Seminario
Unidad 5: Día 2, Doctrina y Convenios 18


Unidad 5: Día 2

Doctrina y Convenios 18

Introducción

La revelación que está en Doctrina y Convenios 18 se dio en junio de 1829, poco después de que Pedro, Santiago y Juan confirieran el Sacerdocio de Melquisedec a José Smith y a Oliver Cowdery. La visita de estos recalcó la importante función de los Apóstoles en el establecimiento de la Iglesia de Jesucristo. Doctrina y Convenios 18:1–16 se centra en el llamamiento que se dio a Oliver Cowdery y a David Whitmer de ser siervos de Jesucristo y de predicar el arrepentimiento a los demás. En Doctrina y Convenios 18:17–47 se enseña la importancia de tomar sobre nosotros el nombre de Jesucristo. El Señor además mencionó el futuro llamamiento de los Doce Apóstoles y el deseo que estos tendrían de tomar sobre sí el nombre del Salvador “con íntegro propósito de corazón” (D. y C. 18:27). El Señor delegó en Oliver Cowdery y David Whitmer la singular responsabilidad de “[buscar] a los Doce” (véase D. y C. 18:37).

Doctrina y Convenios 18:1–5

El Señor enseña el modo de edificar Su Iglesia

¿Has experimentado alguna vez la conmoción y la destrucción que causa un terremoto? El 17 de octubre de 1989, a las 17:04 horas, se produjo un fuerte terremoto (el cual llegó a los 6,9° en la escala de Richter) en la zona de San Francisco, California, Estados Unidos. Hubo millares de edificios dañados o destruidos. Algunas de las casas aparentaban estar bien en su exterior, pero los funcionarios las declararon inhabitables pues los cimientos estaban agrietados o no eran seguros. ¿Qué te preocuparía de vivir en una casa con cimientos que no sean seguros?

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diagrama de una Iglesia

Tal como dice en Doctrina y Convenios 18, el Señor reveló a José Smith y a Oliver Cowdery cómo edificar Su Iglesia sobre un fundamento seguro. Al comienzo de la revelación, el Señor se refirió a lo que Oliver Cowdery había escrito, es decir, a la parte del Libro de Mormón que este había registrado mientras era escribiente del profeta José Smith.

Lee Doctrina y Convenios 18:2–5 y busca qué era aquello escrito en el Libro de Mormón sobre lo cual el Señor mandó a Sus siervos edificar la Iglesia.

Gracias a las instrucciones del Señor, podemos aprender una de las características principales de la Iglesia verdadera del Señor. Completa el siguiente principio basándote en la revelación que se da en esos versículos: La Iglesia verdadera está edificada sobre .

El profeta José Smith enseñó lo siguiente en cuanto al fundamento y la roca:

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José Smith

“Cristo era el cabeza de la Iglesia, la principal piedra del ángulo, la roca espiritual sobre la cual se edificó la Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán en contra de ella [véase Mateo 16:18; Efesios 2:20]. Él edificó el Reino, eligió a los Apóstoles y los ordenó al Sacerdocio de Melquisedec, dándoles la autoridad [las llaves del sacerdocio] para administrar las ordenanzas del Evangelio” (véase Enseñanzas de los Presidentes de la Iglesia: José Smith, 2007, pág. 146).

“En Sus enseñanzas Jesús dice: ‘Sobre esta roca edificaré mi Iglesia y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella’. [Mateo 16:18]. ¿Qué roca? La revelación” (véase Enseñanzas: José Smith, pág. 205).

El Señor hizo una promesa específica a Sus siervos si estos edificaban Su Iglesia sobre el fundamento seguro de Su evangelio. Lee Doctrina y Convenios 18:5 y busca la promesa del Señor.

Doctrina y Convenios 18:6–16

Se llama a Oliver Cowdery y a David Whitmer a predicar el arrepentimiento

¿Cómo describirías el ambiente espiritual y moral del mundo en el que vivimos hoy en día? Lee Doctrina y Convenios 18:6 y observa cómo el Señor describe el mundo. Determina cuál es la solución del Señor para la creciente iniquidad del mundo, que se indica en Doctrina y Convenios 18:9.

Piensa en algún objeto de tu casa que consideres valioso. ¿Sabes cuánto dinero vale aproximadamente? Una manera de conocer el valor de un objeto es determinar el precio que las personas están dispuestas a pagar por él. Una persona podría decir que cierto objeto en particular vale una determinada cantidad de dinero, pero ese precio es correcto solo si otro persona está dispuesta a pagar esa cantidad por el objeto.

¿Cuál es el valor de un alma? En Doctrina y Convenios 18:10, se enseña cuál es el valor de las personas a la vista de Dios. Lee el versículo para determinar lo que el Señor dice que valemos.

  1. En tu diario de estudio de las Escrituras, escribe por qué crees que tienes tanto valor a la vista del Padre Celestial y de Jesucristo.

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Dieter F. Uchtdorf

El presidente Dieter F. Uchtdorf, de la Primera Presidencia, explicó el valor que tenemos para nuestro Padre Celestial: “Dios los ve no solo como un ser mortal que vive por un breve lapso en un pequeño planeta; Él los ve como Sus hijos o hijas; Él los ve como los seres capaces de llegar a ser aquello para lo que fueron concebidos. Él quiere que sepan que son importantes para Él” (“Ustedes son importantes para Él”, Liahona, noviembre de 2011, pág. 22).

Cada alma es importante para el Señor y el Espíritu con frecuencia inspira a los líderes de la Iglesia a ministrar a una persona en particular. Por ejemplo, el presidente Thomas S. Monson obedeció los susurros del Espíritu y cambió el mensaje que había preparado a fin de dirigirse a una niñita durante una conferencia general:

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Presidente Thomas S. Monson

“En el palco de mi izquierda veo una hermosa niña de quizás unos diez años de edad. Dulce pequeña, no sé cómo te llamas ni de dónde has venido, no obstante, hay algo que sí sé: que la inocencia de tu sonrisa y la tierna expresión de tus ojos me han persuadido a dejar para algún momento futuro el mensaje que había preparado para esta ocasión. Hoy siento la impresión de dirigirme a ti”.

Luego el presidente Monson compartió una experiencia que había fortalecido su entendimiento del gran amor que Jesucristo tiene por los niños. Se refirió a Christal Methvin, de diez años de edad, quien vivía con su familia en la Estaca Shreveport, Luisiana [EE. UU.]. A Christal se le había diagnosticado cáncer y este se había extendido hasta los pulmones. “La familia Methvin no se desesperó, sino que planificó volar hasta Salt Lake City; y Christal podría recibir una bendición de alguna de las Autoridades Generales. Los Methvin no conocían a ninguna de las Autoridades Generales en persona, así que pusieron ante Christal una lámina con todas las Autoridades Generales y se tomó una decisión al azar. Por pura coincidencia, se escogió mi nombre.

“Christal jamás voló a Salt Lake City. La condición de Christal iba empeorando; se acercaba el fin. Sin embargo, su fe no vaciló. Dijo a sus padres: ‘¿No se acerca la conferencia de estaca? ¿No se habrá asignado la visita de alguna Autoridad General? ¿Y por qué no podría tratarse del hermano Monson? Si yo no puedo acudir a él, el Señor puede enviarlo a mí’.

“Mientras tanto, en Salt Lake City, y sin conocimiento alguno de los acontecimientos que tenían lugar en Shreveport, se presentó una situación muy poco frecuente. Para el fin de semana en que se iba a celebrar la conferencia de la Estaca Shreveport, Luisiana, a mí se me había asignado visitar El Paso, Texas, [EE. UU.]. El presidente Ezra Taft Benson me llamó a su despacho y explicó que una de las Autoridades Generales había hecho algunas de las tareas en preparación para la división de la estaca en El Paso. Me preguntó si me importaría que asignaran a otra persona para ir a El Paso y que a mí se me asignara a otro lugar. Por supuesto que no hubo problema; cualquier lugar me parecía bien. Entonces el presidente Benson dijo: ‘Hermano Monson, siento la impresión de pedirle que visite la Estaca Shreveport, Luisiana’. Acepté la asignación; llegó el día y llegué a Shreveport.

“Aquel sábado por la tarde estuvo colmado de reuniones… Con cierto tono de disculpa, el presidente de estaca, Charles F. Cagle, preguntó si mis horarios me permitirían dar una bendición a una niña de diez años enferma de cáncer; su nombre era Christal Methvin. Respondí que lo haría si me era posible, y luego le pregunté si ella estaría en la conferencia o en algún hospital de Shreveport. Como sabía que los horarios eran sumamente ajustados, el presidente Cagle casi susurró que Christal estaba confinada a su hogar, ¡a más de 130 kilómetros de Shreveport!

“Examiné el horario de las reuniones de esa noche y de la mañana siguiente, incluso el del vuelo de regreso. Sencillamente no había tiempo disponible. Una idea alternativa me acudió a la mente; ¿acaso no podríamos recordar a la pequeña en las oraciones que se ofrecieran durante la conferencia? Seguramente el Señor lo entendería. Conforme a esa decisión, continuamos con las reuniones programadas.

“Cuando se le comunicó la noticia a la familia Methvin, hubo comprensión, pero también cierta decepción. ¿Acaso el Señor no había escuchado sus oraciones? ¿Acaso no había hecho Él que el hermano Monson fuera a Shreveport? La familia oró de nuevo pidiendo un último favor: que su preciosa Christal pudiera ver realizado su deseo.

“En el preciso momento en el que la familia Methvin se arrodillaba en oración, el reloj del centro de estaca marcaba las 19:45. La reunión de líderes había sido inspiradora. Me encontraba repasando mis notas, preparándome para dirigirme al púlpito, cuando oí una voz que le hablaba a mi espíritu. El mensaje fue breve; las palabras, familiares: ‘Dejad a los niños venir a mí y no se lo impidáis, porque de los tales es el reino de Dios’ (Marcos 10:14). Mis notas se desdibujaron; mis pensamientos se tornaron hacia una pequeña niña que necesitaba una bendición. Se tomó la decisión y se modificó el horario de la reunión. Después de todo, las personas son más importantes que las reuniones…

“Recordaré por siempre y jamás olvidaré aquella travesía, temprano, por la mañana, hasta un cielo que los Methvin llaman hogar…

“La familia rodeaba la cama de Christal. Bajé la mirada para hallar una niña demasiado enferma para erguirse, casi demasiado débil para hablar. A esa altura la enfermedad la había dejado ciega. El Espíritu que se sentía era tan fuerte que me hinqué, tomé su débil mano entre la mía y simplemente dije: ‘Christal, estoy aquí’. Ella entreabrió los labios y susurró: ‘Hermano Monson, yo sabía que vendría’. Recorrí la habitación con la vista; nadie estaba de pie; todos estaban arrodillados. Se dio una bendición; se dibujó un esbozo de sonrisa en el rostro de Christal. El ‘gracias’ que susurró brindó una apropiada oración final…

“Cuatro días más tarde, el jueves, conforme los miembros de la Iglesia de Shreveport unían su fe a la de la familia Methvin y se recordaba el nombre de Christal en una oración especial elevada a un bondadoso y amoroso Padre Celestial, el espíritu puro de Christal Methvin dejó el cuerpo consumido por la enfermedad y entró en el paraíso de Dios…

“A mi pequeña amiga del palco superior y a los creyentes de todas partes testifico que Jesús de Nazaret sí ama a los niños pequeños, que escucha las oraciones de ustedes y las responde” (véase “La fe de un niño”, Liahona, agosto de 1998, págs. 3–6).

Lee Doctrina y Convenios 18:11–12 para saber el precio que nuestro Salvador, Jesucristo, pagó para redimirnos (la frase “todos los hombres” se refiere a todas las personas: todos los hombres, las mujeres y los niños). (Doctrina y Convenios 18:10–11 es un pasaje del Dominio de las Escrituras. Tal vez desees marcarlo de una forma especial para poder localizarlo fácilmente).

Ya que el valor de cada alma es tan grande, ¿cómo crees que el Padre Celestial y Jesucristo se sienten cuando alguien se arrepiente y acepta el sacrificio del Salvador? Lee Doctrina y Convenios 18:13 y determina la respuesta del Señor. Medita en cuanto a por qué crees que ocasionamos gozo al Señor al arrepentirnos.

En Doctrina y Convenios 18:14 aprendemos que el Señor llamó a Oliver Cowdery y a David Whitmer a “proclamar el arrepentimiento a este pueblo”. El élder Neil L. Andersen, del Cuórum de los Doce Apóstoles, explicó: “Proclamar el arrepentimiento simplemente significa ayudar a las personas a regresar a Dios” (“Prepararse para su destino eterno”, charlas fogoneras del SEI para jóvenes adultos, 10 de enero de 2010, LDS.org).

  1. En tu diario de estudio de las Escrituras, escribe algunas formas en que una persona joven puede ayudar a alguien a arrepentirse o prepararse para regresar a Dios.

Lee Doctrina y Convenios 18:15–16 para averiguar lo que las personas sienten al ayudar a alguien a venir a Jesucristo. (Doctrina y Convenios 18:15–16 es un pasaje del Dominio de las Escrituras. Tal vez desees marcarlo de una forma especial para poder localizarlo fácilmente). Basándote en la promesa del Señor que está en esos versículos, completa el siguiente principio: Si ayudamos a los demás a arrepentirse y venir al Señor, nuestro gozo .

  1. Escribe en tu diario de estudio de las Escrituras en cuanto a alguna experiencia en la que tú o alguien que conozcas haya sentido gozo al ayudar a una persona a arrepentirse o acercarse más al Señor. Además, escribe algo que harás para contribuir a la obra de salvación de las almas. Piensa en personas específicas a las que podrías ayudar.

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Dominio de las Escrituras: Doctrina y Convenios 18:10–11

Copia el pasaje de Doctrina y Convenios 18:10–11 en una tarjeta u hoja de papel pequeña. Conserva el papel contigo y léelo cada tanto durante todo el día para que te ayude a recordar tu valor y el valor de los demás a la vista de Dios.

  1. Escribe la siguiente frase en tu diario de estudio de las Escrituras, con tu nombre en los espacios en blanco: El valor de es tan grande que Jesucristo padeció y murió para que pueda arrepentirse y regresar al Padre Celestial. Luego contesta las siguientes preguntas:

    1. ¿Cómo podría el conocer esa verdad influir en la forma en que te ves a ti mismo(a)?

    2. ¿Cómo podría el recordar el precio que Jesucristo pagó por las almas de otras personas influir en la forma en que las tratas?

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Dominio de las Escrituras: Doctrina y Convenios 18:15–16

Pide a algún familiar o amigo que te ayude a memorizar Doctrina y Convenios 18:15–16. Una persona lee el primer renglón del pasaje del Dominio de las Escrituras, tal como se indica a continuación. Enseguida, la otra persona intenta repetir el primer renglón de memoria y luego añade el siguiente renglón. Repitan el proceso, turnándose, recitando los renglones anteriores y añadiendo otro hasta completar el pasaje. Quizás desees repetir el proceso hasta haber recitado todo el pasaje varias veces.

“Y si acontece que trabajáis todos vuestros días”

“proclamando el arrepentimiento a este pueblo”

“y me traéis aun cuando fuere una sola alma,”

“¡cuán grande será vuestro gozo con ella”

“en el reino de mi Padre!”

“Y ahora, si vuestro gozo será grande con un alma”

“que me hayáis traído”

“al reino de mi Padre,”

“¡cuán grande no será vuestro gozo”

“si me trajereis muchas almas!”

  1. En tu diario de estudio de las Escrituras, escribe, de memoria, todo lo que puedas de este pasaje del Dominio de las Escrituras.

Doctrina y Convenios 18:17–25

Jesucristo enseña a Oliver Cowdery y a David Whitmer en cuanto al poder de Su nombre

Piensa en tu apellido durante un instante; ¿has considerado alguna vez las bendiciones y responsabilidades que acompañan a tu apellido y a pertenecer a tu familia? Entre esos privilegios podrían mencionarse el amor y la aceptación, un lugar donde vivir, la seguridad y las personas que se preocupan por ti. Entre tus responsabilidades se hallan el tratar a tus familiares con respeto, el realizar tareas domésticas y el honrar el apellido de la familia.

Aun cuando tengas una vida familiar que no sea lo que se diría ideal y pienses que tu apellido no es importante, tú tomaste sobre ti el nombre de Jesucristo al bautizarte. Lee Doctrina y Convenios 18:17–25 y determina qué privilegios y responsabilidades acompañan el tomar sobre ti Su nombre. Escribe tus respuestas en el siguiente cuadro:

Privilegios

Responsabilidades

Según Doctrina y Convenios 18:23 ¿por qué es importante que tomemos sobre nosotros el nombre de Cristo?

  1. En tu diario de estudio de las Escrituras, escribe algunas de las maneras en que podrías hacer saber a los demás que has tomado el nombre de Jesucristo sobre ti.

Doctrina y Convenios 18:26–47

El Señor revela el llamamiento y la misión de los Doce Apóstoles

En su primera conferencia general como Apóstol recién ordenado, el élder Jeffrey R. Holland dijo:

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Élder Jeffrey R. Holland

“Obviamente, lo que más me entusiasma y el mayor gozo de todos mis logros es que tengo la oportunidad, como dijo Nefi, de ‘[hablar] de Cristo… [regocijarme] en Cristo… [predicar] de Cristo [y profetizar] de Cristo’ (véase 2 Nefi 25:26) dondequiera y con quienquiera que esté, hasta el último aliento de mi vida. Ciertamente, no hay propósito más excelso ni privilegio más grande que el de ser ‘[testigo especial] del nombre de Cristo en todo el mundo’ (D. y C. 107:23)…

“Además de mis palabras, enseñanzas y testimonio verbal, mi vida misma debe ser parte de ese testimonio de Jesús; mi propio ser debe reflejar la divinidad de esta obra. No podría soportarlo si por cualquier cosa que yo dijera o hiciera disminuyera la fe que ustedes tienen en Cristo, su amor por esta Iglesia o su estima por el santo apostolado.

“Pero les prometo, como se los he prometido al Señor y a estos, mis hermanos, que trataré de ser digno de esa confianza y de servir al máximo de mi capacidad” (véase “Los milagros de la Restauración”, Liahona, enero de 1995, pág. 75).

El Señor se refirió al llamamiento y a la misión de los Doce Apóstoles en Doctrina y Convenios 18:26–32, 37–47.

  1. Según Doctrina y Convenios 18:26–29, los Doce Apóstoles son llamados para predicar y administrar el Evangelio al mundo entero. Lee los versículos 30–32 y después, en tu diario de estudio de las Escrituras, escribe lo que el Señor dijo a los Doce Apóstoles que también debían hacer.

¿Por qué algunas voces son más fáciles de reconocer que otras? ¿Te resulta difícil algunas veces reconocer la voz del Señor y saber cuando te está hablando?

Podemos escuchar la voz del Señor por medio de Sus siervos. En Doctrina y Convenios 18 el Señor explicó otra manera más en que podemos escuchar y familiarizarnos con Su voz. Lee Doctrina y Convenios 18:34–36, 47 para determinar la forma importante en que el Señor se comunica con nosotros. En Doctrina y Convenios 18:34, la frase “estas palabras” se refiere a las revelaciones que el Señor había dado y que ahora se hallan en Doctrina y Convenios. Basándote en esos versículos, ¿qué le dirías a alguien que desee saber cómo podemos escuchar al Señor cuando nos habla?

Escribe este principio en tu diario de estudio de las Escrituras: Podemos escuchar la voz de Jesucristo al leer las Escrituras por el poder del Espíritu.

Podemos escuchar la voz del Señor de maneras que no percibimos con los oídos. Por medio del Espíritu Santo, podemos recibir sentimientos y mensajes en la mente y en el corazón (véase D. y C. 8:2–3). El élder M. Russell Ballard, del Cuórum de los Doce Apóstoles, enseñó: “Cuando leemos y estudiamos las revelaciones, el Espíritu le confirma a nuestro corazón la veracidad de lo que estamos aprendiendo; de esa forma, la voz del Señor se dirige a cada uno de nosotros” (“Maravillosas son las revelaciones del Señor”, Liahona, julio de 1998, pág. 32).

Piensa en alguna ocasión en la que hayas sentido que el Señor te inspiraba al leer o meditar en las Escrituras. Medita las siguientes preguntas:

  • ¿De qué manera el saber que el Espíritu Santo puede ayudarnos a escuchar la voz del Salvador al leer Sus palabras influye en lo que piensas acerca de las Escrituras?

  • ¿Cómo podría esa verdad orientarte al elegir el momento, lugar o entorno en el cual lees las Escrituras?

  1. Escribe lo siguiente en tu diario de estudio de las Escrituras al final de las asignaciones de hoy:

    He estudiado Doctrina y Convenios 18 y completado la lección el (fecha).

    Preguntas adicionales, ideas y reflexiones que me gustaría compartir con mi maestro: