Historia de la Iglesia
“La chispa de la vida”


“La chispa de la vida”

En 1976, Gloria Barriga, una joven Santo de los Últimos Días de Arequipa, Perú, era feliz con su vida. Tenía el apoyo de familiares y amigos en la Iglesia, y se sentía cómoda trabajando en un buen empleo con un salario alto. Sin embargo, el Señor tenía otros planes para ella. “De repente”, dijo ella, “sentí la voz del Espíritu que me decía: ‘Recibe la bendición patriarcal’”.

El único patriarca que había en Perú era José Ojeda, un viejo amigo de la familia Barriga, que se había mudado a Lima, a más de 1000 kilómetros (621 millas) al norte. Gloria pidió permiso para ausentarse del trabajo y comunicó sus planes a su familia. Al día siguiente inició un largo viaje a Lima.

Cuando llegó a Lima, la familia Ojeda la acogió afectuosamente y recibió su bendición. “Me sorprendió mucho”, dijo ella, “que en la bendición que recibí en ese momento el Señor me pidiera que me fuera a una misión de tiempo completo”. Regresó a Arequipa y les dijo a sus padres que sería misionera. Aunque estaban tan sorprendidos como ella, apoyaron su decisión.

Gloria sirvió en la Misión Andes en 1977 y 1978. Al inicio de la misión, ella era la única hermana peruana en servicio. En su primera área, en Huancayo, a Gloria la picó un alacrán en la pierna izquierda mientras se dirigía a una lección. Pensó que podría haberla mordido un ratón, pero comenzó a sentirse mal durante la lección.

Dos élderes que servían en su área le dieron a Gloria una bendición en una farmacia local. “Lo que sentí fue una paz que nunca he vuelto a sentir en esta tierra”, dijo e;;a. “En ese momento, le dije al Señor que, si tenía que morir, iría a Sus brazos”.

“Cuando terminó la oración”, dijo ella, “los dos misioneros estaban llorando y sabían que yo había recibido, por medio del poder del sacerdocio, la sanación necesaria para salvar mi vida”. También recibió una dosis de antibióticos y la enviaron a casa para recuperarse. En su misión le dieron el apodo de “La chispa de la vida” porque era muy feliz.

En Trujillo sufrió otra crisis de salud. Haciendo caso omiso de una indicación que le decía: “¡No vayas!”. Gloria se acercó a una casa. Cuando empezó a subir las escaleras, la voz le dijo: “¡No subas!”. La ignoró una vez más. Cuando subió, fue atacada por un perro pastor alemán “tan grande que parecía un caballo”, dijo ella.

El perro le mordió la mano y el abdomen, lo que le causó daños internos. Gloria acudió a un reconocido especialista en Trujillo, quien no le cobró por el tratamiento. Su compañera y la arrendadora ayudaron a cuidarla. “Fue muy doloroso, pero seguí adelante”, dijo Gloria.

La misión de Gloria la ayudó a entender cómo el Padre Celestial protege a Sus siervos. “Lo he sentido a Él en mi vida, muy cerca. Él es tan bueno conmigo, tan misericordioso. Él nunca me ha dejado sola”, dijo ella.