2005
No le hice caso
abril de 2005


No le hice caso

Cuando tenía aproximadamente 17 años, un día fui con mi primo a ver una película al otro extremo de la ciudad, tras lo cual él sugirió que durmiera en su casa, aunque yo decliné la invitación porque deseaba volver a casa.

No había alumbrado público, por lo que me dirigí a casa en la oscuridad. En aquella época de mi vida, no tenía mucha confianza en mí mismo, así que, para sentirme más seguro, comencé a cantar bajito mientras caminaba. Cuanto más me alejaba, más miedo tenía.

Al pasar por un estadio de fútbol, oí una vocecita que me decía: “¡Thierry, cambia de acera!”. No quería creer que era algo más que mi miedo, de modo que no hice caso a la voz. Después de caminar unos metros, la voz volvió con más claridad: “¡Thierry, cambia de acera!”. Me dije a mí mismo que sólo era mi miedo. Seguí por el mismo lado de la calle ahora casi corriendo. De repente, volví a oír la voz por tercera vez: “¡Thierry, cambia de acera ahora mismo!”. Pero no le hice caso.

Me fijé que en la próxima esquina había cuatro o cinco personas. Corrí al otro lado de la calle, pero fue demasiado tarde. Me vieron y me asaltaron. Querían saber qué tenía en los bolsillos. Traté de defenderme, pero no pude. Finalmente caí al suelo y fingí estar inconsciente. Cuando se fueron, me puse de pie con dificultad y corrí a casa tan rápido como pude.

Veinte años después de aquella aventura, ahora trabajo para garantizar la seguridad de otras personas. Me he visto en situaciones más serias que ésa y nuevamente he oído esa voz que me dice lo que debo hacer. Basta decir que ahora no es necesario que me lo adviertan tres veces.

Sé que la experiencia que tuve de joven, aunque dolorosa, me permitió descubrir la voz del Espíritu Santo, una voz que en la actualidad me resulta muy familiar.

Thierry Hotz es miembro del Barrio Vitrolles, Estaca Niza, Francia.