2016
Cocodrilos espirituales
Julio de 2016


Hasta la próxima

Cocodrilos espirituales

“No puede ser”, le contesté. “Cualquiera puede ver que no hay cocodrilos ahí”.

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Imagen © iStock/Thinkstock.

Siempre había querido ir a África y ver los animales, y finalmente se me presentó la oportunidad…

Nos detuvimos en las cercanías de un charco para observar a los animales que iban a beber. Había habido una gran sequía y el agua escaseaba; realmente lo único que se veían eran barrizales. Cuando los elefantes caminaban sobre aquel fango, el agua se filtraba a la depresión que dejaban sus pisadas y de allí bebían los animales.

Los antílopes, en particular, se ponían muy nerviosos; se acercaban a los pequeños charcos y después salían corriendo asustados. Yo podía ver que no había ningún león en las inmediaciones, así que le pregunté al guía por qué no bebían. Su respuesta, y he aquí una lección, fue: “Los cocodrilos”.

Pensé que estaría bromeando y le pregunté con seriedad. “¿Cuál es el problema?”. “Los cocodrilos”, volvió a decir.

“No puede ser”, le contesté. “Cualquiera puede ver que no hay cocodrilos ahí”…

El joven se dio cuenta de que yo no le creía y supongo que decidió darme una lección. Condujo el vehículo hacia un alto terraplén desde donde se podía ver todo el charco. “Allí los tiene”, me dijo. “Véalos usted mismo”.

No podía ver nada más que el lodo, un poco de agua y los animales nerviosos, a la distancia. Pero, de pronto, ¡lo ví! Era un enorme cocodrilo, encubierto en el lodo, en espera de algún animal incauto que, vencido por la sed, bajara a beber…

El guía fue más amable conmigo de lo que yo merecía. Mi actitud de “sabelotodo” ante su primera advertencia sobre los “cocodrilos” podría haber traído aparejada una invitación suya de que me acercara para salir de dudas.

Para mí era claro que no había ningún cocodrilo allí; estaba tan seguro de mí mismo, que probablemente me hubiera acercado para ver qué había. ¡Mi arrogancia podría haberme costado la vida! Pero él fue lo suficientemente paciente como para enseñarme.

Mis queridos amigos, espero que al hablar con sus guías sean más sabios de lo que yo fui en aquella ocasión. La presumida idea de que sabía todo no fue digna de mí ni tampoco lo sería de ustedes. No estoy orgulloso de ello, y me daría vergüenza contarlo si no fuera porque creo que puede servirles de ayuda.

Las personas que los han precedido en la vida han sondeado los charcos y elevan su voz de advertencia para prevenirlos contra los cocodrilos; no solo de los grandes reptiles que pueden devorarlos en un abrir y cerrar de ojos, sino de los cocodrilos espirituales que son infinitamente más peligrosos, más engañosos y menos visibles aun que los bien camuflados reptiles de África.

Esos cocodrilos espirituales pueden matar o mutilar su alma y destruir la paz mental de ustedes y la de aquellos que los aman. Esos son los reptiles contra los cuales es necesario que estén prevenidos, y difícilmente encontrarán ahora un lugar en el mundo que no esté infestado de ellos…

Afortunadamente, contamos con suficientes guías en la vida para evitar que estas cosas nos sucedan, si estamos dispuestos a oír su voz de advertencia.