Historia de la Iglesia
Un ángel y una promesa


“Un ángel y una promesa”, Revelaciones en contexto (2016)

Un ángel y una promesa

D. y C. 2

Las noches del 22 y 23 de septiembre de 1823 marcaron un momento crucial en la vida de Lucy Mack Smith. El 22 de septiembre, su hijo José regresó a casa después de trabajar en el campo, emocionado y exhausto. Lucy recordó que “cuando la familia se encontraba reunida”, José les dijo que un ángel lo había visitado toda la noche anterior. No era la primera vez que José había recibido orientación divina. No obstante, después de su primera visión, ocurrida tres años atrás, él simplemente le había dicho a Lucy sobre su decisión de no unirse ni a su iglesia presbiteriana ni a ninguna otra congregación. En ese momento, ella había seguido su vida como de costumbre.

Fueron las visitas del ángel Moroni las que por primera vez convirtieron las experiencias espirituales personales de José en tema de conversación en la familia. En la mañana del 22 de septiembre, la experiencia de la noche anterior había dejado a José tan agotado que tuvo dificultades para completar sus tareas junto a su padre y a su hermano Alvin; no obstante, él aún dudaba en contar lo sucedido. ¿Le creería su padre?1. Como José no ofreció ninguna explicación de su cansancio, Joseph Smith, padre, supuso que su hijo estaba enfermo y lo envió a casa a descansar. Sin embargo, antes de que José llegara a casa, el ángel se le apareció nuevamente indicándole que se lo contara a su padre y asegurándole que él le creería. Por la noche, José decidió relatar la historia de la visita angelical a toda su familia.

Se tomaron en serio su experiencia. Sin embargo, cuando José empezó a contar lo sucedido, su hermano mayor, Alvin, notó su cansancio y sugirió que todos “se fueran a dormir y se levantaran temprano al día siguiente para terminar las tareas”; luego regresarían a casa para disfrutar de una “larga y agradable velada”, momento en el que podrían “sentarse y escuchar la historia”2. Lucy preparó la cena temprano al día siguiente, y toda la familia se reunió antes del anochecer: el padre, la madre, los seis hijos y las tres hijas. Lucy recordó que después de advertirles él, que aún no era el momento para contar al mundo el mensaje que había recibido, “José empezó a contarnos las maravillas que Dios le había mostrado”3.

En Doctrina y Convenios 2 se presentan solo unas pocas decenas de palabras de las miles que finalmente se pronunciarían y escribirían acerca de las visitas del ángel Moroni a José Smith. Las instrucciones de Moroni lo condujeron a una colina cercana, donde encontró un registro grabado sobre planchas de oro, que contenía la historia sagrada de antiguos habitantes del continente americano. Llegado el tiempo, él traduciría el registro por el don y el poder de Dios y lo publicaría con el nombre: El Libro de Mormón. Para la familia Smith, sin embargo, esas noches de septiembre de 1823 marcaron el momento en que sus corazones empezaron a volverse hacia las antiguas promesas y la tarea que debía emprenderse antes del regreso de Jesucristo a la tierra.

Por la mano de Elías

José escribió o supervisó al menos cuatro relatos de la visita del ángel4. Esos relatos dejan en claro que el mensaje de Moroni implicaba más que el llamado a recuperar las planchas de oro. En uno de sus relatos posteriores, José mencionó que el ángel Moroni citó a Malaquías, Isaías, Hechos y Joel, así como “muchos otros pasajes de las Escrituras” (José Smith—Historia 1:36–41); en otro relato, José señaló que “él me explicó muchas de las profecías”5. Oliver Cowdery identificó más de estos pasajes cuando relató su propia experiencia de escuchar a José describiendo las visitas. Empleando casi tres veces más palabras que el relato más largo de José, Oliver nombró varios pasajes de Deuteronomio, Salmos, Isaías y Jeremías como base para un exhaustivo mensaje sobre la apertura de los cielos, la restauración de la autoridad divina y los convenios, el recogimiento de Israel y la preparación para la Segunda Venida de Jesucristo6. Más tarde, Oliver señaló que “dar un relato detallado de una extensa entrevista con un mensajero celestial es muy difícil, a menos que se cuente con la ayuda inmediata del don de la inspiración”7.

Con el tiempo, el pasaje de Malaquías sobre el regreso de Elías adquirió una importancia especial para los Santos de los Últimos Días. Elías fue un profeta poderoso del Antiguo Testamento que selló los cielos para que no lloviera, hizo descender fuego del cielo, multiplicó la comida de una viuda y resucitó a un joven muerto (véase 1 Reyes 17–18). Pero lo que tendría una profunda influencia en las tradiciones judías y cristianas fue su asombrosa ascensión al cielo sin experimentar la muerte física (véase 2 Reyes 2) y la promesa de su regreso8. En la mesa de Pascua, los judíos colocan una copa para Elías, reconociéndolo como un importante precursor de la reconciliación humana, la restauración de la casa de Jacob y la era mesiánica. Los primeros cristianos también aguardaban a Elías como precursor del Mesías y lo consideraban un modelo de oración9. En el Nuevo Testamento se narra el cumplimiento de esta promesa cuando Elías apareció junto con Moisés en el Monte de la Transfiguración10.

Las instrucciones que Moroni dio a José sobre Elías no fueron las últimas que él recibió sobre ese profeta. Siguiendo un proceso que llegó a caracterizar la Restauración, José recibía revelación de manera constante: “Un poco aquí, otro allá, precepto tras precepto, línea tras línea” (2 Nefi 28:30). En el Libro de Mormón se narra cómo Jesús relató la profecía de Malaquías sobre Elías a algunos de los antiguos habitantes de las Américas (véase 3 Nefi 25) y José volvería a este pasaje durante sus revisiones inspiradas de la Biblia11. En una revelación de agosto de 1830, él explicó que Elías tenía “las llaves del poder de volver los corazones de los padres hacia los hijos” (D. y C. 27:9), mientras que en otra, recibida unos meses más tarde, se mencionó la venida futura de Elías (véase D. y C. 35:4). En el diario de José Smith se registra que Elías se apareció en el Templo de Kirtland en abril de 1836, declarando que “ha llegado plenamente el tiempo” para su regreso, tanto “para volver los corazones de los padres hacia los hijos” como para confiarle “las llaves de esta dispensación” (D. y C. 110:14–16). En Nauvoo, la restauración del bautismo por los muertos hizo que muchos Santos volvieran sus pensamientos hacia sus antepasados y creó un vínculo entre las generaciones pasadas y presentes. Desde entonces, muchos Santos de los Últimos Días han relacionado el espíritu de Elías con las ordenanzas del templo y la obra de Historia Familiar.

Aun así, la promesa del regreso de Elías implica más que la obra del templo y de historia familiar. La Restauración en sí, como el retorno de la autoridad que había en la antigüedad a las generaciones modernas, cumplió la profecía de Malaquías, repetida por el ángel Moroni en 1823. En el último año de su vida, José Smith enseñó que “el espíritu, el poder y el llamamiento de Elías son para que ustedes tengan el poder de poseer las llaves de las revelaciones, las ordenanzas, los oráculos, poderes e investiduras de la plenitud del Sacerdocio de Melquisedec y del Reino de Dios en la tierra”, para poder “efectuar todas las ordenanzas que pertenecen al Reino de Dios”12. O, como José explicó en otra ocasión, “el convenio que Dios hizo con el antiguo Israel estaba por cumplirse”13.

Lucy Smith fue una de las primeras en escuchar sobre el mensaje del ángel Moroni y en sentir cómo unía más a su familia. Al final de su vida, Lucy recordaba que esas visitas nocturnas “nos llenaron de alegría” y demostraron que Dios “nos brindaría un conocimiento más completo del Plan de Salvación y de la redención de la familia humana”14. Las visitas de Moroni a su hijo, José, tuvieron una importancia histórica enorme: Iniciaron la obra activa de la Restauración; presentaron a José el Libro de Mormón y sentaron las bases para el regreso de Elías y la labor más amplia de unir a los hijos de Dios como una familia en esta vida y la eternidad.