Historia de la Iglesia
“Estoy a la puerta”


“Estoy a la puerta”

Cuando el Señor edificó la Iglesia en Estonia, preparó a futuros líderes de todo el país para el servicio. Sergei Tšekmarjov se acercó a la religión en sus primeros años de adolescencia, pero después se sintió lejos de Dios. En 1996, oyó que un predicador en el mercado de Pärnu pedía que levantaran la mano las personas que quisieran seguir a Cristo. Tšekmarjov no se atrevió a levantar la mano, aunque se sintió como Pedro cuando negó a Cristo. “Mi corazón era como una roca”, recordó Tšekmarjov. “Duro y frío”.

Por ese entonces, Hiie Tikk, una joven viuda de Tartu, conoció a dos hermanas misioneras que llegaron a su puerta. Aunque consideraba que la gente religiosa era un poco extraña, las dejó entrar. “No fue por casualidad que las misioneras llamaran a mi puerta en ese momento, porque el Padre Celestial había visto mi angustia”, recordó Tikk. “Gracias a ellas, me acerqué a Dios”. Le preocupaba que las misioneras se molestaran cuando dejara en claro que no quería unirse a una iglesia; sin embargo, en lugar de eso, la abrazaron y le dijeron: “No importa cuánto tiempo pase, sepa que Dios la está esperando con los brazos abiertos”.

Una década más tarde, los misioneros golpearon a la puerta de Sergei Tšekmarjov y le dieron el Libro de Mormón. Mientras le contaba a su esposa la visita, escuchó que tocaban nuevamente a la puerta, pero no había nadie. Se acordó de un pasaje: “He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré […] [con] él” (Apocalipsis 3:20). Esa noche, Tšekmarjov comenzó a leer el Libro de Mormón. Aproximadamente al mismo tiempo, Hiie Tikk vio a dos élderes por la calle con aspecto desanimado. “Pobres misioneros”, pensó. “No tienen una vida fácil”. Pronto comenzó a reunirse de nuevo con los misioneros y decidió bautizarse a pesar de la oposición de su familia.

En 2009, Tšekmarjov se bautizó en Pärnu y Tikk, en Tartu. Tšekmarjov se convirtió en un miembro fuerte de la Rama Pärnu. “He decidido seguir el ejemplo de nuestro Salvador”, afirmó. “No importa lo difícil que sea. Me aparté de la fe una vez y no quiero volver a hacerlo nunca más”. Tikk también ha servido fielmente, ministrando a miembros y amigos de la Iglesia en sus momentos de necesidad, tal como el Señor se acercó a ella en su angustia.