos mesopotámicos39. José Smith interpretó las cuatro representaciones de la figura 6 del facsímile 2 como “esta tierra en sus cuatro partes”. Los eruditos que estudian figuras idénticas en otros textos egipcios antiguos han aportado una interpretación similar40. El facsímile núm. 1 contiene una deidad con forma de cocodrilo que nada en lo que José Smith llamó “el firmamento arriba de nuestra cabeza”. Esa interpretación tiene sentido a la luz de las investigaciones que asocian las concepciones egipcias del cielo con “un océano celestial”41.

El libro de Abraham coincide con diversos detalles que se encuentran en relatos no bíblicos acerca de Abraham y que circulaban en el mundo antiguo alrededor de la época en la que probablemente se escribieron los papiros. En el libro de Abraham, Dios enseña a Abraham acerca del sol, la luna y las estrellas. “Te enseño estas cosas antes que entres en Egipto”, dice el Señor, “para que declares todas estas palabras”42. Los textos antiguos hacen referencia repetidamente a que Abraham instruyó a los egipcios en el conocimiento de los cielos. Por ejemplo, Eupolemo, que vivió bajo el reinado egipcio en el siglo II a. C., escribió que Abraham enseñó astronomía y otras ciencias a los sacerdotes egipcios43. Un papiro del siglo III procedente de una biblioteca de un templo egipcio vincula a Abraham con una ilustración similar al facsímile núm. 1 del libro de Abraham44. Un texto egipcio posterior, descubierto en el siglo XX, explica que el faraón intentó sacrificar a Abraham, pero su intento quedó frustrado cuando un ángel lo liberó. Más tarde, según este texto, Abraham enseñó astronomía a los miembros de la corte del faraón45. Todos esos detalles figuran en el libro de Abraham.

Hay otros detalles del libro de Abraham que se encuentran en antiguas tradiciones provenientes de todo el Cercano Oriente. Entre ellos se encuentran el hecho de que Taré, el padre de Abraham, era idólatra; la mención de un periodo de hambre que azotó su tierra natal; el hecho de que Abraham conociera los ídolos egipcios, así como que tuviera menos de 75 años cuando salió de Harán, que es lo indica el relato bíblico. Algunos de esos elementos que no se encuentran en la Biblia estaban disponibles en libros apócrifos o comentarios bíblicos durante la época de José Smith, pero otros solamente se encontraban en tradiciones no bíblicas inaccesibles o desconocidas para los estadounidenses del siglo XIX46.

Conclusión

La veracidad y el valor del libro de Abraham no pueden establecerse mediante un debate académico en cuanto a la traducción y la historicidad del libro. La naturaleza del libro de Abraham como libro de Escrituras reside en las verdades eternas que enseña y el poderoso espíritu que transmite. El libro de Abraham imparte profundas verdades acerca de la naturaleza de Dios, Su relación con nosotros como Sus hijos y el propósito de esta vida mortal. La veracidad del libro de Abraham se conoce, en definitiva, mediante un estudio diligente de sus enseñanzas, la oración sincera y la confirmación del Espíritu.

La Iglesia reconoce la contribución de los investigadores del contenido histórico que se presenta en este artículo; su trabajo se utiliza con permiso.

Publicado originalmente en julio de 2014.

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Recursos de aprendizaje

Recursos generales

“Book of Abraham and Egyptian Material”, The Joseph Smith Papers

“The Book of Abraham, Joseph Smith, Revelation, and You”, BYU Hawaii Devotionals & Speeches

Revistas de la Iglesia

“The Abrahamic Covenant”, Ensign, enero de 1998

“The Book of Abraham: A Most Remarkable Book”, Ensign, marzo de 1997

Manuales de estudio

  1. Doctrina y Convenios 1:17, 19, 24.

  2. Doctrina y Convenios 9:9.

  3. Véase, por ejemplo, Daniel C. Peterson, “News from Antiquity”, Ensign, enero de 1994, y John Gee, “Research and Perspectives: Abraham in Ancient Egyptian Texts”, Ensign, julio de 1992.

  4. 1 Nefi 13:40. Véase también Mormón 7:8–9.

  5. Génesis 12:2.

  6. Abraham 1:1–2, 5–12.

  7. Abraham 1:2–3, 19.

  8. Abraham 2:11. Véase también Doctrina y Convenios 84:19–21.

  9. Abraham 3:24.

  10. Abraham 3:24; 4:1, 12, 14–16.

  11. Abraham 3:25–26.

  12. Joseph Smith History [Historia de José Smith], 1838–1856, tomo B-1, pág. 596, disponible en josephsmithpapers.org.

  13. Véase S. J. Wolfe con Robert Singerman, Mummies in Nineteenth Century America: Ancient Egyptians as Artifacts, Jefferson, NC: McFarland, 2009; y John T. Irwin, American Hieroglyphics: The Symbol of the Egyptian Hieroglyphics in the American Renaissance, New Haven: Yale University Press, 1980.

  14. El trabajo más amplio sobre Lebolo y sus excavaciones, aunque sea anticuado en ciertos aspectos, es el de H. Donl Peterson, The Story of the Book of Abraham: Mummies, Manuscripts, and Mormonism, Salt Lake City: Deseret Book, 1995, págs. 36–85. En cuanto al paradero de las momias después que llegaran a los Estados Unidos, véase la entrevista de Brian L. Smith por Philip R. Webb, “Mystery of the Mummies: An Update on the Joseph Smith Collection”, Religious Studies Center Newsletter, tomo XX, nro. 2, 2005, págs. 1–5.

  15. Joseph Smith History [Historia de José Smith], 1838–1856, tomo B-1, pág. 596, disponible en josephsmithpapers.org.

  16. Brian M. Hauglid, A Textual History of the Book of Abraham: Manuscripts and Editions, Provo, UT: Maxwell Institute, 2010, págs. 6, 84, 110.

  17. José Smith, Journal, 8–9 de marzo de 1842, disponible en josephsmithpapers.org; “A Fac-Simile from the Book of Abraham” y “A translation”, Times and Seasons, 1 de marzo de 1842, págs. 703–706, disponible en josephsmithpapers.org; “The Book of Abraham”, Times and Seasons, 15 de marzo de 1842, págs. 719–722, disponible en josephsmithpapers.org; y “A Fac-Simile from the Book of Abraham” y “Explanation of Cut on First Page”, Times and Seasons, 16 de mayo de 1842, págs. 783–784.

  18. Doctrina y Convenios 1:24.

  19. Robert J. Matthews, “A Plainer Translation”: Joseph Smith’s Translation of the Bible: A History and Commentary, Provo, UT: Brigham Young University Press, 1985, pág. 253. En la época de José Smith, la palabra traducir podía significar “interpretar o transmitir en otro idioma”. La palabra interpretar podía significar “explicar el significado de unas palabras a una persona que no las comprende”, o “explicar o develar el significado de predicciones, visiones, sueños o enigmas; exponer y divulgar lo que está oculto para el entendimiento” (Noah Webster, An American Dictionary of the English Language, Nueva York: S. Converse, 1828, s.v. “Translate” e “Interpret” [“Traducir” e “Interpretar”]).

  20. Joseph Smith History [Historia de José Smith], 1838–1856, tomo B-1, pág. 597, disponible en josephsmithpapers.org.

  21. Las transcripciones e imágenes digitales de estos manuscritos, conocidas en su conjunto como “Kirtland Egyptian Papers”, pueden encontrarse en “Book of Abraham and Egyptian Material”, josephsmithpapers.org.

  22. Joseph Smith History [Historia de José Smith], 1838–1856, tomo B-1, pág. 596, disponible en josephsmithpapers.org.

  23. W. W. Phelps a Sally Phelps, 19–20 de julio de 1835, en Bruce A. Van Orden, “Writing to Zion: The William W. Phelps Kirtland Letters (1835–1836)”, BYU Studies, tomo XXXIII, nro. 3, 1993, pág. 555, disponible en byustudies.byu.edu.

  24. John Gee, A Guide to the Joseph Smith Papyri, Provo, UT: Foundation for Ancient Research and Mormon Studies, 2000, pág. 2. Se sabe que los fragmentos formaban parte de los papiros que pertenecían a la Iglesia porque estaban adheridos a papel que contenía registros mormones de la época, lo cual se ajusta a las descripciones contemporáneas de la presentación de los papiros.

  25. Jay M. Todd, “New Light on Joseph Smith’s Egyptian Papyri”, Improvement Era, febrero de 1968, págs. 40–41. Se encontró otro fragmento en la Oficina del Historiador de la Iglesia más o menos en la misma época del descubrimiento del Museo Metropolitano, con lo cual se reunieron 11 fragmentos en total.

  26. Michael D. Rhodes, “Why Doesn’t the Translation of the Egyptian Papyri found in 1967 Match the Text of the Book of Abraham in the Pearl of Great Price?”, Ensign, julio de 1988, págs. 51–53.

  27. Kerry Muhlestein, “Egyptian Papyri and the Book of Abraham: A Faithful, Egyptological Point of View”, y Brian M. Hauglid, “Thoughts on the Book of Abraham”, ambos en No Weapon Shall Prosper: New Light on Sensitive Issues, editado por Robert L. Millet, Provo y Salt Lake City, UT: Religious Studies Center, Universidad Brigham Young y Deseret Book, 2011, págs. 217–258. En cuanto a la falta de unanimidad entre los egiptólogos, véase, por ejemplo, John Gee, “A Method for Studying the Facsimiles”, FARMS Review, tomo XIX, nro. 1, 2007, págs. 348–351; y Hugh Nibley, The Message of the Joseph Smith Papyri: An Egyptian Endowment, 2.ª ed., Provo y Salt Lake City, UT: Deseret Book y Foundation for Ancient Research and Mormon Studies, 2005, págs. 51–53. Para consultar la traducción y el comentario de los fragmentos, véase Michael D. Rhodes, Books of the Dead Belonging to Tschemmin and Neferirnub: A Translation and Commentary, Provo, UT: Maxwell Institute, 2010; Michael D. Rhodes, The Hor Book of Breathings: A Translation and Commentary, Provo, UT: Foundation for Ancient Research and Mormon Studies, 2002; y Nibley, Message of the Joseph Smith Papyri, págs. 34–50.

  28. José Smith, o quizá un colega suyo, presentó la traducción publicada diciendo que los registros fueron “escritos por su propia mano [la de Abraham], en papiro”. La frase puede interpretarse con el significado de que Abraham es el autor y no el copista literal. Hugh Nibley y Michael Rhodes, One Eternal Round, Salt Lake City, UT: Deseret Book, 2010, págs. 20–22; Michael D. Rhodes, “Teaching the Book of Abraham Facsimiles”, Religious Educator, tomo IV, nro. 2, 2003, págs. 117–118.

  29. Kevin L. Barney, “The Facsimiles and Semitic Adaptation of Existing Sources”, en John Gee y Brian M. Hauglid, editores, Astronomy, Papyrus, and Covenant, Provo, UT: Foundation for Ancient Research and Mormon Studies, 2005, págs. 107–130.

  30. Henk Milde, “Vignetten-Forschung”, en Burkhard Backes y otros, editores, Totenbuch-Forschungen, Wiesbaden, Alemania: Harrassowitz Verlag, 2006, págs. 221–231; Holger Kockelmann, Untersuchungen zu den späten Totenbuch-Handschriften auf Mumienbinden, Wiesbaden, Alemania: Harrassowitz Verlag, 2008, tomo II, págs. 212–214; Valérie Angenot, “Discordance entre texte et image. Deux exemples de l’Ancien et du Nouvel Empires”, GöttingerMiszellen, nro. 187, 2002, págs. 11–21.

  31. John Whitmer, History, 1831–ca. 1837, pág. 76, en Karen Lynn Davidson, Richard L. Jensen y David J. Whittaker, editores, Histories, Volume 2: Assigned Historical Writings, 1831–1847, tomo II de la serie “Histories” de The Joseph Smith Papers, editado por Dean C. Jessee, Ronald K. Esplin y Richard Lyman Bushman, Salt Lake City: Church Historian’s Press, 2012, pág. 86. “Me he sentado a su lado y he escrito la traducción de los jeroglíficos egipcios según afirmaba recibirlos mediante la inspiración directa de los cielos”, escribió Warren Parrish, escriba de José Smith (Warren Parrish, 5 de febrero de 1838, Carta al editor, Painesville Republican, 15 de febrero de 1838, [pág. 3]).

  32. Hauglid, Textual History of the Book of Abraham, págs. 213–214, 222.

  33. “Joseph Smith as Translator”, en Richard Lyman Bushman, Believing History: Latter-day Saint Essays, editado por Reid L. Neilson y Jed Woodworth, Nueva York: Columbia University Press, 2004, págs. 233–247; Nibley, Message of the Joseph Smith Papyri, págs. 51–59. Véase también la nota al pie número 19.

  34. Por analogía, la Biblia parece haber sido un frecuente catalizador para las revelaciones que José Smith recibió en cuanto a las comunicaciones de Dios con el pueblo de Su antiguo convenio. El estudio del libro de Génesis que hizo José, por ejemplo, originó revelaciones acerca de la vida y las enseñanzas de Adán, Eva, Moisés y Enoc, las cuales se encuentran hoy en el libro de Moisés.

  35. Abraham 1:8, 10–11. La mayoría de los eruditos de la actualidad ubican “Caldea” (o Ur) en el sur de Mesopotamia, lejos de la zona de influencia egipcia; pero existen argumentos convincentes a favor de una ubicación en el norte, dentro de dicha zona de influencia (Paul Y. Hoskisson, “Where Was Ur of the Chaldees?”, en H. Donl Peterson y Charles D. Tate Jr., editores, The Pearl of Great Price: Revelations from God, Provo, UT: Brigham Young University Religious Studies Center, 1989, págs. 119–136; y Nibley, Abraham in Egypt, págs. 84–85, 234–236).

  36. Kerry Muhlestein, Violence in the Service of Order: The Religious Framework for Sanctioned Killing in Ancient Egypt, Oxford, Reino Unido: Archaeopress, 2001, págs. 37–44, 92–101; Kerry Muhlestein, “Royal Executions: Evidence Bearing on the Subject of Sanctioned Killing in the Middle Kingdom”, Journal of the Economic and Social History of the Orient, tomo LI, nro. 2, 2008, págs. 181–208; Anthony Leahy, “Death by Fire in Ancient Egypt”, Journal of the Economic and Social History of the Orient, tomo XXVII, nro. 2, 1984, págs. 199–206; Harco Willems, “Crime, Cult and Capital Punishment (Mo’alla Inscription 8)”, Journal of Egyptian Archeology, tomo LXXVI, 1990, págs. 27–54.

  37. Abraham 1:10; John Gee, “Has Olishem Been Discovered?”, Journal of the Book of Mormon and Other Restoration Scriptures, tomo XXII, nro. 2, 2013, págs. 104–107, disponible en maxwellinstitute.byu.edu.

  38. Julie M. Smith, “A Note on Chiasmus in Abraham 3:22–23”, Interpreter: A Journal of Mormon Scripture, tomo VIII, 2014, págs. 187–190, disponible en mormoninterpreter.com; Boyd F. Edwards y W. Farrell Edwards, “When Are Chiasms Admissible as Evidence?”, BYU Studies, tomo XLIX, nro. 4, 2010, págs. 131–154, disponible en byustudies.byu.edu.

  39. Kevin L. Barney, “On Elkenah as Canaanite El”, Journal of the Book of Mormon and Other Restoration Scripture, tomo XIX, nro. 1, 2010, págs. 22–35, disponible en maxwellinstitute.byu.edu; John Gee y Stephen D. Ricks, “Historical Plausibility: The Historicity of the Book of Abraham as a Case Study”, en Historicity and the Latter-day Saint Scriptures, editado por Paul Y. Hoskisson, Provo, UT: Religious Studies Center, Universidad Brigham Young, 2001, pág. 75.

  40. Maarten J. Raven, “Egyptian Concepts of the Orientation of the Human Body”, en Proceedings of the Ninth International Congress of Egyptologists, 2007, tomo II, págs. 1569–1570.

  41. Erik Hornung, “Himmelsvorstellungen”, Lexikon der Ägyptologie, 7 tomos, Wiesbaden: Harrassowit, 1977–1989, tomo II, pág. 1216. Para consultar estos y otros ejemplos, véase Peterson, “News from Antiquity”; Hugh Nibley, An Approach to the Book of Abraham, Salt Lake City y Provo, UT: Deseret Book y Foundation for Ancient Research and Mormon Studies, 2009, págs. 115–178; Nibley y Rhodes, One Eternal Round, págs. 236–245; John Gee, “A New Look at the Conception of the Human Being in Ancient Egypt”, en “Being in Ancient Egypt”: Thoughts on Agency, Materiality and Cognition, editado por Rune Nyord y Annette Kjølby, Oxford, Reino Unido: Archaeopress, 2009, págs. 6–7, 12–13.

  42. Abraham 3:2–15.

  43. Fragmentos de Eupolemo, en John A. Tvedtnes, Brian M. Hauglid y John Gee, editores, Traditions about the Early Life of Abraham, Studies in the Book of Abraham, editado por John Gee, tomo I, Provo, UT: Foundation for Ancient Research and Mormon Studies, 2001, págs. 8–9. Para consultar otras referencias sobre cómo Abraham enseñó astronomía, véase, por ejemplo, Tvedtnes, Hauglid y Gee, Traditions about the Early Life of Abraham, págs. 7, 35–43.

  44. Fragmentos de P. Leiden I 384 (PGM XII), en Tvedtnes, Hauglid y Gee, Traditions about the Early Life of Abraham, págs. 501–502, 523.

  45. John Gee, “An Egyptian View of Abraham”, en Andrew C. Skinner, D. Morgan Davis y Carl Griffin, editores, Bountiful Harvest: Essays in Honor of S. Kent Brown, Provo, UT: Maxwell Institute, 2011, págs. 137–156.

  46. Véase E. Douglas Clark, revisión de Michael E. Stone, Armenian Apocrypha Relating to Abraham, 2012, en BYU Studies Quarterly, tomo LIII, nro. 2, 2014, págs. 173–179; Tvedtnes, Hauglid y Gee, Traditions about the Early Life of Abraham; Hugh Nibley, Abraham in Egypt, 2.ª ed., Salt Lake City y Provo, UT: Deseret Book y Foundation for Ancient Research and Mormon Studies, 2000, págs. 1–73. Algunos de estos elementos extrabíblicos estaban disponibles para José Smith por medio de los libros de Jaser y Josefo. José Smith sabía de la existencia de estos libros, pero se desconoce si los utilizó.