2022
Donde los sueños se hacen realidad
Julio de 2022


“Donde los sueños se hacen realidad”, Liahona, julio de 2022.

Solo para versión digital: Retratos de Fe

Donde los sueños se hacen realidad

Mi padre amenazó con echarme de la casa si me unía a la Iglesia, pero después de haber sido bautizado, todo lo que vi fueron grandes bendiciones en mi vida.

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Shyam, su esposa, Radhika, y su hijo

Fotografía de Shyam, su esposa, Radhika, y su hijo, por Richard M. Romney

Por alguna razón, una agradable joven de mi clase de segundo año de la escuela secundaria decidió darme un ejemplar del Libro de Mormón en inglés. Yo no sabía lo que era. Mi papá me había dado un libro de relatos resumidos de la Biblia en hindi cuando era niño, Así que, cuando traté de leer un par de páginas del Libro de Mormón y vi el nombre de Jesucristo, pensé: “Esto se parece a la Biblia”.

Conservé el libro, pero lo dejé de lado. No hablaba inglés, aunque lo estaba estudiando en la escuela secundaria. Casi al mismo tiempo, comencé a prepararme para los exámenes con mi amiga que me dio el Libro de Mormón. Yo era bueno en todas mis asignaturas académicas, excepto en una.

“Estoy muy preocupado por mis exámenes de inglés”, le dije a mi amiga. “Temo que voy a reprobar”.

Ella respondió: “Tengo unos amigos que pueden ayudarte a aprender inglés”.

Esos amigos eran misioneros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Pronto empezaron a ir a mi casa y a darme lecciones de gramática inglesa. Después de unas semanas, empezaron a enseñarme el Evangelio.

Cuando investigaba la Iglesia, los misioneros me enseñaron acerca de los frutos del Espíritu (véase Gálatas 5:22–23) y me ayudaron a entender la manera en que el Espíritu nos habla. También me dijeron que preguntara al Padre Celestial si su mensaje era verdadero. Mientras oraba, no esperaba una respuesta como la que recibió José Smith, pero quería recibir algo que me hiciera saber que estaba tomando la decisión correcta.

La respuesta llegó tarde una noche de una manera que no puedo negar. Fue una respuesta llena de luz y paz. Me sentía edificado; sentía que había nacido de nuevo. Sentía que quería ser la persona más bondadosa del mundo. Dios sabía cómo responderme, y yo sabía qué hacer después de eso. De hecho, tenía miedo de lo que me sucedería si no me bautizaba.

Cuando les dije a mis padres, mi papá estaba en contra, no porque no sea un buen hombre, sino por la presión cultural. No estaba seguro de cómo nuestra comunidad aceptaría mi bautismo.

“Si te bautizan, te echaremos de nuestra casa”, me dijo.

Llorando, le dije a mi madre: “Realmente quiero ser bautizado, pero esto es lo que papá está diciendo”.

Ella respondió: “Adelante. Veremos qué pasa”.

Seguí adelante y fui bautizado. Después de eso, nunca volví atrás. Todo lo que vi fueron grandes bendiciones en mi vida.

Mi papá no me echó, pero durante uno o dos años, la vida fue difícil en casa. Cuando sucedía algo complicado en nuestra familia, algunos de nuestros parientes y familiares pensaban que era porque había traicionado a los dioses al escoger aceptar el Evangelio. Pero cuando mis padres vieron cambios positivos en mí, las cosas cambiaron en casa. Dos años después de unirme a la Iglesia, bauticé a mis dos hermanas menores. Más tarde, mi otra hermana fue bautizada.

Una promesa cumplida

Cuando los misioneros me enseñaron el Evangelio, la amiga que me dio el Libro de Mormón me prometió que si lo leía en inglés de principio a fin, aprendería a hablar ese idioma. Tomé esa promesa en serio, así que empecé a leer, aunque al principio no entendía mucho. Leí y estudié el Libro de Mormón todos los días y todas las noches, incluso lo mantuve debajo de mi almohada para empezar a leer de nuevo si me despertaba por la noche.

En un año, hablaba inglés lo suficientemente bien como para trabajar en un centro de llamadas de habla inglesa. Después de ahorrar dinero, se me llamó a la Misión India Bangalore.

Durante mi misión, estaba realmente preocupado por no tener a toda mi familia junta en la Iglesia. Un día, leí este versículo: “He aquí, te han sobrevenido muchas aflicciones a causa de tu familia; sin embargo, te bendeciré a ti y a tu familia, sí, a tus pequeñitos; y viene el día en que creerán y conocerán la verdad, y serán uno contigo en mi iglesia” (Doctrina y Convenios 31:2).

Sentí el Espíritu tan fuerte que supe que ese versículo se dirigía a mí. Esa promesa tardó catorce años en cumplirse en mi familia, pero hace tres años bauticé a mis padres. Ahora todos somos miembros de la Iglesia, excepto uno de mis hermanos.

A menudo digo: “La Iglesia es un lugar donde los sueños se hacen realidad”. Gracias a la Iglesia, tengo las cosas que más deseaba. Aprendí a hablar inglés. Serví en una misión llena de milagros. Después de la misión, conocí a Radhika, que ahora es mi hermosa esposa, y fuimos sellados en el Templo de Berna, Suiza. Tenemos un hijo de cuatro años. Mi familia está conmigo en la Iglesia. Todos mis sueños hermosos se han hecho realidad.