2020
¿Puedo ir con ustedes?
Febrero de 2020


Páginas Locales

¿Puedo ir con ustedes?

Mi historia comienza allá por el 2014, tenía 17 años y decía no pertenecer a ninguna religión, de hecho, no me interesaba.

Después de una serie de conflictos en la familia, mi mamá conoce a los misioneros por medio de una referencia; ellos llegaron sorpresivamente a casa y luego de 6 semanas mi mamá se bautizó después de haber participado por más de 40 años en otra religión.

El día de la primera charla de retención que le iban a dar a mi mamá (sobre la Restauración), los misioneros me vieron ahí dando vueltas y me empezaron a preguntar cosas de mi interés como lo era la historia, de ahí hacen una transición hacia la Restauración. En ese momento comencé a prestar mucha atención a lo que me enseñaban y al finalizar, me invitaron a hacer la oración y titubeando, acepto, la hago con fervor y realmente creyendo que alguien me escuchaba; era la primera vez que hacía una oración sincera. Al terminar, comenzó a llover muy fuerte y a pesar de eso, sentí que debía preguntarles a los misioneros a dónde iban después de mi casa y me contestaron que a la casa vecina a enseñar a una anciana amiga de mi mamá. Entonces les pregunté: “¿puedo ir con ustedes?”, y ellos aceptaron.

Llegamos, enseñamos (porque también participé ayudando con lo poco que sabía hasta ese momento) y al salir les volví a preguntar lo mismo, esta vez iban aún más lejos, como a 15 o 20 cuadras de mi casa; y decidí ir con ellos. Enseñamos toda la tarde, bajo la lluvia, cantamos himnos, enseñamos sobre la Palabra de Sabiduría, la ley de castidad, el Plan de Salvación; y en todo participé; hasta me había ofrecido para dar una oración. Cuando volví a casa, no pude negar lo que sentía en mi pecho, era un ardor tan claro que me hacía sentir tan lleno y feliz que en cuanto llegué lo primero que hice fue leer el Libro de Mormón y orar al respecto. Obtuve una respuesta confirmando que, si yo quería seguir sintiendo esto, tenía que unirme a la Iglesia y así lo hice. El primer domingo que asistí, compartí mi testimonio y al siguiente domingo fui bautizado. El 14 de junio de 2014 fui confirmado y recibí el sacerdocio.

Después de un mes, sentí muy fuerte en una charla misional que debía compartir el Evangelio a mi sobrino Alan que tiene mi edad. Llegué a su casa muy nervioso y con folletos de la Iglesia y un Libro de Mormón. Le compartí el Evangelio y él me contó que ya había comenzado una búsqueda pero que no encontraba nada. Estuvimos dos horas hablando y luego, de madrugada, me llamó diciendo que sabía que el Libro de Mormón era verdadero y que deseaba hablar con los misioneros. Tres semanas después, Alan se bautizó y un año más tarde ambos servimos en una misión.

Antes de salir a la misión, juntos compartimos el Evangelio con un amigo en común llamado Silvio, él aceptó, se bautizó y un año después, en 2016, decide también servir en una misión de tiempo completo, los tres en Sudamérica; Alan mi sobrino en Recife, Brasil, Silvio en Santiago, Chile y yo en Santa Fe, Argentina.

Actualmente hace ya más de un año que me casé y tenemos, junto a mi esposa, un hermoso bebé. Mi sobrino Alan también se casó y junto a su esposa están esperando el suyo. Sé, por experiencia propia, que el Evangelio es verdadero y el plan de Nuestro Padre Celestial es perfecto.