Historia de la Iglesia
“Sabía que era de Dios”


“Sabía que era de Dios”

En 1963, los Santos de los Últimos Días que trabajaban en La Paz y Cochabamba presentaron peticiones y se les concedió la condición jurídica para organizar ramas, realizar reuniones y predicar en Bolivia. En La Paz, Duane y Edna Wilcox, y Dube Thomas comenzaron a realizar reuniones en la casa de Dube y a invitar a los vecinos. “Nuestras reuniones eran muy acogedoras y agradables”, recordó Carmen Molina, una de las primeras conversas. “Hubo algunos momentos muy especiales, llenos del Espíritu del Señor”.

En Cochabamba, Norval y Sybil Jesperson recibían a sus vecinos todas las semanas para llevar a cabo servicios en su casa. Cuando los misioneros llegaron en octubre de 1964, muchos conversos esperaban el bautismo.

Carlos Pedraja de la Zerda, de Cochabamba, había leído mucho sobre las religiones del mundo. En la escuela secundaria y durante sus estudios en la Facultad de Medicina, asistió a reuniones y otras actividades de diversas religiones.

Durante la Semana Santa de 1965, los misioneros llamaron a la puerta de la familia Pedraja y se reunieron con los padres de Carlos. Su madre se sintió cuestionada y ofendida por lo que dijeron los misioneros y exigió que se marcharan y no volvieran. Sin embargo, su padre organizó una reunión para que se encontraran con Carlos esa misma semana. Cuando los misioneros comenzaron a enseñarle, sintió algo que nunca había sentido. “El Espíritu era tan fuerte que me di cuenta de que era el mensaje más importante que había escuchado”, dijo Carlos. Antes de irse, los misioneros le entregaron el Libro de Mormón con el desafío de leerlo.

Carlos comenzó a leerlo de inmediato. Esa noche no durmió y siguió leyendo hasta que lo terminó a la tarde siguiente. “Aunque no lo había entendido todo”, dijo Carlos, “sabía que era de Dios”. Carlos fue bautizado poco más de un mes después.

Como nuevo converso, a Carlos se lo animaba con frecuencia a servir en una misión y a casarse en el templo. “Al principio no pensé que podría ir a una misión”, recordó Carlos. “Todos los que veía eran estadounidenses”. Carlos envió los papeles para servir en una misión y esperó expectante a que lo llamaran.

Sin embargo, pasaron casi dos años y no recibió ninguna llamada. Mientras tanto, continuó con su educación. Cuando surgió la oportunidad de estudiar en una prestigiosa universidad de Colombia, Carlos expresó su decepción al presidente de rama por no haber recibido nunca el llamamiento. El presidente de rama llamó a las Oficinas Generales de la Iglesia y se enteró de que los papeles se habían perdido. Carlos pronto fue llamado a la Misión Andes Sur, donde sirvió en Perú, Chile y Bolivia.

Durante su misión, Carlos formó parte de un grupo escénico de cuatro misioneros, Los Hermanos Mormones, que cantaban, realizaban breves obras de teatro y se presentaban en orfanatos, hospitales y en la radio a lo largo de toda la misión. Las ganancias de la venta de su disco ayudaron a pagar el primer centro de reuniones construido por la Iglesia en Bolivia.

A medida que la Iglesia crecía en Bolivia y se organizaban nuevas ramas, muchos santos bolivianos aceptaron llamamientos para servir como misioneros. La mayoría sirvió en Bolivia y en los países vecinos. Todos enseñaron el Evangelio restaurado e invitaron a muchos a compartir su gozo.