Conferencia General
Un gozo más elevado
Conferencia General de abril de 2024


Un gozo más elevado

Ruego que todos busquemos y hallemos el gozo más elevado que proviene de dedicar la vida a nuestro Padre Celestial y a Su Amado Hijo.

He tenido la gran bendición de discursar en la conferencia general durante tres décadas. Durante ese tiempo, muchas personas de todo el mundo me han hecho preguntas relacionadas con esos mensajes. Últimamente se repite un comentario en particular, parecido a este: “Élder Uchtdorf, escuché atentamente su último discurso, pero… no escuché nada sobre aviación”.

Después de hoy es posible que no vuelva a escuchar ese comentario durante un tiempo.

En “el alborozo de las nubes divididas por el sol”1

Cuesta creer que hace solo 120 años Wilbur y Orville Wright despegaron y volaron por primera vez sobre la arena de Kitty Hawk, Carolina del Norte. Cuatro vuelos cortos en aquel día de diciembre cambiaron el mundo y abrieron la puerta a una de las mayores invenciones de la historia.

Volar era arriesgado en aquellos primeros días. Los hermanos lo sabían, y también lo sabía su padre, Milton. De hecho, él tenía tanto miedo de perder a sus dos hijos en un accidente de aviación que le prometieron que nunca volarían juntos.

Nunca lo hicieron, salvo una excepción. Siete años después de aquel día histórico en Kitty Hawk, Milton Wright finalmente dio su consentimiento y observó cómo Wilbur y Orville volaban juntos por primera vez. Tras aterrizar, Orville convenció a su padre para que realizara su primer y único vuelo y viera por sí mismo cómo era.

A medida que el avión se elevaba, el miedo abandonó a Milton, de 82 años, atrapado en la euforia del vuelo. Orville se regocijó mientras su padre gritaba con deleite: “¡Más alto, Orville, más alto!”2.

¡Aquel hombre era como yo!

Quizás la razón por la que hablo de vez en cuando sobre aviación es porque conozco lo que sintieron los Wright; yo también me he “distanciado de los hoscos lazos de la tierra y he danzado en los cielos con alas plateadas por la risa”3.

El primer vuelo de los hermanos Wright, que ocurrió apenas treinta y siete años antes de mi nacimiento, abrió en mi vida puertas de aventura, asombro y gozo puro.

Sin embargo, y por asombroso que sea ese gozo, hay un tipo de gozo aún más elevado. Hoy, en consonancia con aquel grito de deleite de Milton Wright, “¡Más alto, Orville, más alto!”, me gustaría hablar de ese gozo más elevado: de dónde procede, cómo penetra nuestro corazón y cómo podemos experimentarlo en mayor medida.

El objetivo mismo de la existencia humana

Es más que obvio que todos quieren ser felices4; sin embargo, también lo es que no todos lo son. Lamentablemente, parece que a muchas personas les cuesta encontrar la felicidad5.

¿A qué se debe? Si la felicidad es lo que más deseamos los seres humanos, ¿por qué tenemos tan poco éxito a la hora de encontrarla? Parafraseando una canción de música country, quizá hemos estado buscando el gozo en todos los lugares equivocados6.

¿Dónde podemos encontrar la felicidad?

Antes de analizar cómo encontrar el gozo, permítanme reconocer que la depresión y otros desafíos mentales y emocionales difíciles son reales, y la respuesta no es simplemente “intentar ser más feliz”. Mi propósito hoy no es minimizar ni quitar importancia a los problemas de salud mental. Si se enfrentan a tales desafíos, sepan que siento su dolor y que cuentan con mi apoyo. Para algunas personas, la búsqueda del gozo puede incluir la ayuda de profesionales de la salud mental capacitados que dedican su vida a practicar su muy importante arte, y deberíamos estar agradecidos por esa ayuda.

La vida no es una secuencia interminable de subidas emocionales. “Porque es preciso que haya una oposición en todas las cosas”7. Y si Dios mismo llora, como afirman las Escrituras8, entonces, por supuesto, ustedes y yo también lloraremos. Sentirse triste no es una señal de fracaso. En esta vida, al menos, el gozo y la tristeza son compañeros inseparables9. Como todos ustedes, también yo he padecido mi parte de decepción, aflicción, tristeza y remordimiento.

Sin embargo, también he experimentado por mí mismo el glorioso amanecer que llena el alma de un gozo tan profundo que apenas puede contenerse. He descubierto personalmente que esta confianza apacible proviene de seguir al Salvador y caminar en Su senda.

La paz que Él nos da no es como la que da el mundo10; es mejor, más elevada y más santa. Jesús dijo: “Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia”11.

El Evangelio de Jesucristo es verdaderamente las “noticias de gran gozo”12. ¡Es un mensaje de esperanza incomparable! Un mensaje de llevar el yugo y aliviar la carga13, de recoger luz, ¡de gracia celestial, de mayor entendimiento, de convenios más sagrados, de seguridad eterna y de gloria sempiterna!

El gozo es el propósito mismo del plan de Dios para Sus hijos. ¡Es para lo que ustedes fueron creados: “Para que tengan gozo”!14. ¡Ustedes fueron hechos para esto!

Nuestro Padre Celestial no ha ocultado el camino hacia la felicidad; no es un secreto. ¡Está al alcance de todos!15.

Se les promete a quienes siguen el camino del discipulado, siguen las enseñanzas y el ejemplo del Salvador, guardan Sus mandamientos y honran los convenios que hacen con Él. ¡Qué promesa tan extraordinaria!

Dios tiene algo más que ofrecer

Todos conocemos a personas que dicen que no necesitan a Dios para ser felices, que son lo suficientemente felices sin religión.

Reconozco y respeto esos sentimientos. Nuestro amado Padre Celestial quiere que todos Sus hijos tengan la mayor felicidad posible, por lo que ha llenado este mundo con placeres y deleites preciosos y sanos, “tanto para agradar la vista como para alegrar el corazón”16. A mí, volar me ha proporcionado una gran felicidad; otros la encuentran en la música, en el arte, en los pasatiempos o en la naturaleza.

Al invitar a todos y compartir las nuevas de gran gozo del Salvador, no descartamos ninguna de estas fuentes de gozo. Simplemente decimos que Dios tiene algo más que dar: un gozo superior y más profundo, que trasciende cualquier cosa que ofrezca este mundo. Es un gozo que soporta la angustia, traspasa la tristeza y atenúa la soledad.

La felicidad del mundo, por el contrario, no dura; no puede. Es la naturaleza de todas las cosas terrenales envejecer, descomponerse, desgastarse o volverse obsoletas, mas el gozo divino es eterno, porque Dios es eterno. Jesucristo vino para elevarnos de lo temporal y sustituir la corrupción por la incorrupción. Solo Él tiene ese poder, y solo Su gozo es perpetuo.

Si sienten que podría haber más de este tipo de gozo en su vida, los invito a emprender el viaje de seguir a Jesucristo y Su camino. Es el viaje de toda una vida… y más allá. Permítanme sugerir algunos pasos iniciales para este digno trayecto de descubrir el gozo puro.

Alléguense a Dios17

¿Recuerdan a la mujer del Nuevo Testamento que padeció una hemorragia durante doce años?18. Había gastado todo lo que tenía en médicos, pero las cosas solo habían empeorado. Había oído hablar de Jesús; Su poder para sanar era bien conocido. ¿Podría Él sanarla? ¿Y cómo lograría acercarse a Él? Su enfermedad la hacía “impura” según la ley de Moisés, y por lo tanto se le exigía que se mantuviera alejada de los demás19.

Acercarse a Él abiertamente y pedirle que la sanara parecía totalmente imposible.

Sin embargo, pensó: “Si tocare tan solo su manto, quedaré sana”20.

Finalmente, su fe venció su temor. Desafió la censura de los demás y se acercó al Salvador.

Por fin, lo tenía a su alcance. Extendió la mano.

Y fue sanada.

¿Acaso no somos todos un poco como esa mujer?

Tal vez tengamos muchas razones por las que vacilemos en acercarnos al Salvador. Puede que nos enfrentemos a las burlas o a la condena de los demás. En nuestro orgullo, podemos descartar la posibilidad de que algo tan simple tenga tanto valor. Quizás pensemos que nuestra condición de alguna manera nos descalifica de Su sanación, que la distancia sea demasiado grande o que nuestros pecados sean demasiado numerosos.

Como esta mujer, he aprendido que, si nos acercamos a Dios y extendemos la mano para tocarlo, podemos encontrar en verdad sanación, paz y gozo.

Búsquenlo

Jesús enseñó: “Buscad, y hallaréis”21.

Creo que esta simple frase no es solo una promesa espiritual, sino la declaración de un hecho.

Si buscamos motivos para estar enojados, dudar, estar amargados o solos, los hallaremos también.

Sin embargo, si buscamos gozo, si buscamos motivos para regocijarnos y seguir felizmente al Salvador, los hallaremos.

Rara vez encontramos algo que no buscamos.

¿Están buscando gozo?

Buscad, y hallaréis.

Sobrelleven los unos las cargas de los otros22

Jesús enseñó: “Más bienaventurado es dar que recibir”23.

¿Puede ser que, en nuestra búsqueda del gozo, la mejor manera de conseguirlo sea llevar gozo a los demás?

Hermanos y hermanas, ¡ustedes saben y yo sé que esto es verdadero! El gozo es como una tinaja de harina o una vasija de aceite que nunca se acaban24. El gozo verdadero se multiplica cuando se comparte.

No requiere algo grandioso ni complicado.

Podemos hacer cosas sencillas.

Como orar por alguien con todo nuestro corazón.

Ofrecer un elogio sincero.

Ayudar a alguien a sentirse bienvenido, respetado, valorado y querido.

Compartir un pasaje de las Escrituras favorita y lo que significa para nosotros.

O simplemente, escuchar.

“Cuando os halláis al servicio de vuestros semejantes, solo estáis al servicio de vuestro Dios”25, y Dios recompensará la bondad de ustedes generosamente26. El gozo que brinden a los demás volverá a ustedes en “medida buena, apretada, remecida y rebosante”27.

“Pues, ¿qué haremos?”28

En los próximos días, semanas y meses, los invito a:

  • Dedicar tiempo, en un esfuerzo sincero y de todo corazón, a allegarse a Dios.

  • Buscar diligentemente momentos cotidianos de esperanza, paz y gozo.

  • Aportar gozo a los que están a su alrededor.

Mis queridos hermanos y hermanas, queridos amigos, al escudriñar la palabra de Dios en busca de un entendimiento más profundo de Su plan eterno, aceptar estas invitaciones y esforzarse por recorrer Su senda, experimentarán “la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento”29, aun en medio de sus aflicciones. Sentirán una mayor medida del amor incomparable de Dios inundando su corazón. El amanecer de la luz celestial traspasará las sombras de sus pruebas y comenzarán a apreciar las glorias y maravillas inefables de la esfera invisible, perfecta y celestial. Sentirán el espíritu de ustedes elevándose y alejándose de la gravedad de este mundo.

Como el buen Milton Wright, tal vez alcen su voz en regocijo y griten: “¡Más alto, Padre, más alto!”.

Ruego que todos busquemos y hallemos el gozo más elevado que proviene de dedicar la vida a nuestro Padre Celestial y a Su Amado Hijo. Esta es mi ferviente oración y bendición en el sagrado nombre de Jesucristo. Amén.

Notas

  1. John Gillespie Magee Jr., “High Flight,” poetryfoundation.org.

  2. Véase Christopher Klein, “10 Things You May Not Know about the Wright Brothers”, History, 28 de marzo de 2023, history.com.

  3. Magee, “High Flight”.

  4. Hace 2400 años, Aristóteles observó que la felicidad es lo que más desean todos los seres humanos. En su tratado Ética nicomaquea, enseñó que el mayor bien de la vida es aquello que perseguimos como fin en sí mismo (en oposición a aquellas cosas que perseguimos y que son un medio para alcanzar algún otro fin). La felicidad, por encima de todo, es precisamente eso. “Buscamos siempre la felicidad por ella y solo por ella”, dijo él, “y nunca con la mira puesta en otra cosa” (The Nicomachean Ethics of Aristotle, traducción de J. E. C. Weldon; 1902, págs. 13–14; traducción libre al español).

  5. Véase Harry Enten, “American Happiness Hits Record Lows”, CNN, 2 de febrero de 2022, cnn.com; Tamara Lush, “Poll: Americans Are the Unhappiest They’ve Been in 50 Years”, Associated Press, 16 de junio de 2020, apnews.com; “The Great Gloom: In 2023, Employees Are Unhappier Than Ever. Why?”, BambooHR, bamboohr.com.

  6. Véase Wanda Mallette, Patti Ryan y Bob Morrison, “Lookin’ for Love (in All the Wrong Places)”, 1980.

  7. 2 Nefi 2:11.

  8. Véanse Juan 11:35; Moisés 7:28–37.

  9. Véase 2 Nefi 2:11.

  10. Véase Juan 14:27.

  11. Juan 10:10.

  12. Luke 2:10, New Revised Standard Version [solo en inglés; traducción libre al español].

  13. Véase Mateo 11:28–30.

  14. 2 Nefi 2:25.

  15. Si tienen alguna preocupación sobre si su Padre Celestial los aceptará y les permitirá recibir Su gozo, los invito a leer con espíritu de oración la parábola de Cristo del hijo pródigo (véase Lucas 15:11–32). En ella aprendemos cómo se siente nuestro Padre Celestial acerca de Sus hijos y cómo nos espera y celebra nuestro regreso después de habernos alejado de Él. Desde el momento en que “volv[emos] en sí” (véase el versículo 17) y comenzamos el camino de regreso a casa, Él nos verá, porque está de pie observando y esperando. ¿Y a quién espera? ¡A nosotros! Cuando nos acerquemos a Él, celebrará nuestro regreso y nos llamará hijo Suyo.

  16. Doctrina y Convenios 59:18. Esta revelación también explica: “Y complace a Dios haber dado todas las cosas al hombre; porque para este fin fueron creadas” (versículo 20).

  17. Para aquellos que se allegan a Dios, Él hace esta gran promesa: “Yo me allegaré a vosotros” (Doctrina y Convenios 88:63; véase también Santiago 4:8).

  18. Véase Marcos 5:24–34.

  19. Véase Guía para el Estudio de las Escrituras, “Limpio e inmundo”.

  20. Marcos 5:28.

  21. Mateo 7:7.

  22. Al llevar las cargas los unos de los otros, “cumpli[mos] así la ley de Cristo” (Gálatas 6:2; véase también Mosíah 18:8).

  23. Hechos 20:35.

  24. Véase 1 Reyes 17:8–16.

  25. Mosíah 2:17.

  26. En su epístola a los romanos, Pablo declara que Dios “pagará a cada uno conforme a sus obras: la vida eterna a los que perseveran en hacer el bien y buscan gloria, y honra e inmortalidad […]: pero gloria y honra y paz a todo el que hace el bien” (Romanos 2:6–7, 10).

  27. Lucas 6:38. Nuestra propia salvación y felicidad eterna pueden depender de nuestra compasión y bondad hacia los demás (véase Mateo 25: 31–46).

  28. Lucas 3:10.

  29. Filipenses 4:7.