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El poder de la revelación personal


El poder de la revelación personal

Transmisión vía satélite de la capacitación para el Sistema Educativo de la Iglesia • 12 de junio de 2019 • Auditorio de la planta baja del edificio de las Oficinas Generales de la Iglesia

Antes de empezar, quisiera expresarles mi gratitud y amor. Qué gozo es colaborar con ustedes en la gran obra de ayudar a la nueva generación a aprender el evangelio de Jesucristo en profundidad. Los amo y ruego las bendiciones del Señor sobre ustedes y sus familias.

Hoy deseo hablar de tres modelos de revelación personal del Libro de Mormón:

El primero es los anales sagrados que testifican de Jesucristo y del plan del Padre El segundo es el testimonio del Espíritu Santo, el cual fortalece la fe en Jesucristo y profundiza nuestra conversión a Él. El tercero es los profetas vivientes que testifican de Jesucristo y se enfrentan al mal.

Estos modelos aparecen representados de manera vívida y poderosa en el Libro de Mormón porque son esenciales —e incluso cruciales— en nuestra época para tener más fe en Jesucristo y estar más convertidos a Él1.

Vivimos en una época en la que hombres y mujeres inicuos y equivocados hacen todo lo posible por convencer a la nueva generación de que lo bueno es malo y lo malo es bueno. Se valen de métodos como los de Sherem, Nehor y Korihor en el Libro de Mormón —argumentos ingeniosos, ideas halagadoras y etiquetas e imágenes cuidadosamente diseñadas— para crear falsas doctrinas sobre nuestra relación con Dios, el amor, la tolerancia, el matrimonio, la identidad eterna, la familia y mucho más. Muchas de estas ideologías y doctrinas de los hombres tienen “apariencia de piedad, mas [todas niegan] el poder de ella”2.

Los alumnos sufren el bombardeo cada minuto de cada día de mensajes como este y necesitan revelación personal para fortalecer su fe en Jesucristo y profundizar su conversión a Él. Espero, y ruego, que ustedes hagan todo lo posible para ayudarlos a aprender en profundidad estos modelos de revelación personal.

Anales sagrados que testifican de Jesucristo

Empiezo con los anales sagrados que testifican de Jesucristo. Es un tema inherente a todo el Libro de Mormón y que comienza con las planchas de bronce3.

La experiencia de Nefi con Labán y las planchas de bronce fue un evento crucial en su vida. Nefi aprendió lo importantes que eran aquellos anales para él y su familia: “Es prudente para Dios que obtengamos estos anales a fin de que preservemos para nuestros hijos el idioma de nuestros padres… [y] las palabras que han salido de la boca de todos los santos profetas”4.

Las planchas de bronce tuvieron una profunda influencia en el desarrollo espiritual, religioso y social del pueblo nefita. Llegaron a ser una fuente de revelación personal y profecías gloriosas de la venida del Hijo de Dios, el Santo de Israel. También dieron un poderoso testimonio del maravilloso plan de salvación del Padre. Los santos profetas que se citan en las planchas de bronce testificaron que el Mesías expiaría los pecados del mundo, padecería y moriría, y se levantaría de nuevo habiendo vencido el pecado y la muerte5.

Las planchas de bronce también contenían los convenios del Padre con Abraham y toda la casa de Israel. Lehi descubrió que era descendiente de José y que los de su posteridad serían los hijos del convenio, herederos de todas las promesas que Dios le había hecho a Abraham, incluso el recogimiento de Israel en los últimos días.

Lehi empleó las planchas de bronce para enseñar a sus hijos en cuanto al Salvador y los convenios que el Padre hizo con la casa de Israel. Nefi y su hermano Jacob continuaron con esa práctica y luego añadieron sus propios anales siguiendo el mandato del Señor6. Ciertamente, Nefi se convirtió a la importancia de tener un registro permanente, en particular de las cosas sagradas7.

Desde aquellos primeros días en la tierra prometida, los nefitas desarrollaron una cultura que consideraba el llevar anales sagrados, leerlos y enseñar de ellos una responsabilidad elevada y sagrada. Con fe en Jesucristo y el compromiso de apreciar y preservar Su palabra, los nefitas se convirtieron en una sociedad de conservadores, lectores y maestros de anales sagrados8. Los anales oficiales se escribían en planchas, aunque con el tiempo los nefitas desarrollaron un sistema de publicación para que pudieran copiarse y escribirse en materiales más livianos para una distribución más amplia9.

La amplia distribución de los anales sagrados hizo posible que los padres enseñaran a sus hijos los mandamientos del Señor, y que los hijos enseñaran a sus hijos, y así sucesivamente durante siglos10. Misioneros, como los hijos de Mosíah, pudieron llevar consigo los anales y usarlos para enseñar a los lamanitas, con consecuencias maravillosas11. Tal y como Alma le enseñó a Helamán, los anales sagrados crearon una experiencia reveladora que “ensancha[ron] la memoria de este pueblo, sí, y… llevaron [a muchos miles de lamanitas] al conocimiento del Señor su Dios, y a regocijarse en Jesucristo su Redentor”12.

Ese regocijo aumentó cuando el Salvador resucitado se apareció en el templo de Abundancia13. Hoy en día tenemos ese testimonio maravilloso y convincente del sacrificio expiatorio y de la gloriosa resurrección del Cristo Viviente en el Libro de Mormón gracias a la misericordia, el don y el poder de Dios14. Al igual que los nefitas, y gracias a ellos, nosotros tenemos anales sagrados que testifican de Jesucristo y del plan de salvación del Padre. Tal como Alma le profetizó a su hijo Helamán hace mucho tiempo, el Señor “preserv[ó] estas cosas para un sabio propósito suyo, a fin de manifestar su poder a las generaciones futuras”15.

Ese futuro es ahora. El Señor le muestra Su poder a la nueva generación de una manera maravillosa. Los alumnos pueden sentir ese poder cuando enseñamos la plenitud del evangelio de Jesucristo en el Libro de Mormón. Al grado en que procuren recibir revelación personal al deleitarse en el Libro de Mormón, llegará a ser para ellos lo que las planchas de bronce fueron para los nefitas: un testimonio de Jesucristo y de Su poder para redimir, así como una fuente de revelación personal y de gozo.

El testimonio del Espíritu Santo, el cual fortalece la fe en Jesucristo y profundiza nuestra conversión a Él

Ahora hablaremos del Espíritu Santo. El viaje de Lehi a la tierra prometida fue un viaje de poder espiritual. Fue una época en la que el Señor enseñó, guio y consoló a Lehi, a Saríah y a todos sus hijos por el poder del Espíritu Santo mediante inspiración, sueños y visiones; Su propia voz; y la aparición de mensajeros celestiales. Nefi declaró que esas bendiciones de poder espiritual se recibieron “por el poder del Espíritu Santo, que es el don de Dios para todos aquellos que lo buscan diligentemente”16.

En verdad, Nefi buscó al Señor y recibió grandes revelaciones por medio del Espíritu Santo. Su afán por conocerse a sí mismo determinó un modelo reconocible en todo el Libro de Mormón. Nefi tenía “grandes deseos de conocer los misterios de Dios”17. Ese deseo obró en él y “clam[ó] por tanto al Señor”18 en oración y con verdadera intención. Gracias a ese esfuerzo, el Señor le dijo: “Bendito eres tú, Nefi, a causa de tu fe, porque me has buscado diligentemente con humildad de corazón”19.

Este es el modelo: un deseo de saber, la oración ferviente del corazón, la búsqueda diligente con humildad y fe en Jesucristo, y el don del Espíritu Santo20. Lo vemos en la vida de Enós, Alma, los hijos de Mosíah, el rey Lamoni y su padre, el pueblo de Ammón, Helamán y sus jóvenes guerreros, y muchos otros21. De hecho, cuando los nefitas y los lamanitas eran justos, la revelación personal por medio del Espíritu Santo era habitual entre ellos22.

Cuando los nefitas y lamanitas fieles actuaban y escribían, según lo que les revelaba el Espíritu Santo, el Señor los bendecía aún más. Dado que atesoraban23 lo que les daba, el Señor los bendijo con más fe en Él, una conversión más profunda, y el espíritu de revelación. Aumentó su capacidad de recibir revelación por medio del poder del Espíritu Santo.

La experiencia de Alma es un bello ejemplo de este modelo. Ustedes recuerdan que él había visto ángeles y había tenido visiones notables, y aun así seguía procurando el testimonio del Espíritu del Señor: “He aquí, os testifico que yo sé que estas cosas de que he hablado son verdaderas. Y, ¿cómo suponéis que yo sé de su certeza?

“He aquí, os digo que el Santo Espíritu de Dios me las hace saber. He aquí, he ayunado y orado muchos días para poder saber estas cosas por mí mismo. Y ahora sé por mí mismo que son verdaderas; porque el Señor Dios me las ha manifestado por su Santo Espíritu; y este es el espíritu de revelación que está en mí”24.

El testimonio del Espíritu Santo tuvo un efecto significativo sobre los nefitas y en la sociedad en la que vivían25. No hay mejor ejemplo de ello que la misión de los hijos de Mosíah entre los lamanitas 91 años antes del nacimiento del Salvador. Al escudriñar las Escrituras, ayunar y orar de manera diligente, aquellos grandes misioneros “[tuvieron] el espíritu de profecía y el espíritu de revelación”26.

Su obra entre los lamanitas tuvo una poderosa influencia en el curso de la historia nefita y lamanita. Por primera vez en 500 años, “miles [de lamanitas] llegaron al conocimiento del Señor… y se les enseñó lo que contenían los anales y las profecías”27. La manera en que Mormón describe esta experiencia es una promesa profética de lo que le puede suceder a cualquier hijo de Dios que siga el modelo de revelación personal a través del Espíritu Santo: “Cuantos llegaron al conocimiento de la verdad por la predicación de Ammón y sus hermanos, según el espíritu de revelación y de profecía, y el poder de Dios que obraba milagros en ellos… fueron convertidos al Señor, [y] nunca más se desviaron”28.

Hermanos y hermanas, este es el testimonio del Espíritu Santo, el cual fortalece la fe en Jesucristo y profundiza nuestra conversión a Él.

Los profetas vivientes que testifican de Jesucristo y se enfrentan al mal

El tercer modelo de revelación personal lo constituyen los profetas vivientes que están investidos de poder y autoridad para decir “así dice el Señor” en tiempo real a todas las personas. Este es el gran modelo profético que vemos en todo el Libro de Mormón: profetas que dan testimonio de Jesucristo, enseñan Su evangelio, llaman a la gente al arrepentimiento y advierten en contra del mal de su época y se enfrentan a él29. Por medio de la revelación, en especial de los ángeles, los profetas del Libro de Mormón nos dieron una perspectiva extraordinaria y maravillosa sobre Jesucristo, Su doctrina y Su expiación30.

Los profetas eran audaces y directos al llamar a las personas al arrepentimiento. Así es como tenemos en el Libro de Mormón las maravillosas enseñanzas de Nefi, Jacob, el rey Benjamín, Alma, Amulek, los hijos de Mosíah, el capitán Moroni, Mormón y Moroni sobre el arrepentimiento31. Estos grandes profetas enseñaron con claridad, franqueza, amor y esperanza. Sus enseñanzas aún resuenan en nosotros por el poder del Espíritu Santo:

  • “¿Habéis nacido espiritualmente de Dios?”32.

  • “Si habéis sentido el deseo de cantar la canción del amor que redime… ¿Podéis sentir esto ahora?”33.

  • He aquí, ¿os halláis despojados del orgullo?34.

  • “¡Arrepentíos, arrepentíos, porque el Señor Dios lo ha dicho!… él invita a todos los hombres, pues a todos ellos se extienden los brazos de misericordia, y él dice: Arrepentíos, y os recibiré”35.

Los profetas del Libro de Mormón se enfrentaron a hombres malos que intentaban alejar a la gente de Jesucristo y destruir Su Iglesia. Hombres como Sherem, Nehor, Amlici, Korihor, Amalickíah y muchos otros fueron guiados por el adversario para confundir y engañar con gran destreza36. Tenían un conocimiento importante del idioma y se valieron de astucias y argumentos para hacer que lo bueno pareciese malo y lo malo pareciese bueno.

Halagaban a la gente, apelando a su vanidad, orgullo, ansia de poder y deseo de satisfacer sus apetitos. La Escritura dice que tenían “mucha elocuencia, según el poder del diablo”37 y decían “palabras muy altaneras”38. Aunque todas esas enseñanzas, argumentos y promesas eran falsos, resultaban muy atractivos para el hombre natural, y muchos abandonaron la Iglesia y se perdieron hasta que los profetas reprendieron al mal y se opusieron a él39.

Cuando no bastaba con las palabras, los hombres malos recurrieron al terror, al asesinato y al robo, y crearon combinaciones secretas para ocultar sus hechos inicuos40.

Los profetas se enfrentaron a esas formas de maldad con la palabra de Dios clara y sencilla, con testimonios que eran fruto del poder de Dios y con milagros efectuados por la mano del Señor. Jacob dijo de su encuentro con Sherem: “El Señor Dios derramó su Espíritu en mi alma, de tal modo que lo confundí en todas sus palabras”41.

Los profetas vivientes hablan en nombre del Señor en nuestra época. Cuando escuchamos sus palabras con el Espíritu, recibimos revelación personal directa, incluso la confirmación de que lo que el profeta ha dicho es verdad42. Cuando enseñamos a los alumnos a acudir a las palabras de los profetas vivientes para encontrar respuestas a sus preguntas, los guiamos a una fuente poderosa de verdad revelada. Los alumnos aprenden que la revelación personal fluye en nuestra vida cuando seguimos a los profetas vivientes que testifican de Jesucristo y se enfrentan al mal43.

Aprender de manera intensa el principio de la revelación personal

Hemos considerado juntos, hermanos y hermanas, la revelación personal a través de los anales sagrados, el testimonio del Espíritu Santo y los profetas vivientes, presentado todo ello con gran poder en el Libro de Mormón44. Los hemos considerado por separado, pero están íntimamente relacionados. De hecho, forman parte de la gran unificación de “todas las cosas en Cristo”45 en esta dispensación.

Juntos, estos modelos de revelación personal testifican de Jesucristo, fortalecen nuestra fe en Él y profundizan nuestra conversión a Él. Los alumnos deben aprender de manera intensa el principio de la revelación personal para saberlo y entenderlo en la mente y el corazón, para saber cómo actuar en rectitud para obtenerlo, y para desarrollarse en el principio de la revelación y llegar a ser más y más como su Salvador, Jesucristo.

Permítanme sugerir algo que espero que enseñen a sus alumnos cuando tratan de aprender de manera intensa el principio eterno de la revelación personal.

Primero, la revelación personal es personal.

Si los alumnos centran el corazón y la mente en Jesucristo y Su evangelio restaurado, sentirán Su amor, se regocijarán en Su evangelio y se acercarán más a Él. Crecerá en ellos el deseo de oír Su voz y recibir Su luz. La revelación personal es personal. El Señor conoce a nuestros alumnos de manera íntima y personal. Les habla directamente con amor perfecto, empatía y conocimiento de lo que necesitan. La revelación viene por medio del Espíritu Santo, pero es la palabra del Señor. Él ama, habla, guía y protege. Es personal.

Segundo, todos los alumnos tienen la capacidad de recibir revelación personal.

La revelación personal procede del Espíritu a nuestro espíritu; es una comunicación divina que va del Espíritu Santo y al espíritu eterno de los alumnos46. Cada alumno tiene la capacidad inherente de recibir revelación personal de Dios, la cual se rige por una ley divina y requiere trabajo: procurar revelación diligentemente por medio de la oración, el ayuno, el estudio, escuchar, escribir y actuar con fe en Jesucristo. Este trabajo, junto con la rectitud personal, es lo que abre el conducto de la revelación personal.

Tercero, la capacidad de los alumnos para recibir revelación puede, y debe, aumentar.

La capacidad de los alumnos para recibir revelación puede aumentar. De hecho, debe crecer para que puedan sobrevivir espiritualmente y recibir la vida eterna. También esto se aplica a nosotros. Esa es la razón por la que el presidente Nelson los instó y les suplicó (a nosotros también) que “se esfuercen más allá de su capacidad espiritual actual para recibir revelación”47. El profeta José enseñó: “Al aprender a reconocer y entender el Espíritu de Dios, [los alumnos] podrán crecer en el principio de la revelación hasta que lleguen a ser perfectos en Cristo Jesús”48.

Por último, jamás subestimen el poder revelador de seguir al profeta.

Los alumnos viven en una época maravillosa, pero difícil. Serán protegidos y bendecidos y recibirán revelación en sus vidas cuando sigan el consejo y las invitaciones del profeta del Señor, pues habla en Su nombre. Aquí tienen un ejemplo actual. Dirigiéndose a los alumnos, el presidente Russell M. Nelson escribió: “Su capacidad para influir en el mundo más que ninguna otra generación anterior depende por entero de su grado de devoción a Jesucristo. Cada uno de ustedes tiene la responsabilidad de ayudar a enseñar el Evangelio en su hogar a las personas con las que viven. Seminario e Instituto les ayudarán a renovar su hogar para que llegue a ser un santuario de fe, un lugar donde se enseña, se vive y se ama el evangelio de Jesucristo”49.

Hermanos y hermanas, por favor, ayuden a los alumnos a seguir al profeta. Enséñenles a apoyar a sus padres para hacer de sus hogares un centro de aprendizaje del Evangelio. Enséñenles a compartir su amor por el Señor y Su evangelio con sus familiares y amigos. Al hacerlo, recibirán “revelación tras revelación… aquello que trae gozo, aquello que trae la vida eterna”50. Serán como el ejército de Helamán, una inspiración para todo el que los conozca, especialmente en sus propios hogares.

Testimonio

Mis queridos hermanos y hermanas, testifico de nuestro amoroso Padre Celestial. Él vive. Jesús es el Cristo, nuestro Salvador y Redentor; yo sé que Él vive. El Espíritu Santo obra en nuestra vida. Los cielos están abiertos. Este es un día de milagros, un día de revelación por el poder del “Espíritu… [enviado] por la voluntad del Padre mediante Jesucristo su Hijo”51. Sé que esto es verdad. Ruego que cada uno de nosotros procure obtener revelación del Señor para ayudar a cada alumno, a cada uno, a aprender intensamente este principio glorioso y recibir revelación personal en sus vidas, hoy y siempre.

En el sagrado nombre de Jesucristo. Amén.

Notas

  1. Estos tres modelos fueron establecidos en la familia de Lehi durante su viaje a la tierra prometida. Lehi era profeta y profetizó a su familia: les testificó de Jesucristo, los llamó al arrepentimiento y se enfrentó al mal que había entre ellos. Nefi procuró obtener revelación personal como su padre y la recibió en sueños y visiones, en los susurros del Espíritu, en la voz del Señor y en el ministerio de ángeles. Tenían anales sagrados en las planchas de bronce que testificaban de Jesucristo.

  2. Véase José Smith—Historia 1:19.

  3. Nefi aclara que su padre, Lehi, era un hombre instruido. Al comienzo mismo de su registro, Nefi dice: “Yo, Nefi, nací de buenos padres y recibí, por tanto, alguna instrucción en toda la ciencia de mi padre… hago la relación en el lenguaje de mi padre, que se compone de la ciencia de los judíos y el idioma de los egipcios… yo, Nefi, no doy cuenta completa de lo que mi padre ha escrito” (1 Nefi 1:1–2, 16).

    Lehi era un hombre instruido que escribía sus propios registros de sus sueños, visiones y profecías. Sin embargo, el Señor le mandó que enviara a sus hijos de vuelta a Jerusalén para obtener los anales de los judíos que tenía Labán.

  4. 1 Nefi 3:19–20.

  5. Véase 1 Nefi 19:10 para ver un ejemplo de los escritos de los profetas que había en las planchas de bronce y que no tenemos en la Biblia.

  6. Véanse 1 Nefi 6:4; 19:1, 21. Las planchas de bronce continuaron siendo una fuente de inspiración y revelación a lo largo de toda la historia de los nefitas. Mil años después de Lehi, Moroni tomó de las planchas de bronce una cita de Isaías acerca de los convenios del Padre e invocó el poder redentor de Jesucristo: “Despierta y levántate del polvo, oh Jerusalén; sí, y vístete tus ropas hermosas, oh hija de Sion… y se cumplan los convenios que el Padre Eterno te ha hecho, oh casa de Israel.

    “Sí, venid a Cristo, y perfeccionaos en él, y absteneos de toda impiedad” (Moroni 10:31–32).

  7. Véanse 1 Nefi 6:4; 19:21.

  8. La importancia del lenguaje y de aprender —la capacidad de leer, escribir y llevar registros— estaba tan inmersa en la sociedad nefita, que hasta los incrédulos la desarrollaron. Por ejemplo, Amulón, uno de los sacerdotes inicuos del rey Noé, llegó a ser maestro de los lamanitas y les enseñó a leer, escribir y llevar registros. Incluso los ladrones de Gadiantón leían y escribían cartas. Es más, la creación de una sociedad de personas que llevan registros, de lectores y de maestros fue vital para el desarrollo del sistema judicial entre los nefitas durante el gobierno de los jueces. Los registros y su mantenimiento, así como leer y enseñar, fueron una forma importante en que el Señor bendijo a los nefitas tanto temporal como espiritualmente. Esa experiencia contiene un modelo para nosotros en la actualidad.

  9. Vemos esos registros en acción en el discurso del rey Benjamín cuando mandó que se escribieran sus palabras y se distribuyeran entre los de su pueblo que no podían oírlo. Lo vemos cuando Abinadí leyó a los sacerdotes inicuos del rey Noé los mandamientos del Señor que estaban en las planchas de bronce. Lo vemos entre los habitantes de Ammoníah que creyeron a Alma y Amulek, y que “empezaron a arrepentirse y a escudriñar las Escrituras” (Alma 14:1). Las mujeres y los hijos de los creyentes, junto con “sus anales, que contenían las Santas Escrituras” (Alma 14:8) fueron quemados y destruidos.

  10. Véase Mosíah 1:2–5.

  11. Véase Alma 18:36, donde Ammón le “explicó [al rey Lamoni] los anales y las Santas Escrituras”.

  12. Véase Alma 37:8–9.

  13. Véase 3 Nefi 11:8–17. La gente estaba llena de gozo y dio testimonio de Jesucristo esa misma noche y durante las generaciones venideras. Nefi, tataranieto de Alma, hijo, registró esos eventos sagrados, los cuales constituyen un testimonio notable de la resurrección y el sacrificio expiatorio del Hijo de Dios.

  14. El Señor le dijo a José que había recibido poder para traducir el Libro de Mormón por “la misericordia… de Dios” (Doctrina y Convenios 1:29). Hacia el final de su vida, Nefi instó a atesorar la palabra de Cristo a todo el que entre en la senda del convenio. Sus palabras resonaron durante siglos de historia nefita en hogares, santuarios y las enseñanzas de los profetas. Hoy día penetran nuestro corazón con su inspiradora promesa: “Por tanto, debéis seguir adelante con firmeza en Cristo, teniendo un fulgor perfecto de esperanza y amor por Dios y por todos los hombres. Por tanto, si marcháis adelante, deleitándoos en la palabra de Cristo, y perseveráis hasta el fin, he aquí, así dice el Padre: Tendréis la vida eterna” (2 Nefi 31:20; cursiva agregada).

  15. Alma 37:18; véase también Alma 37:14–19. Las planchas de bronce fueron preservadas y están en posesión de Moroni. David Whitmer testificó de la veracidad de esto en 1878 durante una entrevista con Joseph F. Smith y Orson Pratt en Richmond, Misuri: “José, Oliver y yo, no solo vimos las planchas del Libro de Mormón, sino las planchas de bronce, las planchas del libro de Éter… y muchas más. La verdad es que José, Oliver y yo estábamos sentados en un tronco cuando nos rodeó una luz, no como la del sol… más gloriosa y bella… Apareció una especie de mesa con muchos anales o planchas además de las planchas del Libro de Mormón, así como la espada de Labán, los directores —la pequeña esfera que tenía Lehi— y los intérpretes. Lo vi tan claramente como veo esta cama… y oí la voz del Señor tan claramente como jamás oí ninguna otra cosa en mi vida declarando que los anales de las planchas del Libro de Mormón fueron traducidos por el don y el poder de Dios” (David Whitmer, en una carta de Joseph F. Smith a John Taylor, 17 de septiembre de 1878, Joseph F. Smith papers, 1854–1918, Biblioteca de Historia de la Iglesia, Salt Lake City, págs. 8–9).

  16. 1 Nefi 10:17. En 2 Nefi, Nefi describe cómo se hace uno merecedor del don del Espíritu Santo y lo que hace el Espíritu Santo: “La puerta por la cual debéis entrar es el arrepentimiento y el bautismo en el agua; y entonces viene una remisión de vuestros pecados por fuego y por el Espíritu Santo… Y entonces os halláis en este estrecho y angosto camino que conduce a la vida eterna… y habéis recibido el Espíritu Santo, que da testimonio del Padre y del Hijo, para que se cumpla la promesa hecha por él, que lo recibiríais si entrabais en la senda” (2 Nefi 31:17–18).

    “… que si entráis por la senda y recibís el Espíritu Santo, él os mostrará todas las cosas que debéis hacer” (2 Nefi 32:5).

  17. 1 Nefi 2:16.

  18. 1 Nefi 2:16.

  19. 1 Nefi 2:19.

  20. Este modelo es evidente en muchas experiencias de revelación personal del Libro de Mormón. Consideren lo siguiente:

    Un deseo de conocernos a nosotros mismos

    Un deseo de conocer la verdad, recibir respuestas, guía, consuelo o perdón, a menudo acompañado de la palabra de Dios, motiva la búsqueda de revelación personal. Nefi tenía “grandes deseos de conocer los misterios de Dios” (1 Nefi 2:16). El alma de Enós tenía hambre de perdón (Enós 1:4). Alma clamó en su corazón: “¡Oh Jesús, Hijo de Dios, ten misericordia de mí” (Alma 36:18). Es un deseo verdadero de recibir revelación de Dios.

    Orar con verdadera intención

    El deseo verdadero conduce a la oración, con frecuencia en un lugar apacible. Procuramos obtener revelación de nuestro Padre Celestial y lo hacemos con la oración del corazón, que surge del deseo de saber. Es una oración de verdadera intención para actuar de conformidad con lo que recibamos. Son oraciones como las que ofrecieron Nefi, Enós, Alma, los hijos de Mosíah o Helamán y sus jóvenes guerreros (véanse 1 Nefi 2:16; Enós 1:4; Alma 17:3; Alma 58:10–12).

    Diligentes al buscar

    Procurar obtener revelación requiere una búsqueda diligente. Piensen en Alma, que ayunó y oró “muchos días para poder saber estas cosas por [sí] mismo” (Alma 5:46). Ser diligentes al procurar obtener revelación significa escudriñar las Escrituras, meditar, orar y ayunar sobre lo que leemos y aprendemos. Significa ir al Padre Celestial con frecuencia y confiar en Su tiempo.

  21. Tal y como enseñó Jacob, el don de la revelación personal por medio del Espíritu Santo también trae consigo dones espirituales, mayor fe en Jesucristo y una conversión más profunda al Señor: “Por tanto, escudriñamos los profetas, y tenemos muchas revelaciones y el espíritu de profecía; y teniendo todos estos testimonios, logramos una esperanza, y nuestra fe se vuelve inquebrantable, al grado de que verdaderamente podemos mandar en el nombre de Jesús, y los árboles mismos nos obedecen, o los montes, o las olas del mar.

    “No obstante, el Señor Dios nos manifiesta nuestra debilidad para que sepamos que es por su gracia y sus grandes condescendencias para con los hijos de los hombres por las que tenemos poder para hacer estas cosas” (Jacob 4:6–7).

  22. Es así para todas las formas en que Dios se comunicaba con Su pueblo. Por ejemplo, el ministerio de ángeles era habitual entre las personas justas. Alma declaró: “… he aquí, ángeles… están declarando [el arrepentimiento] a muchos en nuestra tierra en este tiempo” (Alma 13:24). Poco después del nacimiento del Salvador, “se aparecieron ángeles a los hombres, a hombres sabios, y les declararon buenas nuevas de gran gozo” (Helamán 16:14).

  23. Véase Doctrina y Convenios 84:85.

  24. Alma 5:45–46.

  25. Mientras enseñaba a los habitantes de Ammoníah, Alma resumió las notables bendiciones de las que disfrutaban los nefitas y la naturaleza de la comunidad de convenios que el Señor había creado entre ellos. En Alma 9:20–22 leemos que eran “un pueblo tan altamente favorecido del Señor”, habiéndoseles “manifestado, de acuerdo con sus deseos, y su fe y oraciones, todas las cosas concernientes a lo que ha sido, a lo que es y a lo que está por venir”, que eran “visitado[s] [por] el Espíritu de Dios… habiendo conversado con ángeles y habiéndoles hablado la voz del Señor”, y que tenían “el espíritu de profecía y el espíritu de revelación, y también muchos dones”.

  26. Alma 17:3; véase también Alma 17:1–3.

  27. Alma 23:5; véase también Alma 23:5–7.

  28. Alma 23:6.

  29. Aquí nos centramos en la función de ser profetas, aunque reconocemos que también son videntes y reveladores. Ammón enseñó: “… un vidente es también revelador y profeta… un vidente puede saber de cosas que han pasado y también de cosas futuras; y por este medio todas las cosas serán reveladas, o mejor dicho, las cosas secretas serán manifestadas, y las cosas ocultas saldrán a la luz; y lo que no es sabido, ellos lo darán a conocer; y también manifestarán cosas que de otra manera no se podrían saber” (Mosíah 8:16–17).

  30. Lo hicieron con semejante poder espiritual, que el mensaje penetró el corazón de las personas que estaban preparadas para oírlo. A lo largo de más de 1000 años de historia leemos de personas que estaban “llen[as] de gozo” (1 Nefi 5:1; Mosíah 4:3), “la luz de la sempiterna palabra iluminó sus almas” (Alma 5:7), y fueron redimidas por el Señor y nacieron del Espíritu” (véase Mosíah 27:24). En muchas ocasiones “miles se un[ía]n a la iglesia y [era]n bautizad[a]s para arrepentimiento” (Helamán 3:24). En Mosíah 3 puede verse un ejemplo de la función de los ángeles en la revelación que reciben los profetas y que permite profundizar nuestro conocimiento de la doctrina de Cristo.

  31. Véanse 2 Nefi 31; Jacob 2; Mosíah 3; Alma 5; Alma 18, Alma 34; Alma 46; Moroni 7; Moroni 8; Moroni 10.

  32. Alma 5:14.

  33. Alma 5:26.

  34. Alma 5:28.

  35. Alma 5:32–33.

  36. Véanse Jacob 7:1–20 (Sherem); Alma 1:3–15 (Nehor); Alma 2:1–31 (Amlici); Alma 30:3–59 (Korihor); Alma 46:3–11 (Amalickíah).

  37. Véase Jacob 7:4.

  38. Véase Alma 30:31.

  39. A medida que se acercaba el nacimiento del Salvador, los hombres inicuos se tornaron aun más inicuos y formaron combinaciones secretas (véanse Helamán 1:9–12; Helamán 2:4–5). En un proceso antiguo que se remonta a la época de Adán y Eva, aquellos hombres inicuos formaron una banda que pretendía obtener poder, amasar riquezas y destruir la Iglesia y el gobierno asesinando y robando en secreto. Sus herramientas no eran las palabras, sino garrotes, espadas y puñales. Se protegían mediante juramentos y convenios que hacían entre sí para mantener sus obras inicuas en secreto bajo pena de muerte si alguien desertaba o los delataba (véanse Helamán 6:20–33; 3 Nefi 1:27–30).

  40. Véanse Helamán 1:9–12; Helamán 2:4–5; Helamán 6:20–33; 3 Nefi 1:27–30.

  41. Véase Jacob 7:8.

  42. Para un análisis de este principio, véase Henry B. Eyring, “Revelación continua”, Liahona, noviembre de 2014, págs. 70–73.

  43. Tal es el significado del mensaje del Señor al profeta José: “Lo que es de Dios es luz; y el que recibe luz y persevera en Dios, recibe más luz, y esa luz se hace más y más resplandeciente hasta el día perfecto” (Doctrina y Convenios 50:24). Aunque los nefitas no siempre fueron justos, y aunque siempre hubo muchos disidentes, los profetas preservaron la llama de la fe. Con valor y el poder de la revelación, fortalecieron a la gente de fe que estaba desanimada y era perseguida. Ayudaron a muchos a anclar sus vidas en el Salvador y a recibir revelación personal que los llevó, o restauró, a Jesucristo y Su evangelio.

  44. Los alumnos pueden ver y leer acerca de cómo fueron bendecidos los nefitas y los lamanitas gracias a los anales sagrados, la revelación personal y los profetas vivientes. Cuando lean sobre estas bendiciones maravillosas, pueden vivirlas por sí mismos si las aceptan. Al estudiar y escudriñar el Libro de Mormón y orar para recibir guía espiritual, los alumnos pueden recibir conocimiento y entendimiento del evangelio de Jesucristo y el plan del Padre, pueden aprender a vivir el Evangelio y pueden recibir un testimonio de que lo que han leído es verdad, y todo ello por medio del poder del Espíritu Santo.

  45. Véase Efesios 1:10.

  46. José Smith enseñó que mientras estamos en esta vida, la revelación personal la recibe “nuestro espíritu precisamente como si no tuviésemos cuerpo” (Enseñanzas de los Presidentes de la Iglesia: José Smith, 2007, pág. 506).

  47. Russell M. Nelson, “Revelación para la Iglesia, revelación para nuestras vidas”, Liahona, mayo de 2018, págs. 96.

  48. Enseñanzas de los Presidentes de la Iglesia: José Smith, 2007, pág. 138.

  49. Página de Instagram del presidente Russell M. Nelson, publicación del 22 de marzo de 2019. La publicación anuncia los cambios que se efectuarán en el calendario de Seminario y los cursos de estudio a partir de enero de 2020.

  50. Doctrina y Convenios 42:61.

  51. Doctrina y Convenios 50:27.