Historia de la Iglesia
Plantar Sion en Gran Bretaña


Plantar Sion en Gran Bretaña

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Personal de la oficina de la Misión Británica, 1941

Personal de la oficina de la Misión Británica, 1941.

A principios del siglo XX, muchos santos británicos trabajaron para establecer una presencia más permanente en sus regiones locales. Una miembro, Julia Foster, emigró a Utah con su familia a finales de siglo XIX, solo para regresar a Hull, Inglaterra, un poco después. Por varios años, Foster y su esposo ahorraron diligentemente su dinero con la esperanza de que podrían regresar a Utah. Cuando su esposo falleció, Foster donó 600 libras esterlinas (el equivalente a tres años de sueldo para el británico promedio en ese momento), todo lo que habían ahorrado, para financiar la construcción de un centro de reuniones para la Rama Hull.

Al comienzo de la Segunda Guerra Mundial, los líderes de la Iglesia evacuaron a los misioneros extranjeros de Europa. Andre Anastasiou, un inmigrante ruso, fue llamado a dirigir la Misión Británica durante la ausencia de los líderes. A medida que la guerra avanzaba, los santos afrontaban nuevos desafíos y Anastasiou adaptó los programas de la Iglesia a las condiciones de la guerra. Los líderes Santos de los Últimos Días no eran considerados ministros religiosos profesionales y se les denegó la excepción para el servicio militar. Esto dio como resultado que muchas ramas se quedaran sin líderes. Aquellos que se quedaron en el país, también vieron afectada su vida por las operaciones de bombardeo de los alemanes. Por ejemplo, en un momento determinado, la familia del presidente de la Rama Liverpool oró para que se preservara su hogar y los registros de la rama mientras esperaban que se desactivara una bomba que había caído afuera.

Cientos de hermanas británicas aceptaron llamamientos como misioneras de tiempo parcial y predicaban en las tardes. “Nos dimos cuenta que la mayoría de las personas se encontraban trabajando en el esfuerzo de la guerra y tenían muy poco tiempo para dedicar a ellas mismas”, escribió Anastasiou. “Y, no obstante, esos santos fieles, jóvenes y mayores, han representado la salvación de algunas de las ramas”. En 1943, Edith Russell, una escritora talentosa, fue llamada como la primera editora mujer del Millennial Star. Bajo la guía de ella, la publicación ayudó a mantener a los santos comunicados con la Iglesia a través del último año de la guerra.

Cuando las ramas sin líderes empezaron a debilitarse espiritualmente, Anastasiou solicitó al gobierno las excepciones militares que permitirían que unos pocos poseedores del sacerdocio permanecieran y ministraran a las ramas necesitadas. “Todos los hombres idóneos de la Iglesia… que han sido llamados al servicio militar, han contestado al llamado… porque son súbditos leales a su majestad, el rey”, le dijo Anastasiou a un oficial. “¿No cree que el Rey de reyes necesita unos pocos hombres para continuar con Su obra?”. Se le concedieron las excepciones. Gracias a estos pocos líderes y el trabajo de las misioneras de tiempo parcial, no solo se mantuvieron las ramas como estaban antes de la guerra, sino que se crearon nuevas ramas.

En poco tiempo, la diligencia de los santos británicos fue recompensada. Solo ocho años después de que finalizara la guerra, el Millennial Star anunció: “¡Se construirá un templo en Gran Bretaña!”. En septiembre de 1958, los miembros de todo el país viajaron para asistir a las seis sesiones dedicatorias del Templo de Londres, Inglaterra.