Conferencia General
Un profeta viviente para los últimos días
Conferencia General de abril de 2023


Un profeta viviente para los últimos días

El Padre Celestial ha elegido el modelo de revelar la verdad a Sus hijos mediante un profeta.

Cuando yo era niño, me encantaba el sábado, porque todo lo que hacía ese día parecía una aventura, pero, hiciera lo que hiciera, siempre iba precedido de lo más importante de todo: ver dibujos animados en la televisión. Uno de esos sábados por la mañana estaba de pie junto a la televisión cambiando los canales, y descubrí que el dibujo animado que esperaba encontrar había sido reemplazado por la transmisión de la conferencia general de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Mientras miraba la televisión y me lamentaba porque no vería el dibujo animado, vi a un hombre de cabello blanco vestido de traje y corbata sentado en una cómoda silla.

Percibí que había algo diferente en él, así que le pregunté a mi hermano mayor: “¿Quién es él?”.

Me dijo: “Él es el presidente David O. McKay; es un profeta”.

Recuerdo que sentí algo y de alguna manera supe que él era un profeta. Luego, como era un niño loco por los dibujos animados, cambié el canal. No obstante, nunca he olvidado lo que sentí en ese breve e inesperado momento de revelación. Cuando se trata de un profeta, a veces solo se necesita un momento para saberlo1.

El saber por revelación que existe un profeta viviente en la tierra lo cambia todo2. Eso hace que uno pierda el interés en debatir sobre cuándo el profeta habla como profeta o si hay ocasiones en las que uno está justificado en rechazar selectivamente los consejos proféticos3. Tal conocimiento revelado invita a confiar en los consejos del profeta viviente, aun cuando no los entendamos completamente4. Después de todo, un Padre Celestial perfecto y amoroso ha escogido el modelo de revelar la verdad a Sus hijos mediante un profeta, alguien que nunca buscó ese llamamiento tan sagrado y que no necesita nuestra ayuda para percatarse de sus imperfecciones5. Un profeta es alguien a quien Dios personalmente ha preparado, llamado, corregido, inspirado, reprendido, santificado y sostenido6. Es por eso que nunca corremos riesgos espirituales cuando seguimos los consejos proféticos.

Nos guste o no, todos fuimos elegidos de alguna manera en la vida preterrenal para nacer en estos últimos días. Existen dos realidades relacionadas con los últimos días. La primera realidad es que la Iglesia de Cristo será restablecida en la tierra. La segunda realidad es que las cosas se van a poner muy difíciles. En las Escrituras se revela que en los últimos días habrá “una fuerte tormenta de granizo para destruir las cosechas de la tierra”7, plagas8, “guerras y rumores de guerras, y toda la tierra estará en conmoción […], y abundará la iniquidad”9.

Cuando era niño, esas profecías de los últimos días me asustaban y hacían que pidiera en oración que la Segunda Venida no ocurriera en el transcurso de mi vida, y debo decir que con cierto éxito hasta el momento. Sin embargo, ahora pido lo contrario, aun cuando los desafíos profetizados ocurrirán10, porque cuando Cristo regrese para reinar, todas Sus creaciones “reposar[án] segur[as]”11.

Las condiciones actuales del mundo han hecho que algunas personas entren en pánico. Como hijos del convenio de Dios, no es necesario que andemos en busca de esto o aquello para saber cómo afrontar estos tiempos difíciles. No tenemos por qué temer12. La doctrina y los principios que debemos seguir para sobrevivir espiritualmente y resistir físicamente se encuentran en las palabras del profeta viviente13. Es por eso que el presidente M. Russell Ballard declaró que “[n]o es cosa insignificante […] el tener un profeta de Dios entre nosotros”14.

El presidente Russell M. Nelson ha testificado que “[e]l modelo que Dios estableció desde hace mucho de enseñar a Sus hijos mediante profetas nos asegura que Él bendecirá a cada uno de los profetas y que bendecirá a los que den oído al consejo profético”15. De modo que la clave es seguir al profeta viviente16. Hermanos y hermanas, a diferencia de los libros de historietas antiguos y los automóviles clásicos, las enseñanzas proféticas no llegan a ser más valiosas con el tiempo. Es por eso que no debemos buscar utilizar las palabras de los profetas del pasado para rechazar las enseñanzas de los profetas vivientes17.

Me encantan las parábolas que Jesucristo utilizó para enseñar principios del Evangelio. Esta mañana me gustaría compartir con ustedes un tipo de parábola de la vida real.

Un día entré en la cafetería de las Oficinas Generales de la Iglesia para almorzar. Después de haber tomado una bandeja de comida, entré en el comedor y noté una mesa en la que los tres miembros de la Primera Presidencia estaban sentados, y había un asiento vacío. Mi inseguridad me hizo tomar un rápido desvío, lejos de esa mesa, y entonces escuché la voz de nuestro profeta, el presidente Russell M. Nelson, decir: “Allen, aquí hay un asiento vacío. Ven a sentarte con nosotros”. Así que fui.

Ya casi al terminar el almuerzo, me sorprendió escuchar un fuerte crujido y, cuando alcé la vista, vi que el presidente Nelson había parado su botella de agua de plástico, la había aplastado y había vuelto a taparla.

El presidente Dallin H. Oaks entonces preguntó lo que yo quería preguntar: “Presidente Nelson, ¿por qué aplastó su botella de agua de plástico?”.

Él respondió: “Facilita el trabajo a quienes se encargan de los materiales reciclables porque no ocupa tanto espacio en el contenedor de reciclado”.

Mientras meditaba en esa respuesta, escuché el mismo crujido de nuevo. Volteé a mi derecha y el presidente Oaks había aplastado su botella de agua de plástico igual que el presidente Nelson. Luego escuché un ruido a mi izquierda y el presidente Henry B. Eyring estaba aplastando su botella de agua de plástico, aunque había adoptado una estrategia diferente con la botella en forma horizontal, lo que requirió más esfuerzo que cuando la botella estaba parada. Al observar esto, el presidente Nelson amablemente le mostró la técnica con la botella parada para aplastarla más fácilmente.

En ese momento, me acerqué al presidente Oaks y en voz baja le pregunté: “¿Es un nuevo requisito de reciclaje de la cafetería aplastar las botellas de agua de plástico?”.

El presidente Oaks respondió con una sonrisa en el rostro: “Bueno, Allen, debes seguir al profeta”.

Estoy seguro de que ese día en la cafetería, el presidente Nelson no estaba declarando una nueva doctrina basada en el reciclaje, pero podemos aprender de la rápida reacción18 del presidente Oaks y del presidente Eyring al ejemplo del presidente Nelson, y de la prontitud del presidente Nelson para enseñarles un mejor método a quienes participaron19.

Hace algunos años, el élder Neal A. Maxwell expresó algunas observaciones y consejos que son proféticamente relevantes con respecto a nuestros días:

“En los meses y años venideros, es probable que los acontecimientos requieran que cada miembro decida si seguirá o no a la Primera Presidencia. Será más difícil para los miembros fluctuar más tiempo entre dos opiniones […].

“Dejemos un registro para que las opciones queden claras, dejando que otros hagan lo que quieran frente a los consejos proféticos […].

“Jesús dijo que cuando a la higuera le brotan las hojas, ‘el verano está cerca’ […]. Advertidos de que el verano está por llegar, ¡no nos quejemos del calor!”20.

La nueva generación está creciendo en una época en la que hay más hojas en la higuera y hace más calor. Esa realidad impone una responsabilidad de mayor peso a la generación de adultos, particularmente en lo que respecta a seguir los consejos proféticos. Cuando los padres ignoran los consejos del profeta viviente, no solo pierden las bendiciones prometidas para ellos, sino que, lo que es aún más trágico, enseñan a sus hijos que lo que el profeta dice no es de importancia o que se puede escoger de entre los consejos proféticos como si fuera un bufé, sin preocuparse por la desnutrición espiritual resultante.

En una ocasión, el élder Richard L. Evans observó: “Algunos padres equivocadamente piensan que pueden relajarse un poco en cuanto a la conducta y a la conformidad […], que pueden suavizar un poco los principios básicos sin afectar a su familia o al futuro familiar. Pero si un padre o madre se sale un poco del camino, es probable que los hijos excedan el ejemplo de él o ella”21.

Como la generación que tiene la responsabilidad sagrada de preparar a la nueva generación para su función profetizada en los últimos días22, función que se debe cumplir en un tiempo en el que la influencia del adversario está en su cúspide23, no podemos ser una fuente de confusión en cuanto a la importancia de seguir los consejos proféticos. Son precisamente esos consejos los que permitirán a la nueva generación ver “al enemigo cuando todavía est[á] lejos; y entonces [podrán] preparar[se]” para resistir el ataque del enemigo24. Nuestras aparentemente pequeñas desviaciones, incumplimientos silenciosos o críticas susurradas en respuesta a los consejos proféticos pueden resultar en que solo caminemos peligrosamente cerca de la orilla de la senda de los convenios; pero cuando tales acciones son magnificadas por el adversario en la vida de la nueva generación, estas pueden influenciarlos a dejar esa senda por completo. Ese resultado es un precio generacional demasiado alto25.

Algunos de ustedes quizás consideren que han fallado en sus esfuerzos por seguir los consejos del presidente Russell M. Nelson. Si así fuera, entonces arrepiéntanse, comiencen de nuevo a seguir los consejos del profeta escogido de Dios. Dejen de lado la distracción de los dibujos animados infantiles y confíen en el ungido del Señor. Regocíjense, porque nuevamente “hay profeta en Israel”26.

Aunque no estén seguros, testifico que podemos resistir el calor de los últimos días e incluso prosperar en ellos. Somos los Santos de los Últimos Días y estos son días maravillosos. Estábamos ansiosos por venir a la tierra en este tiempo, teniendo la confianza de que no se nos dejaría tropezar cuando afrontáramos los vapores cada vez más oscuros y más confusos del adversario27, sino más bien que tomaríamos los consejos y la guía de aquel que está autorizado para decirnos a nosotros y al mundo entero: “Así ha dicho Jehová el Señor”28. En el sagrado nombre del Profeta a quien Dios levantó, el Santo de Israel29, sí, Jesucristo. Amén.

Notas

  1. El presidente Russell M. Nelson invitó hace poco a los estudiantes de la Universidad Brigham Young a tener la misma experiencia reveladora: “Pregunten a su Padre Celestial si realmente somos los apóstoles y profetas del Señor. Pregunten si hemos recibido revelación en cuanto a este y otros asuntos” (“The Love and Laws of God”, devocional de la Universidad Brigham Young, 17 de septiembre de 2019, speeches.byu.edu). Véase también Neil L. Andersen, “El profeta de Dios”, Liahona, mayo de 2018, págs. 25–26: “Tenemos el privilegio como Santos de los Últimos Días de recibir un testimonio personal de que el llamado del presidente Nelson viene de Dios”. La historia de la conversión de Alma, tras escuchar al profeta Abinadí, brinda evidencia adicional de que la revelación que concierne a un profeta está disponible para todos nosotros (véanse Mosíah 13:5; 17:2).

  2. “O tenemos un profeta o no tenemos nada; y tener un profeta significa tenerlo todo” (Gordon B. Hinckley, “Te damos, Señor, nuestras gracias”, Liahona, octubre de 1992, pág. 4).

  3. “… comenzaron a dejar de creer en el espíritu de profecía y en el espíritu de revelación; y los juicios de Dios se cernían sobre ellos” (Helamán 4:23; véase también Doctrina y Convenios 11:25). “Cantamos muy a menudo el himno ‘Te damos, Señor, nuestras gracias que mandas de nuevo venir profetas con tu Evangelio guiándonos cómo vivir’. Hay muchísimas personas que [deberían] pone[r] a esas palabras una posdata que dice: ‘Siempre y cuando nos guíen a lo que deseamos hacer y que esté de acuerdo con nuestras ideas’” (Enseñanzas de los Presidentes de la Iglesia: Heber J. Grant, 2003, pág. 85).

  4. “Algunas veces recibiremos algún consejo que no podemos entender o que parece que no se aplica a nosotros, aun después de la sincera oración y meditación. No descarten ese consejo, sino guárdenlo cerca del corazón. Si alguien en quien confían les entrega lo que aparenta no ser más que arena con la promesa de que contiene oro, sabiamente la sostendrían en la mano por un tiempo, sacudiéndola con suavidad. Cada vez que he hecho eso con el consejo de un profeta, después de un tiempo comienzan a aparecer las pepitas de oro y me he sentido agradecido” (véase Henry B. Eyring, “Busquemos seguridad en el consejo”, Liahona, julio de 1997, pág. 29; véanse también 3 Nefi 1:13; Doctrina y Convenios 1:14).

  5. Véase 2 Nefi 4:17–18. “No me condenéis por mi imperfección, ni a mi padre por causa de su imperfección […]; más bien, dad gracias a Dios que os ha manifestado nuestras imperfecciones, para que aprendáis a ser más sabios de lo que nosotros lo hemos sido” (Mormón 9:31).

  6. Véase Doctrina y Convenios 3:6–8; véase también Doctrina y Convenios 93:47.

  7. Doctrina y Convenios 29:16.

  8. Véase Doctrina y Convenios 84:97; véase también Doctrina y Convenios 87:6.

  9. Doctrina y Convenios 45:26, 27.

  10. Véase Doctrina y Convenios 1:38.

  11. Oseas 2:18. “[P]orque con poder y gran gloria me revelaré desde los cielos, con todas sus huestes, y moraré en rectitud con los hombres sobre la tierra mil años, y los malvados no permanecerán” (Doctrina y Convenios 29:11).

  12. Véase 1 Nefi 22:16–17; véase también Doctrina y Convenios 59:23.

  13. “Pues he aquí, han rechazado las palabras de los profetas. Por tanto, si mi padre hubiera permanecido en el país después de habérsele mandado salir de él, habría perecido también” (1 Nefi 3:18; véanse también 2 Nefi 26:3; Doctrina y Convenios 90:5).

  14. M. Russell Ballard, “Recibiréis su palabra”, Liahona, julio de 2001, pág. 80.

  15. Russell M. Nelson, “Pide, busca, llama”, Liahona, noviembre de 2009, pág. 82. “Ningún hombre puede ser más feliz que cuando obedece los consejos del profeta viviente” (The Teachings of Lorenzo Snow, editado por Clyde J. Williams, 1996, pág. 86).

  16. “Mantengan la vista sobre quienes los presiden en la Iglesia hoy, o mañana, y tómenlos como modelo para su vida antes que insistir sobre cómo se veían, pensaban o hablaban los profetas de la antigüedad” (The Teachings of Harold B. Lee, 1996, pág. 525).

  17. En una ocasión el presidente Spencer W. Kimball observó que “quienes adornan la tumba de los profetas muertos empiezan ahora por arrojar piedras a los vivos” (The Teachings of Spencer W. Kimball, editado por Edward L. Kimball, 1982, pág. 462). “Las palabras más importantes que podemos escuchar, meditar y seguir son las que se revelan mediante nuestro profeta viviente” (Ronald A. Rasband, “Las cosas de mi alma”, Liahona, noviembre de 2021, pág. 41).

  18. “Cuando escuchamos el consejo del Señor expresado por medio de las palabras del Presidente de la Iglesia, nuestra respuesta debe ser positiva y pronta” (M. Russell Ballard, Recibiréis su palabra”, Liahona, julio de 2001, pág. 79).

  19. “La Iglesia de Jesucristo siempre ha sido guiada por profetas y apóstoles vivientes. Aunque son mortales y están sujetos a las imperfecciones humanas, los siervos del Señor reciben inspiración para ayudarnos a evitar los obstáculos que constituyen una amenaza espiritual y [para] ayudarnos a atravesar a salvo la vida terrenal hacia nuestro destino final, máximo y celestial” (M. Russell Ballard, “Dios está a la cabeza”, Liahona, noviembre de 2015, pág. 24).

  20. Neal A. Maxwell, “A More Determined Discipleship”, Ensign, febrero de 1979, págs. 69, 70.

  21. Richard L. Evans, “Foundations of a Happy Home”, en Conference Report, octubre de 1964, págs. 135–136.

  22. Véase Doctrina y Convenios 123:11; véase también Robert D. Hales, “Nuestro deber a Dios: La misión de padres y líderes para con la nueva generación”, Liahona, mayo de 2010, págs. 95–98.

  23. Véase Doctrina y Convenios 52:14.

  24. Doctrina y Convenios 101:54.

  25. Véase Mosíah 26:1–4.

  26. 2 Reyes 5:8.

  27. “… daréis oído a todas sus palabras y mandamientos que os dará según los reciba […]. Porque si hacéis estas cosas […], Dios el Señor dispersará los poderes de las tinieblas de ante vosotros, y hará sacudir los cielos para vuestro bien y para la gloria de su nombre” (Doctrina y Convenios 21:4, 6). “Ningún hombre que haya seguido las enseñanzas, o recibido el asesoramiento o consejo de uno que ocupa el lugar de representante del Señor, se ha perdido” (véase Doctrina de Salvación: Sermones y escritos de Joseph Fielding Smith, editado por Bruce R. McConkie, 1978, tomo I, pág. 231).

  28. Ezequiel 3:27. “[P]orque recibiréis su palabra con toda fe y paciencia como si viniera de mi propia boca” (Doctrina y Convenios 21:5).

  29. Véase 1 Nefi 22:20–21; véase también 3 Nefi 20:23.