2008
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Febrero de 2008


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Compartir la revista Liahona

Siempre leo la revista Liahona porque aprendo sobre muchas cosas, como la obra del templo, los llamamientos de la Iglesia y cómo amar a Dios. Mi corazón se ablanda con las cosas que leo. Aprendo mucho y mis pensamientos se aclaran. Me han conmovido los mensajes del presidente Gordon B. Hinckley. Compartí la revista con miembros nuevos y menos activos; los fortaleció y ahora he pedido ejemplares para ellos.

Josephine A. Manzon, Filipinas

El mejor regalo que puede hacer una amiga

Amo la revista. Estoy tan ansiosa por leerla porque comparto el mensaje de las maestras visitantes con hermanas que no están suscritas. Para mí, es el mejor regalo que una amiga puede hacer.

Isabel Medina Méndez, Puerto Rico

Artículos para miembros y no miembros

El material de la revista Liahona es realmente sencillo y de una lectura sumamente interesante. Mi sección favorita es la del mensaje de la Primera Presidencia; siempre les saco provecho, pues están repletos de consejo espiritual para todos los hijos de nuestro Padre Celestial y constituyen una fuente abundante de información celestial para todo el que lo lea.

Ana Encarnación, República Dominicana

Relectura de la revista Liahona

La revista Liahona es una bendición y una compañera. He vuelto a leer el ejemplar de septiembre de 2003 y el artículo “Me quedé corto” volvió a inspirarme. Lo leí mientras me preparaba para ser misionera y lo releí a la conclusión de mi servicio misional. Ciertamente, el efecto que tuvo en mí fue diferente y maravilloso.

A veces siento que se me exigen muchas cosas, pero la lectura de ese artículo me recordó que debo seguir siendo como Cristo. La vida no siempre es justa pero ahora estoy más decidida a dar lo mejor de mí.

Georgia Pahulaya, Filipinas

La transmisión de la conferencia general

La primera vez que vi la conferencia general vía satélite quedé muy impresionado. Siento mucha gratitud por un profeta viviente y por las demás Autoridades Generales. Cuando los oímos testificar del Salvador y de nuestro Padre Celestial, cuando los oímos hablar con inspiración y poder de lo alto, todos nos renovamos espiritualmente. Después de ver la conferencia tengo más fuerzas para seguir adelante y aguardo con anhelo la conferencia siguiente. Los discursos de la conferencia en la revista también son un gran consuelo, en especial para quienes no tienen la oportunidad de verla.

Felipe Urbina, Costa Rica