2020
Navidad: ¿Qué es lo que vemos al mirar hacia atrás este año?
Diciembre de 2020


Mensaje del Área

Navidad: ¿Qué es lo que vemos al mirar hacia atrás este año?

Nací en el seno de una familia cristiana y recuerdo muy bien ciertas tradiciones que teníamos como familia. Una de ellas era armar juntos el árbol de Navidad. Era un momento especial, que personalmente esperaba con muchas ansias, no porque significaba la época de regalos, sino porque era una tradición familiar.

Recuerdo el abrir las cajas donde se guardaban las decoraciones de Navidad y, aunque de antemano sabía qué había en cada una de ellas, para mí era como abrir cada año una caja nueva.

Cuando mi madre preparaba el árbol y nos pedía colocar los adornos en él, yo escogía algunos de ellos y recuerdos especiales venían a mi mente a medida que los tomaba. Aun cuando cada adorno era prácticamente el mismo que el año anterior, cada año era un sentimiento nuevo que renovaba esta tradición familiar.

Al momento de decorar el árbol, nuestras conversaciones no se centraban en los regalos que recibiríamos el día de Navidad, sino sobre los recuerdos que traía cada ornamento que colocábamos. Eran momentos familiares especiales que quedaron atesorados en mi corazón.

Este año fue un año de desafíos y pruebas importantes. Muchos sufrieron como producto de la pandemia. Algunos quizás la pérdida de su fuente laboral, la partida de un ser amado, y así muchos otros retos; sin duda fue un año diferente.

En estos meses, cuando tuvimos la oportunidad de estudiar Ven, Sígueme en familia, estudiamos la situación del capitán Moroni y los pueblos que vivieron en América tal como se describe en Alma 50 y donde se relata que “los nefitas padecieron guerras y destrucciones en los días de sus iniquidades y abominaciones”1. Sin duda fueron tiempos sumamente difíciles para este pueblo y su gente, al grado de lamentar grandemente las pérdidas y aflicciones sufridas. Sin embargo, me llama mucho la atención la declaración que realizó Mormón en el versículo 23 del mismo capítulo al decir: “Pero he aquí, jamás hubo época más dichosa entre el pueblo de Nefi, desde el tiempo de Nefi, que en los días de Moroni…”2. Esta declaración no parece estar muy relacionada con todo el sufrimiento que estaba ocurriendo alrededor del pueblo de Nefi; tampoco al parecer toma en cuenta las aflicciones temporales que estaban viviendo.

Me di cuenta de que esta declaración tan profunda y sincera no tiene mucho que ver con lo que estaba sucediendo alrededor del pueblo y su gente, sino más bien con lo que ocurría en sus corazones y cómo estaban enfocados en cumplir los convenios que habían hecho con el Señor. No tenía que ver con lo que recibían o lo que les faltaba, más bien tenía que ver con cómo sus vidas estaban enfocadas en lo que realmente importa, es decir, en el Salvador, sus familias y las vidas que llevaban.

¿Podemos hoy, al mirar hacia atrás este año, declarar que entre nosotros o nuestras familias que “… jamás hubo época más dichosa … que en los días del 2020”? Se ve muy difícil una tarea como esta, ¿verdad? Sin embargo, he aprendido por las palabras declaradas por Mormón, que tanto en la época del capitán Moroni, así como en cualquier otra época, la felicidad y dicha que tengamos no depende de factores externos, sino más bien de los internos, como la vida que estamos llevando.

Diciembre nos introduce a una temporada especial del año, donde recordamos la venida a esta tierra del Rey de Reyes, del Cristo, el Salvador de este mundo. Él hizo posible, a través de su nacimiento, su vida, ejemplo y sacrificio, que podamos superar la muerte y el pecado que nos separa de nuestro hogar celestial. Enfocar nuestras vidas en Jesucristo nos permitirá recordar las cosas que realmente importan. Nos permitirá revivir recuerdos especiales en nuestras familias y vidas que nos ayudan a superar momentos difíciles y aligerar las cargas que podamos estar llevando.

Tal como mi madre, al darme instrucciones de cómo colocar los adornos en aquel árbol navideño, nuestro Padre Celestial está deseoso de ayudarnos a poner nuestras vidas en lugares especiales para que podamos recordarle a Él y a Su Hijo. Si tenemos los “ojos para ver y los oídos para oír3” seremos capaces de ver los milagros que ocurren a nuestro alrededor, cómo vidas son bendecidas y aun cuando muchas veces no seremos receptores directos de bendiciones o milagros, podremos sin duda alguna testificar que sí ocurren y que no estamos solos en este mundo.

Los invito en esta época de esperanza y amor a que ayudemos a otros que están pasando por momentos de dificultad, que en este tiempo demos nuestro mejor y más valioso regalo, el cual es servir y amar así como Cristo mismo nos ha amado4; y que vivamos de una manera que podamos declarar constantemente que no hemos vivido días más dichosos que los actuales, pues nuestras vidas están enfocadas en quien nos ama y es nuestra roca de fundamento, Jesucristo mismo, quien es el Mesías, el Cristo tan esperado por pueblos de la antigüedad y de quien testifico es hoy y siempre nuestro Salvador y Redentor.