Historia de la Iglesia
“Nunca hubiera soñado que tendríamos un templo”


“Nunca hubiera soñado que tendríamos un templo”

Cuando se unieron a la Iglesia en 1959, Silvia H. Allred y Rosa Solís, dos de las primeras mujeres salvadoreñas Santos de los Últimos Días, nunca imaginaron que habría un templo en El Salvador. “Nunca hubiera soñado que tendríamos un templo. Parecía algo tan lejano, tan distante”, dijo Silvia.

Medio siglo después, en agosto de 2011, fueron testigos de la dedicación del Templo de San Salvador, El Salvador. Para Silvia, que en ese momento prestaba servicio como Primera Consejera de la Presidencia General de la Sociedad de Socorro, la oportunidad de estar en la dedicación fue “una de esas tiernas misericordias del Señor”.

Ese día, estaba sentada en el salón celestial del templo con sus hermanas salvadoreñas y “vio las caras de las personas que habían permanecido fieles a lo largo de los años, en medio de la pobreza, de la adversidad, de todas las dificultades que habían tenido en la vida. Ellos habían permanecido fieles a sus convenios”, dijo ella, “y ahora disfrutarían de las bendiciones de tener un templo allí”.

Rosa, una obrera del templo recién llamada, confió en que el Señor la bendeciría si se mantenía digna de entrar al templo, sin importar la distancia. “No tengo un automóvil lujoso y tampoco tengo una casa grande en la playa, pero el Señor me ha ayudado a prosperar”, dijo ella. “Tengo hijos, nietos e incluso un bisnieto, y ellos aman a Dios. Y ahora, hay un templo en El Salvador”.

El primer sellamiento de una familia en el nuevo templo fue el de Amado y Evelyn Vigil y sus hijos, Michelle y Christian. La familia se unió a la Iglesia en julio de 2010 y se han vuelto más unidos desde entonces. “Desde el momento en que fuimos bautizados”, dijo Evelyn, “pude sentir que todo comenzó a cambiar. Mi familia estaba unida en la Iglesia”.

Amado dijo: “No es que antes fuéramos disfuncionales, pero empezamos a estar más unidos. Las doctrinas del Evangelio nos ayudaron. Como los líderes de la Iglesia nos enseñaron acerca del carácter sagrado de la familia, pensamos más en el valor que debíamos dar a nuestra familia”.

A Evelyn y a Amado les preocupaba cómo se comportarían sus hijos durante el sellamiento después de un día largo. Sin embargo, ambos entraron al salón de manera reverente y, cuando fue su turno de participar, Christian, de tres años, “sin recibir indicaciones caminó hasta el altar y se arrodilló al lado de sus padres”.

En 2012, Jaqueline Velásquez, de San Vicente, fue bautizada en representación de su abuela en el Templo de San Salvador. “Cuando entré en la pila bautismal, sentí la satisfacción de que la espera había valido la pena”, dijo ella. “Había un sentimiento muy bello porque en esa misma ocasión me confirmaron por ella”.

“Sé que las personas pueden ser unidas de verdad”, dijo Jaqueline. “Realmente esta es una obra de amor por nuestros antepasados”.