Historia de la Iglesia
“Te hemos estado buscando”


“Te hemos estado buscando”, Historias mundiales: Mauricio, 2021

“Te hemos estado buscando”, Historias mundiales: Mauricio

“Te hemos estado buscando”

En 1977, Monique Padiachy dejó Mauricio para irse a vivir con su hermana, Marlene, y la familia de esta en Estrasburgo, Francia. Unos meses después, Monique y Marlene conocieron a dos hermanas misioneras de la Iglesia. “Al entrar en la capilla sentí paz”, recordó Marlene. “Aunque proveníamos de otra cultura, los miembros fueron acogedores y amables con mi hermana y conmigo”. Ellas se sintieron profundamente conmovidas por los principios del evangelio de Jesucristo y fueron bautizadas en 1978. Las dos hermanas se encontraban entre los primeros mauricianos que, mientras vivían en Europa o en los Estados Unidos, se unieron a la Iglesia en la década de 1970.

Poco después de su bautismo, Marlene y Monique sintieron un fuerte deseo de compartir el Evangelio con su familia y con todas las personas de Mauricio. “Espero que un día haya una Iglesia [en Mauricio] en nuestra propia lengua materna”, le dijo Marlene a su hermana. Pronto Monique escribió al Presidente de la Iglesia, Spencer W. Kimball, para solicitar que se enviaran misioneros a Mauricio. El 31 de enero de 1979, el élder Carlos E. Asay, de los Setenta, le respondió a Monique asegurándole que los líderes de la Iglesia estaban haciendo los arreglos para enviar a representantes al país de origen de ellas.

En diciembre de 1981, Marlene Padiachy y sus dos hijos regresaron a Mauricio. Sin saber si la Iglesia se hallaba presente en Mauricio, Marlene se sintió solitaria y aislada ante la carga de enseñar el Evangelio a sus hijos ella sola. En esa época, Marlene tuvo un sueño en el que vio pequeños trozos de papel doblados colocados frente a ella. Al abrir uno de ellos, encontró escrito un pasaje del Libro de Mormón. Marlene se despertó y leyó ese versículo, que le recordó que Jesucristo “[t]omará sobre sí los dolores […] de su pueblo” (Alma 7:11).

Meses más tarde, se detuvo un auto frente a la casa de Marlene. Donald B. y Doris N. Norton, quienes eran un matrimonio misionero mayor, salieron y se presentaron. “Te hemos estado buscando por mucho tiempo”, dijo el élder Norton. El matrimonio Norton, que había llegado en julio, invitó a Marlene a las reuniones sacramentales en su casa, donde ella conoció por primera vez a otros miembros mauricianos. Después de tanto tiempo viviendo sola el Evangelio, Marlene se llenó de gozo al disfrutar de la compañía de otros miembros. “Estar entre miembros mauricianos en la Iglesia fue un milagro”, dijo.