Historia de la Iglesia
El comienzo de la obra misional en las Islas Británicas


El comienzo de la obra misional en las Islas Británicas

En abril de 1836, el élder Heber C. Kimball llamó a su compañero en el apostolado, Parley P. Pratt, a predicar en Canadá. “De los resultados que surjan de esta misión”, dijo Kimball, “de ellos se esparcirá la plenitud del Evangelio a Inglaterra”. En Canadá, Pratt enseñó a John y Leonora Cannon Taylor, Joseph Fielding y sus hermanas Mary y Mercy, y varios inmigrantes ingleses.

Un año después, el profeta José Smith le dijo al élder Kimball: “El Espíritu del Señor me ha susurrado: ‘Que mi siervo Heber vaya a Inglaterra y proclame Mi evangelio y abra la puerta de salvación a esa nación’”. En junio de 1837, el élder Kimball y Orson Hyde, otro Apóstol, salieron de Kirtland, Ohio. Se les unieron cuatro conversos bautizados por Pratt en Canadá, entre ellos, Joseph Fielding.

En Preston, el hermano de Joseph Fielding, James, invitó a los misioneros a predicar en su iglesia. En el curso de la semana, ellos bautizaron a nueve conversos, los cuales eran en su mayoría de la congregación de James Fielding. Con el tiempo, más de 1500 personas se unieron a la Iglesia en Preston, y se estableció la primera rama en Europa.

Después de un año de predicación en la región de Preston, Kimball y sus compañeros regresaron a los Estados Unidos. Poco después, los Doce Apóstoles fueron llamados a “cruzar las grandes aguas” a Inglaterra la primavera siguiente “y allá [promulgar] mi evangelio” (Doctrina y Convenios 118:4). La revelación también llamó a varios nuevos Apóstoles, entre ellos, John Taylor, el primero de muchos conversos ingleses que fueron llamados como Autoridades Generales.

Desde 1839 a 1841, nueve de los Doce Apóstoles predicaron en plazas públicas, salones alquilados y casas privadas en todo el Reino Unido, y establecieron ramas en Inglaterra, Escocia, Irlanda y Gales. Un converso de Liverpool tuvo un sueño sobre los Apóstoles como pescadores, echando sus redes y recolectando primero a los peces pequeños y luego a los grandes. Como el sueño lo sugirió, muchos de los trabajadores pobres de los pueblos industriales ingleses aceptaron el mensaje de los Apóstoles.