Historia de la Iglesia
“Si me salvas, Señor, seré tu sierva”


“Si me salvas, Señor, seré tu sierva”

En 1962, Claire Teriitehau, una enfermera que vivía en la isla de Maupiti, al oeste de Bora Bora, observó a dos jovencitos de camisas blancas. Ellos eran los primeros misioneros Santos de los Últimos Días en la isla desde 1899. Aunque ella pertenecía a una iglesia protestante local, Claire se sintió compelida a hablar con ellos. Ella envió a su novio, Andre Manea, para invitarlos a su hogar. Claire y Andre estaban impresionados con la amabilidad de los misioneros en sus intentos por compartir su religión.

Pronto, ella empezó a asistir a lecciones grupales de los misioneros. Debido a que Claire y Andre no estaban casados, no pudieron ser bautizados cuando se creó la primera rama. No obstante, ella se unió a algunos miembros que viajaban a escuchar al presidente Gordon B. Hinckley, que en ese entonces estaba en el Cuórum de los Doce Apóstoles, hablar en la dedicación de un centro de reuniones en 1963. En el viaje de regreso, el mar se embraveció. Justo un poco antes del amanecer, en el pasaje angosto que lleva a la laguna de Maupiti, una ola grande azotó al bote contra el arrecife y botó a Claire y a otros pasajeros al agua. Al ser arrastrada por las olas, Claire clamó a Dios. “Si me salvas, Señor”, prometió ella, “seré tu sierva”. Mientras se aferraba a los restos del naufragio, le arrojaron un salvavidas. Finalmente, una canoa motorizada vino al rescate y ella se sintió aliviada al ver el rostro familiar de Andre sacándola del agua.

A pesar de estar gravemente herida, Claire sobrevivió. Quince personas, entre ellas nueve mujeres de la Sociedad de Socorro de la Rama Maupiti, murieron.

Más tarde esa mañana, las noticias del naufragio llegaron al élder Hinckley en Papeete, Tahití. Él salió esa noche para Maupiti, viajando en un bote viejo lleno de alimentos, mantas y madera. El panorama en Maupiti era desgarrador. “En todo lugar las personas lloraban”, recordó el élder Hinckley; “caminamos por las calles, cargando a los niños cuyas madres habían muerto y tratando de consolar a los padres”. En una bendición del sacerdocio, Hinckley le dijo a Claire que sería sanada y un día se uniría a la Iglesia. En julio, ella y Andre se casaron y, al siguiente día, ella se bautizó. Claire sirvió fielmente en la Iglesia por muchos años.

Veinte años más tarde, Claire tuvo una reunión emotiva con Gordon B. Hinckley cuando este fue a dedicar el Templo de Papeete, Tahití. Durante la dedicación, Hinckley recordó a los oyentes sobre los espíritus que estaban presentes en el evento desde el otro lado del velo, entre los que se encontraban los primeros miembros, los misioneros y quizás las mujeres de Maupiti que habían muerto en el naufragio. “Espero con todo mi corazón que los esposos (de esas hermanas que murieron) sean dignos de venir esta casa y sellarse a sus hermosas esposas”, dijo. En 1991, después de ahorrar durante muchos años, los familiares de aquellos que habían muerto en el accidente hicieron el viaje al templo juntos.