2021
No llegan a la verdad, solo porque no saben dónde hallarla
Marzo de 2021


Mensaje del Área

No llegan a la verdad, solo porque no saben dónde hallarla

“La verdad” es el mayor y más deseado de los tesoros. Como miembros de la Iglesia, proclamamos conocer la verdad del evangelio de Jesucristo, verdad que llena el alma de gozo y de amor por Dios y nuestros semejantes, deseamos compartirla y tratamos de dar ejemplo, servicio y apoyo a quienes nos rodean.

Al ser partícipes de este conocimiento, nos hacemos responsables —y al mismo tiempo privilegiados— de encontrar y guiar a otros a venir a Cristo; esta es la mayor obra de amor que podemos realizar: recoger al Israel disperso.

“Porque todavía hay muchos en la tierra, entre todas las sectas, partidos y denominaciones, que son cegados por la sutil astucia de los hombres que acechan para engañar, y no llegan a la verdad, solo porque no saben dónde hallarla”1.

Hace unos años, mi hijo Santiago debía cumplir una meta de la Primaria para su libro de Fe en Dios. Él decidió que haría un servicio a nuestro vecino Don Juan, quien recientemente había perdido a su esposa.

Se hicieron los arreglos para el servicio y una tarde fue a limpiar el patio del vecino. El hombre, conmovido por la iniciativa del niño, quien le había explicado su meta, resolvió ayudarlo. Mientras trabajaban juntos, Santiago preguntó: Don Juan, ¿extrañas a tu esposa?, ¿te gustaría volver a verla? Sorprendido y emocionado a la vez, respondió que sí.

— ¿Sabes que puedes volver a vivir con ella para siempre? — le preguntó el niño.

Don Juan hizo una pausa en el trabajo y lo invitó a merendar, recién entonces le respondió:

— No, no lo sabía, Explícame cómo es eso.

Pero Santiago prefirió hacer una cita para la noche de hogar familiar donde él mismo le explicó el Plan de Salvación y le presentó a los misioneros.

Pasaron los días y Don Juan seguía aprendiendo y progresando, pero aún no asistía a la iglesia. Entonces un día Santiago le preguntó: Don Juan, ¿Cómo puedes saber si la Iglesia es verdadera si nunca la visitas? ¿Cuándo irás a la capilla?

Esas sinceras y simples preguntas ablandaron su corazón y Don Juan decidió darle una sorpresa, así que el siguiente domingo fue temprano a la capilla a esperar a su pequeño misionero. Don Juan obtuvo su testimonio y al poco tiempo se bautizó.

Él recibió el sacerdocio; al cumplirse un año fue al templo a sellarse con su esposa fallecida. Con el correr de los años volvió a contraer matrimonio y hoy en día sirve como obrero en el templo junto a su esposa.

“He aquí, os envié para testificar y amonestar al pueblo, y conviene que todo hombre que ha sido amonestado, amoneste a su prójimo”2.

Tenemos una comisión de Dios al confiarnos Su verdad y es que la llevemos como estandarte en nuestras vidas y que la compartamos con cada uno de Sus hijos que se asocien con nosotros; sin duda, Él espera que los invitemos a caminar juntos, hacia Cristo.

A menudo nuestro “hombre natural” experimenta dudas y miedo al momento de actuar como misioneros; sin embargo, el Señor acompañará nuestra disposición de hacer su voluntad, “Y quienes os reciban, allí estaré yo también, porque iré delante de vuestra faz, estaré a vuestra diestra y a vuestra siniestra y mi Espíritu estará en vuestro corazón y mis ángeles alrededor de vosotros para sosteneros”3.

El gran Plan de nuestro Padre se funda en el amor a Sus hijos, la misma expiación de Jesucristo es una expresión de Su amor hacia cada uno de nosotros. Al vivir las verdades del Evangelio somos más semejantes a Ellos, llenos de amor, amor que motiva nuestros deseos de bendecir la vida de nuestros hermanos, los invitamos a aprender del Evangelio, a buscar revelación personal y a vivir como Santos de los Últimos Días.

En este tiempo de pandemia, los protocolos nos han distanciado físicamente; sin embargo, todavía podemos estar presentes en la vida y los hogares de nuestros amigos y aun de desconocidos por medio de la tecnología. Si buscamos inspiración, un mensaje, una imagen, un video o un himno en el momento correcto, pueden transmitir el Espíritu y este dar consuelo, amor y paz.

A pesar de esta circunstancia, todavía podemos amar a todos, compartir nuestros sentimientos e invitarlos a venir a Cristo.

Tuve la oportunidad y la responsabilidad de cuidar de varios misioneros repatriados en el Hotel Salud en Asunción, Paraguay y pude ver que el confinamiento no logró apagar sus deseos de proclamar al mundo la verdad. Así es como encontraron en las redes sociales la maravillosa oportunidad de compartir sus testimonios del Plan de Salvación, el Libro de Mormón y la Expiación.

En consecuencia, muchas personas los escucharon en charlas virtuales. Una experiencia que me conmovió fue la del élder Ayala, que en respuesta a una de sus publicaciones recibió un mensaje de un hombre que quería saber más; para su sorpresa ese hombre era su propio padre, quien antes nunca había mostrado interés en el Evangelio, a pesar de que toda su familia era miembro. El joven misionero le enseñó los principios del Evangelio, y le ayudó a leer El Libro de Mormón. Este padre sintió los deseos de cambiar su vida y seguir al Señor Jesucristo a través de las ordenanzas salvadoras.

No tengo dudas de que esta es la obra del Señor, que Él prepara los medios e inspira palabras para lograr sus fines. Cuando nos disponemos a trabajar en Su viña y a Su manera, entonces percibiremos que trabajamos junto a Él. Ruego que el Padre bendiga nuestros esfuerzos misionales llenándonos de amor hacia nuestros hermanos, inspirándonos a encontrar maneras de compartir y dándonos el valor de invitarlos a venir a Cristo.

Es mi ruego en el nombre de Jesucristo. Amén.

Notas

  1. Doctrina y Convenios 123:12.

  2. Doctrina y Convenios 88:84.

  3. Doctrina y Convenios 84:88.