2003
Recuerda
marzo de 2003


Entre amigos

Recuerda

“¡Oh recuerda, hijo mío, y aprende sabiduría en tu juventud; sí, aprende en tu juventud a guardar los mandamientos de Dios!” (Alma 37:35).

Soy de Uruguay, donde supe que el Libro de Mormón es verdadero. Primero lo supe en el corazón y luego en la mente. Al leer las primeras páginas de 1 Nefi, supe que ese libro era algo especial. ¡Tuve una impresión tan fuerte, que no podía esconder mis sentimientos! Algo me decía que era verdadero y puedo testificar que el Libro de Mormón invita al Espíritu de Dios, que es el Espíritu Santo.

Si el Libro de Mormón es verdadero y nos enseña sobre Jesucristo, entonces José Smith es un profeta. Si él es un profeta, entonces la Iglesia tiene que ser verdadera. Así es como llegué a saber que la Iglesia es verdadera.

Antes de unirme a la Iglesia, mis padres me habían enseñado buenos principios, algunos de los cuales eran los que nos enseña el Evangelio, aunque ellos desconocían que fueran enseñanzas de la Iglesia. Yo sabía lo básico de Jesucristo, pero nunca había tenido que averiguar si lo que sabía era verdad. Cuando me hallaba buscando una respuesta sobre la Iglesia, decidí orar de rodillas por primera vez en mi vida. Era diferente de como había orado antes. La Iglesia (y el mundo) sería un lugar mejor si más personas se arrodillaran para recibir un testimonio.

Debemos recordar las experiencias espirituales. Yo intento recordar lo que sentí en el momento de mi conversión y mantener esa experiencia viva para mí y para mi familia. Considero importante recordar este tipo de experiencias espirituales, pues el hacerlo nos ayuda a perseverar hasta el fin.

Podemos aprender del Libro de Mormón. Como misionero y como padre, Alma enseñó que debemos recordar el Evangelio (véase Alma 37:13), al igual que Lehi, quien dijo que recordáramos la forma en que el Señor les guió a él y a su familia a la tierra prometida (véase 2 Nefi 1:1–5). Siempre intento recordar la forma en que me convertí y las razones por las que sé que la Iglesia es verdadera. El recordar me ha sido de gran ayuda a lo largo de mis 30 años de ser miembro de la Iglesia.

Otra cosa que debemos recordar es que hemos hecho convenios con el Señor. Somos un pueblo de convenios y el templo es un símbolo de esos convenios. Es muy importante que no demos por sentados dichos convenios; es importante entenderlos y meditar en ellos. Eso aumentará nuestro nivel de compromiso.

Podemos contraer compromisos que nos ayuden a prepararnos para hacer convenios, como el del bautismo. Entre estos compromisos se cuentan la lectura diaria del Libro de Mormón, el orar diariamente de rodillas y el asistir a las reuniones cada semana. Al observar esos compromisos, uno se prepara para guardar un convenio, como por ejemplo el convenio bautismal, lo que les será de ayuda en su preparación para ir al templo. Si observan sus compromisos, cualesquiera que sean, éstos les ayudarán a cumplir con sus convenios.

Cuando un investigador decide aprender más sobre la Iglesia, los misioneros le invitan a hacer compromisos pequeños, como orar, asistir a las reuniones y leer las Escrituras. Si el investigador cumple con esos compromisos, los misioneros saben que se está preparando para hacer el convenio bautismal y que está adquiriendo un testimonio.

El Libro de Mormón fue la clave de mi conversión y la razón por la que lo amo es que, gracias a él, podemos saber de Jesucristo. Podemos aprender que Él es el Hijo de Dios y nuestro Salvador. Podemos llegar a tener nuestro propio testimonio de Él, que puede convertirse en alguien muy real para nosotros. Él es real. Al acercarnos más a Él y cumplir con nuestros compromisos y guardar nuestros convenios, podremos sentir Su amor, que también es real. Acuérdense siempre de Él y de cómo lograron su testimonio de Él.