2021
Emma protegió las Escrituras
Marzo de 2021


Las mujeres de los primeros días de la Restauración

Emma protegió las Escrituras

Al igual que Emma Smith, podemos honrar las Escrituras y defender la verdad con valentía.

Imagen
Emma Smith on horseback

Ilustración por Toni Oka.

Poco después de la medianoche del 22 de septiembre de 1827, un carruaje se sacudía silenciosamente a lo largo del campo cerca de Manchester, Nueva York, EE. UU. José y Emma Smith se dirigían a un cerro donde los aguardaban unos anales antiguos escritos en planchas de oro. Un ángel llamado Moroni le había dicho a José que llevara consigo a la persona correcta cuando fuera a recibir los registros. Mediante revelación personal, José sabía que dicha persona era Emma, su esposa.

Emma aguardó en tanto su esposo, el Profeta, recibió las planchas y luego las ocultó en un tronco hueco. Mientras la pareja regresaba a casa, el sol comenzaba a salir.

Al día siguiente, Emma se enteró por parte de Joseph Smith, padre, que un grupo de hombres conspiraba para hurtar las planchas de oro. Emma tomó un caballo prestado y cabalgó durante más de una hora para advertir a José, quien pudo salvaguardar las planchas en una caja con cerradura.

Aquella no fue la única ocasión en la que Emma protegió las preciadas Escrituras. En un viaje que el matrimonio hizo a Pensilvania, ayudó a ocultar las planchas en un barril de frijoles. Durante el proceso de la traducción, Emma proporcionó a José una sábana de lino para que cubriera las planchas mientras permanecían sobre la mesa de la cocina durante el día, y compró una caja de cuero roja para las hojas manuscritas. Además, pidió a su cuñado una caja, la cual ella y José conservaban debajo de la cama y en la que cada noche se guardaban las planchas bajo llave. Varios años después, Emma protegió el manuscrito de la traducción que el Profeta hizo de la Biblia, llevándolo debajo de la falda mientras cruzaba a pie el congelado río Misisipi.

Además de proteger las Escrituras, Emma ayudó con la traducción del Libro de Mormón; fue la primera escribiente de José, que escribió meticulosamente los versículos que utilizamos hoy en día. Ella confeccionó una bolsa de tela para la piedra vidente que José utilizaba para traducir en algunas ocasiones.

Al final de su vida, Emma recordó el papel que desempeñó en ayudar a compartir esas Escrituras con el mundo. “Fui una activa participante”, dijo. Testificó que José fue un profeta de la Restauración y que el Libro de Mormón era una obra “maravillosa y un prodigio”1.

Nota

  1. “Last Testimony of Sister Emma”, Saints’ Herald, 1 de octubre de 1879, pág. 290.