Historia de la Iglesia
Adaptación a un nuevo mundo


Adaptación a un nuevo mundo

En la era posterior a la guerra, con el aumento de restricciones gubernamentales, los miembros de la Rama Zełwągi se vieron forzados a adaptarse. En 1947, nuevas leyes requirieron que toda reunión pública se llevara a cabo en polaco. La Rama Zełwągi, que en su mayoría era de habla alemana, se vio forzada a discontinuar las reuniones hasta 1950 mientras aprendían polaco. En medio de esas dificultades, los miembros continuaron compartiendo el Evangelio y cuidando de los pocos miembros que quedaron esparcidos por todo el país.

En 1954, Marta Porożyńska, una hermana miembro que vivía en la pequeña aldea de Dębnica Kaszubska —a más de 400 km (250 millas) al oeste de Zełwągi— no había tenido contacto con miembros de la Iglesia durante nueve años. Todos los días oraba pidiendo que alguien de la Iglesia la encontrara. Un día, dos misioneros de la Misión Alemana Oriental tocaron a la puerta de la hermana de Marta, en Mittweida, Alemania. Los misioneros recibieron el domicilio de la familia Porożyński, el cual enviaron a los miembros de la Rama Zełwągi.

Unas semanas después, dos miembros de la Rama Zełwągi utilizaron sus días de vacaciones del trabajo para viajar a Dębnica Kaszubska. Cuando llegaron a la puerta de los Porożyński, Marta los recibió con lágrimas de gozo. “Los he estado esperando durante nueve largos años”, declaró.

Los hermanos se quedaron con la familia Porożyński por cinco días, durante los cuales administraron la Santa Cena y llevaron a cabo reuniones de oración diarias. Cuando los hermanos regresaron a Zełwągi, Marta Porożyńska fue con ellos y los miembros de la rama le dieron la bienvenida. Después de regresar a casa, Porożyńska inició una Escuela Dominical en Dębnica Kaszubska. Poco tiempo después, trece miembros de la Escuela Dominical de Porożyńska viajaron trece horas en tren para ser bautizados cerca de Zełwągi.

Hacia finales de 1957, los santos alemanes que vivían en Zełwągi recibieron permiso de emigrar a Alemania. Cuando se fueron, el tamaño de la rama se vio grandemente reducido. Erich Konietz, presidente de la rama, permaneció. “He decidido quedarme en Polonia por la causa del Evangelio”, escribió a los líderes de la Iglesia en Alemania. “Tenemos más investigadores polacos que desean ser bautizados. Si me voy, todos nuestros esfuerzos habrán sido en vano”. La disposición de Konietz de quedarse permitió que la rama sobreviviera y apoyara a nuevos conversos de la Iglesia en Polonia.