2018
¿Cómo puedo reavivar mi estudio de las Escrituras?
April 2018


¿Cómo puedo reavivar mi estudio de las Escrituras?

Sarah Keenan

Utah, EE.

Imagen
woman sitting at a desk

Ilustración por Bradley Clark

Hacía solo tres meses que había llegado de la misión cuando comencé a tener dificultades para leer las Escrituras.

Durante la misión, había leído las Escrituras todos los días y había prometido que seguiría haciéndolo cuando regresara a casa. No obstante, conforme transcurría el tiempo, había cosas que parecían interponerse. O bien tenía demasiado que estudiar, estaba demasiado ocupada trabajando o estaba demasiado cansada. Con cada pretexto, mi lectura de las Escrituras disminuyó hasta que apenas leía.

Cierta noche, abrí el Libro de Mormón para leer tan solo un versículo. El pasaje que leí me recordó que las Escrituras contienen “la agradable palabra de Dios; sí, la palabra que sana el alma herida” (Jacob 2:8).

Medité en ese versículo y comprendí el efecto negativo que tenía en mí descuidar el estudio de las Escrituras. Me sentía más estresada en los estudios, más apática en la Iglesia y más distanciada de Dios. Mi alma necesitaba la palabra de Dios que sana y que se halla en las Escrituras. Entendí que tenía que reorganizar mis prioridades.

Recurrí a mis amigos, familiares y líderes de la Iglesia para pedir sugerencias a fin de reavivar mi estudio de las Escrituras. Hallé tres cosas que me son de utilidad.

Primero, me di cuenta de que estudiar las Escrituras por la noche no era eficaz para mí. Estudiar por la mañana me permitía meditar durante todo el día la doctrina y los principios que había leído esa mañana.

Segundo, se nos enseña a leer las Escrituras con nuestra familia, pero ya que estaba en la universidad y lejos de mi familia, empecé a leerlas con mis compañeras de cuarto y amigos. Aquello me ayudó a asumir responsabilidad y produjo magníficas conversaciones sobre el Evangelio.

Tercero, comencé a tomar nota de la inspiración y las ideas que recibía durante el estudio de las Escrituras. Aquello me ayudó a centrarme en lo que leía y a reconocer mejor la voz del Espíritu.

Una vez que el estudio de las Escrituras llegó a ser una prioridad en mi vida otra vez, descubrí que tenía más tiempo y energía para efectuar todo lo que debía llevar a cabo. Y, lo que es más importante, me sentí cerca de Dios de nuevo a medida que leía y meditaba las Escrituras. Ahora, al dedicar tiempo a las Escrituras, siento paz y hallo sanación para mi alma.