2019
¡Saluden a Halim!
Junio de 2019


¡Saluden a Halim!

La autora vive en Idaho, EE. UU.

“… de gracia recibisteis, dad de gracia” (Mateo 10:8).

Imagen

Aquella mañana, en la escuela, Marcus notó a un niño nuevo que entraba en el salón de clase.

“Buenos días a todos —dijo la señorita Becker mientras todos guardaban silencio—. Les presento a Halim; es nuevo en nuestra escuela. De hecho, es nuevo en nuestro país”.

Halim miraba el suelo mientras saludaba. Marcus pensó que su voz sonaba un poco distinta. La señorita Becker continuó hablando.

“Estamos muy contentos de que él esté aquí y que vaya a ser parte de nuestra clase. Espero que podamos ayudarlo a sentirse bienvenido”.

Mientras la señorita Becker le mostraba a Halim dónde sentarse, Marcus pensó en lo nervioso que se sentiría si él tuviera que mudarse a un nuevo país y a una nueva escuela.

Tras el refrigerio de la mañana, la señorita Becker dijo a todos que tenía una sorpresa para ellos. Marcus se sentó derecho para poder ver lo que ella estaba sacando del bolso; eran baldes [cubos] pequeños. Ella comenzó a repartirlos a todos en la clase.

“Cada uno de nosotros tiene un cubo imaginario en su interior —dijo, mientras le entregaba a Marcus un cubo amarillo—. Las personas llenan nuestros cubos cuando hacen cosas buenas por nosotros, y nosotros podemos llenar los cubos de los demás al ser buenos con ellos. Por ejemplo, cuando su mamá les da un abrazo, ella está llenando el cubo de ustedes. Cuando dicen algo bueno a alguien, ustedes están llenando el cubo de esa persona”.

Marcus miró a su mejor amigo, Caleb. ¡Él también tenía un cubo amarillo!

“Esta semana, guardaremos estos cubos en los pupitres para que podamos escribirnos notas buenas unos a otros”, dijo la señorita Becker. Dobló un pequeño trozo de papel y lo colocó en un cubo. “Y eso nos ayudará a recordar los cubos imaginarios que todos llevamos en nuestro interior. Queremos ser bondadosos y de ese modo ser llenadores de cubos”.

Marcus sacó un trozo de papel y pensó en las cosas que le podría escribir a Caleb, como que era bueno en los deportes, pero entonces miró a Halim; tenía los hombros encorvados, como si estuviera triste.

Marcus se preguntaba si Halim había tenido un mejor amigo en donde vivía. Tuvo que haber sido difícil despedirse y aterrador mudarse tan lejos.

Marcus miró el trozo de papel en blanco encima de su pupitre. Tuvo una idea; después escribió:

“Estimado Halim,

Bienvenido a nuestra escuela. Si quieres, podemos jugar en el recreo. Seré tu amigo. Y apuesto a que Caleb también será tu amigo.

De: Marcus”.

Después dobló el papel cuidadosamente y lo puso en el cubo de Halim. Halim sonrió. Marcus sintió calidez y felicidad en su interior. ¡Le encantaba ser un llenador de cubos!